Cuando pensamos en un Juego Perfecto de Béisbol ¿qué es lo primero que cruza por la mente? El clima era inmejorable, no hacía ni mucho calor ni mucho frío, la humedad era adecuada, la velocidad del aire era inmejorable, no se ensuciaron al jugar, el público apoyó con porras cada una de las carreras, en fin, hay un sin número de respuestas posibles y sólo una la verdadera para la ocasión.
En béisbol ¿qué es un juego perfecto? El juego perfecto ocurre cuando un pitcher, sin relevista evita que el equipo contrario logre anotar un hit u obtener base por bola, en pocas palabras, dominan de tal manera el juego que el equipo contrario se quede con ganas de anotar aunque sea un punto.
En la Liga Mexicana de Béisbol este fenómeno sólo ha ocurrido 5 veces en juegos de 9 entradas. La primera vez fue en 1953 donde el pitcher Ramiro Cuevas, quien jugaba con los Tecolotes de Nuevo Laredo, venció 1-0 a los Diablos Rojos del México al lograr 27 outs. Años después, el 12 de julio de 1978 Horacio Piña, lanzador de Rieleros realizó lo propio para dejar fuera del juego nuevamente a los Diablos Rojos del México con un marcador de 3-0. Posteriormente en 1985, Herminio de Piratas de Campeche logró un 1-0 contra los Cafeteros de Córdoba y, finalmente, el 7 de agosto de 2005, Óscar Rivera de Leones de Yucatán venció a los Guerreros de Oaxaca 1-0.
Pocos son los beisbolistas que han podido lograr un juego perfecto, en la Liga Mexicana de Béisbol y en el deporte internacional en general, se requiere de una gran técnica para lograrlo y como hemos visto no es una hazaña fácil de lograr, digamos que es como el premio nobel donde muchos están en la lista y pocos lo logran.
Imagina usted lo que sería estar ya en la novena entrada a un sólo out de llevarse el triunfo y que el bateador logre hacer un base, debe ser traumática esa experiencia y muy penoso el ver cómo la oportunidad de estar en el salón de la fama de la Liga Mexicana se va volando al conseguir una anotación por parte del equipo contrario.
El parque Alberto Romo Chávez fue testigo del primer y único Juego Perfecto de Rieleros de Aguascalientes en 1978, en esa ocasión el lanzador Horacio Piña sacó de la jugada, a los Diablos Rojos del México logrando así lo casi inconcebible, la perfección de un lanzador.
Horacio Piña “Ejote” inició en la Liga Americana de Béisbol en 1968 y fue el primer mexicano en llegar a la serie mundial en 1973, cuando jugaba para Los Atléticos de Oakland. Al retirarse de la liga gringa regreso a batear y lanzar en México, gracias a ello Rieleros tuvo la fortuna de contratarlo para así llegar a formar parte de la historia “de juegos casi imposibles” en la Liga Mexicana.
La semana pasada la Universidad Tecnológica de Aguascalientes (UTAGS) rindió un merecido homenaje a Don Horacio al tiempo que reveló la placa donde se instituye que el diamante de la universidad llevará su nombre para que las próximas generaciones recuerden el gran juego de 1978.
Miembros de la comunidad UTAGS y público en general tuvimos la oportunidad de compartir unos minutos con él. Jamás imaginé que sea un hombre tan sencillo y dicharachero, con su gran trayectoria y sus anillos de triunfador en la mano izquierda nos compartió su experiencia con una sonrisa y hasta reía de las preguntas absurdas que le hacía la prensa.
Llegué un poco tarde al evento, tengo que confesarlo, al preguntar dónde se encontraba pude localizarlo con facilidad pues sobresalía con su 1.90m entre los reporteros que en ese momento lo entrevistaban. Me acerqué para observar el desarrollo de las preguntas y respuestas, me sorprendió entonces su frescura y sencillez (lo repito pues algunos jugadores son muy payasos al momento de responder o pedirles una fotografía) el juego ya había iniciado y aunque quería sentarse para disfrutarlo, con calma esperó a atender a los fans quienes esperábamos por él.
Me sentí diminuta cuando me acerqué a Don Horacio para tomarnos la foto del recuerdo, soy algo pequeña y sentía que mi cabeza estaba a la altura su codo, nos fotografiaron y su buena vibra me animó a seguir amando el béisbol y a esperar algún día presenciar nuevamente en el Romo Chávez a los Rieleros ganar con un Juego perfecto.
Intercambiamos solamente unas pocas palabras y estaba algo desconsolada pues con las prisas para llegar a la develación de la placa olvidé en el auto el boleto del último juego al que asistimos para que lo autografiara. Afortunadamente su hija Rosa Isela nos obsequió una copia del audio del Juego Perfecto de 1978 a una compañera y a mí, ambas estábamos encantadas pues nos compartieron esa parte de la historia de los Rieleros que nos hace creer que lo inimaginable puede ser tangible.
Siempre he creído que Aguascalientes es más un estado beisbolero que futbolero, por la cantidad de diamantes que encontramos en las colonias y en los municipios, espacios donde todos los fines de semana la gente se reúne para recrearse y disfrutar del deporte.
Aun creo que tengo una cita pendiente con Don Horacio para que nos cuente los logros de su carrera y su pasión por el béisbol, mientras me conformaré con escuchar nuevamente el segundo juego perfecto de la historia de la Liga Mexicana en la comodidad de casa.
La visita de Don Horacio Piña ya terminó, más no la temporada así que ¡Vamos Rieleros! que los juegos están por escribirse.
Laus Deo
@paulanajber