Laboratorio / Lo que uno se encuentra - LJA Aguascalientes
15/01/2025

 

Ayer preparé pizza.

Una de salami, pimiento rojo, queso de cabra y arúgula. La otra de calabaza, chorizo, pimiento amarillo, cebolla y champiñones.

La masa la preparó mi esposa la noche anterior para que reposara bien y le agregó romero y tomillo frescos de un par de macetas blancas que tenemos en el jardín. La levadura no era la que normalmente utilizamos y aunque trabajó un poco distinto no es una mala opción.

A eso de la una y media puse un poco de música y serví un par de tragos: para ella Corona light y mezcal derecho; para mí una Negra Modelo y el mezcal en las rocas. Me amarré el mandil y afilé un Tramontina de mango blanco que me gusta usar. Un funky disco soul mix de YouTube le imprimía la velocidad adecuada al movimiento del cuchillo sobre la tabla de picar y el sol que se alcanzaba a filtrar por la cortina de la cocina me apuraba con la cerveza. Me gusta que el pimiento vaya en pequeños cuadritos y la calabaza en rodajas; los champiñones rebanados y la arúgula fresca al salir del horno.

Conforme iba terminando de cortar cada uno de los ingredientes los colocaba en recipientes separados para que no se mezclaran y poder tomar la cantidad necesaria de ellos a la hora de preparar las pizzas. Ambas llevaban una cama de la salsa que invariablemente prepara mi esposa y cuya receta guarda celosamente; sobre ella rayé un “queso menonita” marca La Villita que resultó ser un muy buen hallazgo y a la segunda ronda de cerveza y mezcal comenzó la distribución de los ingredientes, tarea que le confiero enteramente a mi esposa pues a mí me provoca ansiedad. Como no todo en la vida son carbohidratos y proteína animal, decidí acompañar la pizza con una ensalada de espinacas y cubitos de pepino y piña. El aliño fue un experimento de limón, aceite de oliva, paprika, pimienta negra, chile en polvo, sal de mar y chía.

Una hora en el horno y los tragos corrían entre rolas de Massive Attack y una charla que iba y venía de la pedagogía musical a los últimos detalles de una pintura que me encargaron hace poco más de un mes. Mantelitos rojos, servilletas y platos sobre la mesa del comedor que también es blanca, como el mango de mi cuchillo y las macetas de mi jardín. Un par de copas para un malbec, la de mi mujer transparente con tallo negro, la mía con una calavera en dorado; un pequeño recipiente cerámico con sal de mar y una botellita vieja de coca cola con un clavel blanco.

Saqué del horno las dos charolas que, dicho sea de paso, prefiero rectangulares por un asunto de optimización de espacio y de tiempo de horneado, y corté, como siempre, en 12 rectángulos cada una. La masa estaba un poco más gruesa de lo habitual pero el sabor y la consistencia fueron perfectos y lo fresco y ligero de la ensalada ofrecía un buen contraste con lo caliente e hipercalórico de la pizza. El malbec duró apenas lo de la comida, cerramos con un poco de ate de membrillo con queso manchego y regresamos al mezcal.


Aquello fue una delicia.

La tarde comenzaba a fugarse y por el ventanal del comedor entraba un vientecillo cortés que refrescaba el ambiente sin volar las servilletas o la hoja de papel en la que hacíamos anotaciones y pequeños dibujos relacionados con un proyecto sobre educación artística cuyo nombre incluye el término “laboratorio” y que se convirtió en el tema de la sobremesa al inicio del segundo mezcal after postre.

Según el sitio definiciona.com, la composición etimológica de la palabra “laboratorio” es a partir del verbo transitivo e intransitivo “laborar” y el sufijo “torio” que indica el lugar donde se realiza la acción. Como primera acepción del término en cuestión, la Real Academia Española nos dice: lugar dotado de los medios necesarios para realizar investigaciones y trabajos de carácter científico o técnico. Como segunda definición del vocablo, la versión online del diccionario de la RAE nos ofrece: realidad en la cual se experimenta o se elabora algo.

La primera definición que ofrece la RAE está acotada al terreno de lo científico y lo técnico y no hace mención del ámbito artístico, de ello concluyó que quizás sería pertinente actualizar el término pues es claro que hoy día la praxis artística no es un tema sólo de taller, es decir, las diferentes manifestaciones artísticas del tiempo actual se vienen desarrollando ya en el estudio y con los materiales tradicionales, como en laboratorios propios de la biología, la química, la electrónica y diversas áreas del conocimiento, fusionando las teorías y las prácticas de la ciencia y del arte. Es oportuno también comentar que, por lo menos en lo que a educación superior se refiere, los procesos de creación artística son considerados como investigación pues en ellos se requiere un método, se desarrolla una hipótesis y se obtiene un resultado, de tal suerte que aún y cuando en la definición no diga literalmente ”de carácter científico, técnico o artístico”, es viable adoptar el término “laboratorio” para definir un espacio en el cual se desarrollen procesos de investigación artística cuyos resultados pueden ser teóricos y/o prácticos.

La fundación Telefónica, que tiene una trayectoria importante apoyando a las artes, explica en un artículo publicado en mayo de 2010 que:
“Las relaciones entre el arte, la ciencia y la tecnología siempre han existido pero en el momento presente, inmersos como estamos en la revolución digital, parece que se estrechan aún más. En la práctica esto implica que el proceso creativo, es decir la plasmación de un concepto o idea en un objeto u obra, demanda más recursos y medios que en el pasado, o en último caso, unos medios distintos de los de antaño. En este escenario emerge el concepto de “laboratorio de arte” como un agente que se encarga de ayudar al artista a configurar su obra, aportando los recursos técnicos y tecnológicos.”

La cita del artículo publicado por fundación Telefónica menciona “laboratorio de arte” y eso nos lleva a pensar en la segunda definición de la RAE, que es más abierta y habla no de un lugar, sino de una situación. Un laboratorio de arte es el fenómeno de la experimentación, es la búsqueda, la realidad del proceso de creación hasta llegar a la obra y/o a la teoría pues, como me gusta creer, no existe una sin la otra.

Pero bueno, eso es lo que me gusta creer. Así como me gusta que el pimiento vaya en pequeños cuadritos y la calabaza en rodajas cuando preparo pizza un jueves cualquiera.


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