Sobre la obsesión enfermiza por la repetición en Better Call Saul / Bocadillo - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Los realizadores de Better Call Saul suelen confiar en los pequeños quirks de sus personajes. Cómo no, si los rasgos obsesivos compulsivos otorgan un gran material para los famosos montajes que son tradición desde Breaking Bad. Me resulta un tanto irritante. Comprendo que alguien más rígido que el asta bandera, como Gus Fring, sea un maniático del control y que además resulte fascinante observar por enésima vez como limpia su negocio de pollo frito. Eso es una cosa. Lo hartante es que cada personaje resulta alguien mentalmente perturbado. Chuck está loco. Kim y la insufrible escena donde acomoda cada folder, pluma y partícula microscópica en la sala de juntas. Howard es daper as fuck. Y así. Hasta Mike en sus rondines.

Por supuesto, es sólo un detalle, ya que amo tanto Better Call Saul como la madre de Peter Gould. Cuando estas escenas logran genialidad es cuando se alejan de las manías. Por ejemplo, la secuencia larguísima (sin soundtrack, además)  de Jimmy en el bingo para adultos mayores, en búsqueda de clientes. Es hartante, eterna y perfecta. Eso me pone a reflexionar que Jimmy es precisamente quien menos hábitos repetitivos tiene, lo que se vuelve un rasgo de su persona. Es el caos, improvisa, no tiene nada asegurado. Es real.

Tal vez esa es la diferencia con la saga de Walter White. Walter nunca fue alguien a quién uno siguiera por sus cualidades humanas. Su rollo era ser el mejor en su tema, el negocio de la droga y antes de eso, la manufactura de meth. Era obsesivo, repetitivo y poco audaz. Jimmy es un pobre diablo que en ciencuentaytantos episodios ha logrado quitarnos el tufo de Saul. Un perdedor por fama, tipo mataperros. El tipo merecía otra oportunidad y el alzado de su hermano (otro con una vara por detrás) se la ha negado. Queremos que le vaya bien pero sabemos el final de la historia. Hasta en Bad era alguien con un tanto más de humanidad que todos los demás. Saul fue la única persona que no quería matar a Walter y Jesse, sino usarlos para ganar más dinero. ¿Para qué desaparecer a alguien que te puede volver rico? El error de Mike, Todd, Lydia, Gus, Tuco, Krazy-8, Don Héctor y los neo-nazis.

El gusto de los realizadores de universo de Walter White y Saul por las pequeñas manías humanas puede ser hartante o repetitivo, pero nunca poco preciso. Skyler White y pisar descalza la alfombra. Hank y las piedritas. Marie y el hurto a escala microscópica. Mike y el guardarse los sentimientos. Jesse y su corte de pelo cuando pierde la inocencia luego de la muerte de Jane.

En episodios recientes por fin terminamos la saga de Jimmy McGill (vamos en el 3×07). Y se nota, ya que a niveles de trama es obvio que a menos que el flash foward a un año traiga enormes sorpresas más allá del primer capítulo de Breaking Bad, el tiempo de Kim y Chuck en la historia está contado al fin de esta temporada. Esto ya no es un drama legal estándar. Sólo la desaparición de esos dos podría quebrar tanto a Saul como para llevarlo a ser un abogado criminal. Y es obvio, ya que nunca los vimos en Breaking Bad.

Yo esperaría que la serie no se alargue de más y que tengamos la siguiente temporada para ver levantarse el imperio de Saul como abogado de la escoria de Albuquerque y posteriormente, el desplome de su vida justo antes de conocer a Walter White. Incluso, un cierre en Omaha. Por favor.

 

@masterq | bocadillo.mx



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Francisco Trejo Corona

Coordinador en LJA.MX y Tercera Vía // @gonodropio en Twitter

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