Así como Liverpool, Inglaterra, fue el centro generador de música durante los años sesenta, así como Nueva Orleans ha sido legendariamente la cuna del jazz, así como Chicago, Illinois, es considerada la gran capital del blues, de esta misma manera la ciudad esmeralda, Seattle, Washington, es el origen del grunge, de ahí son los más importantes representantes de este movimiento musical de los años 90, de ahí son Alice and Chains, Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden y de esta ciudad es originario Chris Cornell, cantante y guitarrista, de grupos como Soundgarden, Audioslave y The Temple of the Dog. En realidad Chris Cornell fue primero baterista y como tal inició su carrera en la música antes del profesionalismo y de tomar la guitarra y ponerse a cantar.
Chris Cornell nació en la ciudad de Seattle el 20 de julio de 1964 y según los especialistas es uno de los mejores cantantes, el cuarto en la historia del rock según la revista Rolling Stone, no sé, yo siempre he tenido mis dudas con esas listas de Rolling Stone, de Billboard y todos los que hacen listas, pero en realidad esto es lo que menos nos debe preocupar. Me parece, salvo tu mejor opinión, que es muy difícil establecer criterios de quién es el mejor guitarrista, el mejor tecladista, el mejor cantante, el mejor bajista, establecer los criterios para emitir juicios tan temerarios me parecen de muy dudosa procedencia y me queda perfectamente claro que estas listas obedecen más a intereses comerciales que a un criterio verdaderamente musical y artístico.
Lo cierto es que la voz de Chris Cornell, más allá de su honestidad para cantar lo que cantaba y la forma de abordar su repertorio, tiene facultades técnicas que no podemos cuestionar, por ejemplo, alcanzaba notas muy altas y al mismo tiempo llegar a notas muy graves, tenía un rango de voz muy amplio, seguramente, si fuera un cantante de ópera sería un gran belcantista, sacaba todo este potencial sin oponer el menor límite, en alguna ocasión él llegó a decir: “Intento pensar en el dolor como un grito”, y desde esa intensidad y esa congruencia con sus agitadas sensaciones, como un rey Midas, convertía en música todo el dolor que cargaba en su interior.
Pero más allá de absurdas e insolventes clasificaciones, lo que sí podemos decir de Chris Cornell es que es una de las voces más sólidas y autorizadas para describir la desolación, la desesperación, la depresión de los años 90, claro, esta sensación de soledad, de desamparo parece ser una constante en la música generada en este decenio, y recordemos que la música es uno de los síntomas que nos sirven para tomar el pulso de una generación, de aquellos que nacimos en la primera mitad de los años sesenta y que durante nuestra juventud, digamos, de los 15 a los 18 años nos tocó sufrir esa mala broma llamada disco music, así como a la desamparada y descobijada juventud actual les ha tocado sufrir algo peor, esa insensatez que han bautizado como banda, reggaetón, o como quiera que se escriba eso, y todas sus nefastas y malolientes consecuencias. Ante la imperiosa necesidad de refugiarnos en un lenguaje musical que pudiera satisfacer nuestras necesidades de expresión, de comunicación, un lenguaje en el que nos sintiéramos amparados, comprendidos, tomamos como estandarte a los grandes íconos del rock, aunque no correspondieran con nuestra juventud, cuando yo tenía 20 años Bob Dylan ya estaba consagrado, los Beatles ya eran esa inmortal leyenda y los grandes discos de rock progresivo se habían grabado cuando todavía mis papás me llevaban en la calle tomado de la mano, Close to the edge de Yes, Tarkus de Emerson, Lake & Palmer, In the Court of the Crimson King de King Crimson, The dark side of the moon de Pink Floyd, The Lamb lies down on Broadway de Genesis, y quién sabe cuántos más fueron publicados cuando yo pedía pistas de carreras en Navidad y sin embargo esa fue la música que me acompañó desde mi adolescencia y hasta la fecha, finalmente el rock nos mantiene para siempre jóvenes.
Pues bien, el asunto es que esa generación de quienes nacimos durante los años sesenta y que por casi natural inconformidad rechazamos la música de nuestros tiempos, encontramos hasta ya muy entrados los años 90 a roqueros de nuestra edad haciendo del rock algo que siguiera valiendo la pena, por eso es importante el grunge, porque le devolvió al rock su áspera superficie, ahí tenemos a Kurt Cobain, otro de los grandes protagonistas de esta generación de la desolación, de la desesperación, y quien como Chris Cornell, tuvo la habilidad de convertir todo esto en música, dando así sentido al dolor. Ellos son los protagonistas, los portavoces de esta generación que entre sus diferentes aportaciones, devolvió al rock a su verdadera esencia.
Chris Cornell estuvo involucrado en diferentes bandas y colaborando con una gran cantidad de músicos, sin embargo, su carrera está marcada por dos grupos concretamente, Soundgarden y Audioslave, trabajó en algunas grabaciones con Slash, estuvo integrado en el proyecto Guitar Heaven de Carlos Santana interpretando el tema Whole lotta love de Led Zeppelin.
Chris Cornell falleció el 18 de mayo de 2017, su cuerpo fue encontrado en un hotel de la ciudad de Detroit, Michigan en donde se encontraba para una presentación con Soundgarden en la segunda etapa de esta banda grunge, según los reportes forenses se quitó la vida ahorcándose, como sea, en este momento debe estar organizando alguna jam session con Kurt Cobain, allá, en ese lugar en donde permaneceremos para siempre jóvenes.