“Permitir una injusticia es abrir el camino a todas las que siguen”
Herbert Ernst Karl Frahm
De qué forma poder ocultar esta realidad donde la violencia impera y es la que vivimos todos en este país. Prebendas, amenazas, hostigamiento, y si no… la muerte, así de fácil ocurren las cosas en este México que muchos quisiéramos no ver así.
Todo ello con tal de tapar lo que ya todos conocemos, incluso los que no viven aquí. El nivel de corrupción y la delincuencia han rebasado el sistema, pero no sólo a los gobiernos y a sus autoridades, sino a la misma población.
No nos sorprende que la sociedad reaccione, cansada de la injusticia y de la mala actuación de quienes debieran sancionar a los que delinquen y no lo hacen, y lo que es peor, los dejan libres.
Es imposible no criticar este aparato de justicia que a todas luces resulta inapropiado para enfrentar los problemas que tenemos y que cada vez son más, que sin duda radican en la economía, y que como resultado ha hecho crecer la delincuencia.
Se dice muy poco y con miedo, lo peor es que lo sale a la luz es castigado hasta con la muerte. Los intereses del narcotráfico ligados a los de los gobiernos van más allá de nuestras leyes y han ocasionado tan sólo en este año cinco muertes. Personas que por investigar e informar lo que sólo confirma nuestras sospechas, hoy ya no existen.
Así, México se ha convertido en uno de los países con más asesinatos a periodistas. Organizaciones como la Federación Internacional de Periodistas (FIP) de la que hoy tomo cifras, aseguran que un total de 93 periodistas y profesionales de los medios de comunicación fueron asesinados en 2016.
De estos fallecidos, 24 vivían en América Latina. Los datos sitúan a México como el tercer país con más profesionales del sector asesinados en todo el mundo durante el año pasado.
La libertad de expresión simplemente no existe, así como tampoco existen las sanciones a los responsables de estas ejecuciones. Las “investigaciones” llevan a vincular a los periodistas con delincuentes, en otros casos se prolongan por años, hasta que la opinión pública las olvida.
Hoy más que nunca los discursos de la autoridad suenan huecos. Esta es solamente una vertiente de la impunidad en la que vivimos.
Qué pasa a nuestro alrededor, cómo podemos dejar de ser parte de este círculo vicioso. No se puede asegurar que en este estado estamos mejor que en otros, pero qué hacemos para revertir esta tendencia.
Hay que levantar la mano y poner un alto, debemos dejar de permitir las injusticias de todos los días y en todos los sentidos; desde el funcionario que no cumple son su trabajo hasta el mandatario que cubre a la delincuencia.