Existe una gran división en la sociedad mexicana. Se le puede percibir en un sin número de aspectos de la vida y particularmente me gustaría señalar cómo es que influencía algunos de nuestros gustos. Están los que prefieren ver campeón al América sobre las Chivas y viceversa, indistintamente del equipo de su preferencia. Hay quienes prefieren a Tintán sobre Cantinflas cualquier día de la semana o a Molotov sobre Café Tacvba. Bien dicen algunos que uno puede saber qué presidente prefieren aquellos que hablan sobre el “error de diciembre” en oposición de quienes dicen “la crisis del 94”.
Es poco relevante pero sumamente significativo -al menos para esta burda aproximación a la realidad política del país- que las preferencias políticas de la población se configuren justo como lo hacen parte importante de sus gustos; aficiones deportivas, juicios estéticos y hasta preferencias en amistades.
Como parte de mi empedernido gusto por hacer referencias americanizantes, me gustaría exponerle el paradójico caso de dos películas recientes y que sirve como un paralelismo interesante. Por un lado esta Selma, una película sobre un pasaje de la historia de los derechos civiles por demás conocida (en EEUU) pero poco exaltada compitiendo vis a vis en las taquillas con American Sniper, un churro entretenido pero que bien pudo llamarse Yet another white american killing others.
Una parte del electorado, y del espectro político, aquella sección que aquí podríamos comparar con la progresía, optó por elogiar la primera y banalizar la segunda con los argumentos obvios y que están a disposición de cualquiera medianamente politizado hacia la izquierda, y por otra parte, los conservadores, esos que votan por los valores familiares y falsa promesa de “liberalizar la economía” lo que sea que eso signifique, que optó por señalar el valor historico, patriotico y hasta de masculinidad que les provee Sniper Americano al mismo tiempo que califican Selma como un film de propaganda.
Nos gustan cosas diferentes, nos interesan cuestiones que pueden resultar ajenas y nos indignamos de diferentes cosas. Hay quienes vieron una comedia simplona y clasista en Nosotros los nobles y otros que han proclamado el advenimiento de una nueva época de oro del cine mexicano. El contenido político con el que observamos el mundo nos hace descubrir virtud o encontrar defectos en lugares y contenido que para otros pueden ser francamente desagradable o inapropiado.
A pesar de que hay quienes -cínicos generalmente- señalan que el fútbol, el cine o cualquier otra actividad están exentos siempre de relación alguna con la política y habemos quienes tenemos el infortunio de pensar que no es así. A manera de ejemplo mi desprecio absoluto por el Real Madrid y su pasado que considero cuasi fascista y palero de la dictadura española.
A mi juicio cualquier institución deportiva por el valor social que le es investido tiene responsabilidades y en ese sentido ser la mascota de la derecha dictatorial española a mi parecer merece ser resaltado a la menor provocación y cabe anotar que lo mismo podría decirse de la Lazio en italia o del Benfica en Portugal.
Si no es importante, o al menos simpático, notar que existe una relación causal, o casual, entre quienes gustan de ir a los toros y quienes no conciben la idea de una sociedad donde una mujer podría tener un aborto legal, al menos es indispensable identificar estas características en los partidos que suelen englobar a distintos electorados. Es una forma de saber qué se vota y qué implica.
No sostengo que todos los que gustan de ir a los toros sean necesariamente intolerantes a los derechos de las mujeres o de cualquiera otra clase de derecho, pero parece que es fácil englobar en un solo campo semántico político a “aquellos que gustan de ir a los toros”, “aquellos que no reconocen los derechos de la comunidad LGBTI”, “aquellos que creen que la pobreza es resultado exclusivamente de la pereza”, entre tantas otras tan hipotéticas como familiares.
Los electores casuales y quienes conforman la base de los distintos partidos políticos no son conjuntos homogéneos, sin embargo como sostengo, si hay afiliaciones que a primera vista permiten observar donde se encuentra tal o cual en el espectro político. Hay quienes creen que la salud está sujeta a méritos y hay quienes creemos que es un derecho, los hay quienes creen que el bourbon es whiskey, que piensan que los criminales no tienen derechos o que bien vale la vida de miles con tal de que nadie pueda fumar la planta de su elección.
Es entendible que a su juicio los podría haber chairos, charros, conservadores, conservadores rallando en lo inenarrable, vendidos y hasta irrelevantes pero todos los partidos -a excepción tal vez del PRD- tienen una identidad política que preservar. Lo que sus plataformas y quienes las conforman, formal e informalmente, representan deber ser sujetos de algunas consideraciones que se deben tomar con seriedad. A pesar de nuestras diferencias, los pocos puntos de encuentro y el hecho de que hay quienes no pueden lidiar con la libertad de otros es necesario mantener cordiales nuestras discrepancias en aras de llevar la fiesta de la democracia en paz.
Lo cordial no quita lo valiente, sin embargo.
@JOSE_S1ERRA