Jardín japonés / No tiene la menor importancia - LJA Aguascalientes
16/11/2024

 

 

Los japoneses que vivían en Buenos Aires, en la década de 1960, decidieron conmemorar la visita del entonces príncipe heredero Akihito a Argentina con la construcción de un jardín japonés. Desde entonces, el jardín de dos hectáreas, que se ubica en una esquina del parque Tres de Febrero, ha sido visitado por representantes de Japón en varias ocasiones. Cada visita es una confirmación sutil de que, además de las relaciones empresariales y de gobierno, Argentina y Japón mantienen también una sólida amistad y una mutua admiración. Existen jardines japoneses en muchos lugares del mundo. El jardín de Forth Worth, Texas, fue patrocinado por la ciudad de Nagoka -que es la ciudad hermana de Forth Worth-; el de Phoenix, Arizona, se hizo gracias a la relación de hermandad que esta ciudad mantiene con Himeji, Japón. El de la Universidad de la Columbia Británica, en Canadá, fue construido en honor a Inazo Nitobe, japonés que pretendía convertirse en un puente a través del Océano Pacífico. El de Cowra, en Australia, fue financiado por los gobiernos australiano y japonés para conmemorar la relación entre los dos países -en Australia habían muerto muchos soldados japoneses durante la Segunda Guerra Mundial y en Cowra había un cementerio para ellos; a pesar de ello, el jardín fue hecho expresamente para destacar la amistad sobre la tragedia-.

En 1874, el diputado mexicano Juan José Baz le comentó al presidente Sebastián Lerdo de Tejada una propuesta que había surgido en la Sociedad Científica Humboldt. La idea era que nuestro país se sumara al esfuerzo internacional por medir el tránsito de Venus por el disco del Sol; esta medición era de suma importancia pues permitiría conocer con exactitud la distancia absoluta entre la Tierra y el Sol.  Lerdo de Tejada apoyó la propuesta y Francisco Díaz Covarrubias, presidente de la mencionada Sociedad, quedó a cargo de la misión. De esta manera, México contribuiría con Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, Italia, Francia, Japón y Rusia a la realización de un cálculo de suma importancia, y que no podría ser hecho de nuevo sino hasta poco más de cien años después. Luego de un cansadísimo y muy accidentado viaje, la comisión mexicana llegó a Japón justo a tiempo para instalar dos campamentos de observación en la ciudad de Yokohama, el gobierno japonés autorizó la instalación del instrumental y permitió que se izara nuestra bandera en los campamentos; esto a pesar de que todavía no existían relaciones oficiales entre los dos países.

México hizo a la perfección su trabajo de observación y, de hecho, fue el primero de todos los países involucrados en publicar los resultados de sus observaciones. Esta misión científica fue la semilla que llevó a la oficialización de relaciones entre nuestro país y Japón. Así, primero se estableció un lazo de amistad e intercambio del conocimiento, y ya luego vinieron los discursos de gobierno y las firmas de tratados.

Hace ya más de treinta años que se instaló en nuestro estado la primera planta armadora de autos japonesa. Con ella llegaron decenas de otras fábricas complementarias. Vinieron, como era natural, cientos de japoneses que ahora forman parte de nuestra población. Se abrieron escuelas -y lo sé porque, siendo yo niño, fui vecino de una de ellas, y lo comprobé cada vez que volaba una pelota y me permitían entrar desde mi azotea, bajando por el asta de su bandera, para recogerla-. También aparecieron los primeros restaurantes japoneses -el famoso Tachito abrió quizá el primero, y curiosamente su especialidad era el ramen y no los maki ni el sushi-, y poco a poco esa comida inusual se fue instalando en nuestro gusto de manera que al jueves pozolero de los guerrerenses, hemos contestado con el martes de sushi inevitable. Algunos edificios públicos tienen letreros en japonés, hay tiendas de abarrotes donde todo está etiquetado en hiragana y kanjis, y todos los supermercados tienen sección de alimentos orientales, incluso en el Agropecuario se puede encontrar fácilmente arroz para sushi.

Yokohama es la ciudad japonesa hermana de Aguascalientes; Yokohama es justo la ciudad en la que una misión científica instaló, hace más de cien años, telescopios y el inicio de las relaciones entre nuestros países. Quizá va siendo hora de que esta duradera y sólida relación industrial y comercial que ya tenemos, mire hacia el origen y se torne de nuevo una relación cultural, científica y de amistad. Propongo, desde este mínimo espacio público que nos regalemos, en colaboración con nuestros amigos japoneses, un jardín que corone los más de treinta años de este Aguascalientes cada vez más oriental y ese Japón cada vez más aguascalentense.


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3 thoughts on “Jardín japonés / No tiene la menor importancia

  1. Yo voto por ello! Estoy trabajando para que en santiago de compostela – España- también hermana con wakayama por su camino de peregrinaje y en del Japón Kumano Kodo, también tenga un jardín japonés y un centro cultural que reciba a los peregrinos del mundo.
    Un saludo,

  2. Me alegra que una gallega se sume a este bello proyecto. Aunque avecindado en Aguascalientes, México, desde hace 40 años, nací en Sabadell (Barcelona) y mi abuelo era de Sandiás (Ourense).
    ¡Un abrazo transatlántico!

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