El espacio público es un elemento vital para el éxito de las ciudades. A lo largo de la historia, las ciudades lo han usado para crear un sentido de comunidad e identidad, facilitar el capital social, mejorar la movilidad, estimular la actividad económica, preservar el valor histórico y cultural, facilitar la inclusión, mejorar la seguridad y promover la regeneración urbana. Cuando pensamos en las grandes ciudades invariablemente pensamos en sus espacios públicos: avenidas, bulevares, calles, puentes, ríos, plazas, parques, jardines y edificios públicos. Por ejemplo, Central Park en Nueva York, Campo Marte en París, la Plaza de San Marcos en Venecia, la Plaza Mayor en Madrid, Las Ramblas en Barcelona o el Bosque de Chapultepec y el Zócalo en la Ciudad de México. Ciudades como estas, con una noción sólida de lo público, demuestran un compromiso por mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos a través de espacio público adecuado. Por el contrario, ciudades sin una oferta de espacio público de calidad, por lo general son caóticas, mal diseñadas, segregadas y polarizadas.
A pesar de su importancia para el desarrollo urbano sostenible, el espacio público generalmente goza de poca importancia y atención por parte de las autoridades. La falta de recursos y el poco entendimiento acerca de su valor minimiza la posibilidad de utilizarlo como un sistema integral y multifuncional que beneficie a las ciudades. En Aguascalientes, por ejemplo, erróneamente se cree que una política de espacio público se limita a “embellecerlo” con fuentes, carretas y bicicletas de materiales reciclables o paneles solares disfrazados de girasoles. Una visión tan estrecha pasa por alto una serie de beneficios que el espacio público puede generar para la ciudad. Veamos.
Desde el Gran Bazar en la antigua Constantinopla hasta las banquetas, parques, plazas y jardines de cualquier ciudad en la actualidad, el espacio público es una herramienta para fomentar el comercio y la interacción económica. Las empresas y los negocios, pequeños y grandes, formales e informales, generalmente son atraídos a lugares que ofrecen espacio público seguro y bien diseñado porque ayuda a atraer clientes, empleados, visitantes y transeúntes.
Asimismo, el espacio público genera un impacto positivo en la salud física y mental de las personas. Enfermedades como la obesidad están ligadas a un estilo de vida cada vez más sedentario. Estos problemas pueden ser atendidos a través del acceso y el uso de espacios públicos que fomenten el ejercicio y las actividades al exterior y que permitan caminar o usar una bicicleta para acceder a nuestros destinos.
El espacio público también ofrece oportunidades de diversión y recreación para niños y jóvenes, quienes tienen derecho a jugar y participar en actividades recreativas y culturales, algo crucial para el desarrollo de sus habilidades físicas y sociales y de resolución de conflictos. En nuestras ciudades, sin embargo, cada vez menos niños tienen oportunidad de jugar libremente al exterior en espacios seguros y de buena calidad.
Además, a través de un rediseño efectivo y un buen manejo, el espacio público puede disminuir el crimen y mejorar la percepción de inseguridad, pues entre más gente lo utilice y más ojos haya en la calle, el crimen y la inseguridad tenderán a disminuir. Para ello, el espacio público debe ser inclusivo y accesible para todos, sin importar edad, género o raza. Así, puede unir a la comunidad, crear lugares de encuentro y convivencia y fortalecer lazos sociales.
Más aún, el espacio público facilita el movimiento entre lugares y destinos, ya sea a pie, en bicicleta, carro, motocicleta o transporte público, y puede reconciliar las necesidades de distintos medios de transporte que frecuentemente compiten o conflictúan entre sí. De esta manera, las calles y otros espacios pueden promover la caminata y el uso de la bicicleta, y mejorar la seguridad vial al reducir la velocidad y el uso del automóvil.
Por último, también agrega valor natural y ecológico. El aumento de superficies pavimentadas y la reducción de áreas verdes llevan a mayores temperaturas en las ciudades y aumentan el riesgo de inundación. La vegetación en parques o plazas puede ayudar a corregir esta situación y a generar beneficios medioambientales como reducir la temperatura del aire y absorber agua y contaminantes atmosféricos.
Las administraciones municipales en Aguascalientes han carecido de estrategias y políticas claras de espacio público y han ignorado los beneficios que puede generar para la ciudad. Deberíamos ver más allá de la estética y pensar en el espacio público como una herramienta de desarrollo social, económico, cívico y cultural. Al igual que otros elementos de infraestructura de la ciudad como las calles y avenidas o las líneas de agua y drenaje, el espacio público debería funcionar como un sistema individual. Para ello, podríamos comenzar por retomar ideas y elementos de espacios públicos exitosos de nuestra ciudad que desafortunadamente se han dejado de hacer, como Plaza Patria y La Exedra, El Codo, El Encino, El Cedazo y las calles Venustiano Carranza y Madero.
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