La dinastía Rojo ha sido renombrada en el medio artístico. Inició con Mercedes Pinto, escritora de algunas obras de teatro: Un señor cualquiera, Mujer, Silencio y El alma grande del pequeño Juan, sus hijos: Pituka de Foronda, Rubén y Gustavo le siguieron sus pasos, pero en la actuación su maestro fue Ludwig Schajowicz, en La Habana, e iniciaron gira en Sudamérica hasta llegar a México.
Pero hablemos de Gustavo Rojo, quien fue el menor de esta familia, nació en 1928 en un barco que iba rumbo a Sudamérica, siendo registrado en Uruguay. Su participación en las tablas en nuestro país fue en 1943, a mediados de septiembre, con la obra La ciudad muerta, de D’Annunzio, acompañado por las actrices María Douglas y Stella Inda, dirigidos por José de Jesús Aceves en el Teatro de los Electricistas. Un año después alternó con Manolo Fábregas y el elenco de la Asociación Mexicana de Arte con El ruiseñor y la rosa, de Óscar Wilde, y ese año le siguieron otras producciones como algunos autos sacramentales. Su actividad teatral la compartió con su hermano en Amores en la montaña (Altitud 3,200), de Luchaire, un francés dirigió esta producción, Julián Duprez, el elenco fue parte del grupo Teatro Libre.
En el año 1950 tuvo la fortuna de participar con la diva, María Teresa Montoya, en La casa sin música, del poeta y escritor Julio Alejandro, La casa, de Pemán y La malquerida, de Benavente. Una de las obras donde la crítica lo calificó como “el galán-actor que necesita el teatro en México”, fue en El placer de verano, de Salacrou, dirigido por Julián Duprez, a partir de ahí se empezó a despuntar como una figura varonil histriónica y fue invitado a ser parte de comedias amorosas y de enredos como: El marido de la otra, en 1956, de Iriarte, montada en el Teatro Ródano, siendo su compañera la actriz aguascalentense Lulú Parga, y también fue ovacionado por el lucimiento de su personaje. En ese mismo año formó parte del elenco del Teatro de la Universidad participando en el montaje Las manos de Dios, de Solórzano, dirigido por Allan Lewis, dando vida a uno de los personajes más emblemáticos El Diablo.
Su inclinación por ser director inició en 1973 con la obra Malditos, de Cantón, donde también actuó, estrenada en el Teatro Ferrocarrilero. Decidió retirarse un tiempo del escenario y tres años después, el 6 de mayo de 1976, regresa con la obra Prefiero a tu mujer, de Francoise Dorin, fue invitado por la mejor actriz de vodevil francés de aquel tiempo, Nadia Haro Oliva, en el teatro Arlequín, y por la respuesta del público a esta temporada fue invitado nuevamente con otra comedia: Seamos felices los tres, de Taylor, dando vida a un millonario estadounidense.
Siguió con su carrera de director y organizó su reparto de La terrible Carolina, del chileno Miguel Franck, su estreno fue el 12 de noviembre de 1976. Un año después coincidió con la dama joven y actriz de moda, Verónica Castro, en la obra La idiota, presentada en el Teatro de los Insurgentes que, aunque no fue un gran montaje, el público asistió para ver a sus artistas favoritos; en ella también participaron Juan Ferrara y Sergio Ramos.
Gustavo Rojo además de ser galán de cine y teatro también se distinguió por su calidad vocal y fue invitado en varios musicales, el primero fue Papacito piernas largas, bajo la batuta de José Luis Ibáñez, obra adaptada por Angélica Ortiz, en la cual participó su familia: hija, yerno y nieta, y nuevamente la crítica alabó la actuación de Rojo: “Gustavo estaba excelente, nunca lo habíamos oído antes cantar y nos sorprendió gratamente”. Siguió con el género de la comedia con Siempre en miércoles, dirigido por Manolo García, interpretando a un rico industrial.
En los ochenta reaparece nuevamente en los musicales con Cabaret y después en Mame, la cual fue llevada a los Televiteatros y debido al terremoto de 1985 la temporada fue suspendida, reanudándose al año siguiente en el Teatro Manolo Fábregas, formando el elenco: Silvia Pinal, Aída Pierce, Luis Couturier, entre otros. La obra estuvo de gira y en Aguascalientes se presentó en el auditorio de cine llamado Cinema 70, la cual presencié y de la cual se desprende la siguiente anécdota: las bailarinas al no tener un escenario propio de un teatro, sino un espacio inclinado por ser cine, se tropezaron y cayeron, el público al inicio se asustó y alarmó (incluso, los del reparto), sin embargo, el show debía continuar y siguió el acto. Todavía no existía el Teatro Aguascalientes, por este motivo las grandes compañías se presentaban en los auditorios de los cines, ya que el Teatro Morelos tenía un escenario pequeño para el tipo de producción que traían.
Gustavo Rojo apareció en más musicales como La jaula de las locas, dirigida por José Luis Ibáñez, en el Teatro Silvia Pinal y fue acompañado por Luis Gimeno y Luis Gatica. Fue en el año 1995 que realizó sus últimas apariciones con Cuento de navidad, de Dickens, en el Teatro Helénico y en esta puesta intervino su familia: Ana Patricia Rojo (hija) y Rubén Rojo Aura (sobrino). Una gran trayectoria que heredó toda su familia, un actor al que se le recuerda por su elegancia al actuar y su profesionalismo. ¡Descanse en paz!
Teatrología
Actor
- La ciudad muerta, de D’Annunzio
- El ruiseñor y la rosa, de Óscar Wilde
- 1944. El señor en su heredad. El puente del mundo. Autos Sacramentales
- Reinar después de morir, de Vélez de Guevara
- Amores en la montaña (Altitud 3,200), de Julien Luchaire
- La casa sin música, de Julio Alejandro
- La casa, de José Ma. Pemán
50s. La malquerida, de Benavente
- El Placer de verano, de Salacrou
- Las manos de Dios, de Carlos Solórzano
- El marido de la otra, de Ruiz Iriarte
- Fuenteovejuna, de Lope de Vega
- Pueblo rechazado, de Vicente Leñero
- Prefiero a tu mujer, de Francoise Dorin
- Seamos felices los tres, de Samuel Taylor
- La idiota, de Achard
- Papacito piernas largas, de Webster
- Siempre en miércoles, de Reznik
- Cabaret, de Masteroff y Kander
1985, 1988. Mame, de Lawrence y Herman
- Nada de sexo que somos decentes, de Marriott y Foot
- La jaula de las locas, de Fierstein
- Cuento de Navidad, de Charles Dickens
Dirección
- Malditos, de Wilberto Cantón
- La terrible Carolina, de Miguel Franck
- Cómo ama… la otra mitad, de Ayckbourn
- No hagan ruido, Frayn
- La jaula de las locas, de Fierstein
- Que no se entere el presidente, de Cooney
- Cuento de Navidad, de Dickens
- Muchachos de Nueva York, de César Balcázar
2000, 2001. Don Juan Tenorio, de Zorrilla
- El triángulo de la calle Bermudas, de Taylor
Fuentes consultadas:
CEBALLOS, Edgar. Diccionario Mexicano de Teatro. Siglo XX, Escenología, México, 2013, pp.402,403
Revista Somos, Los Rojo, agosto 2001, núm. 210, pp.76-81.