¿Tú eres generación X? – Completamente. Le pregunté al amigo de una amiga, un poco en burla, porque es un señor de 40 años que tiene la mente más fresca que muchos veinteañeros que conozco. Toca la guitarra, es clase media como uno pero tiene decenas de miles de pesos en equipo musical, toca en varias bandas, cobra caro en un estudio de grabación, es amo de un gato y roomie de otra chava-señora cuarentona. Y me aclaró orgulloso su pertenencia a ese grupo poblacional. Hubo bromas sobre Reality Bites, incluida la no tan correcta referencia a lo bien conservada que se ve Janeane Garofalo en estos días. Que sí se ubicaba en un grupo como el de los amigos de la película post-universidad. Ben Stiller actualmente tiene 50 años pero es el mismo grupo. Es como lo de los millennials, alguien de 34 años entra en ese rango pero igual otra persona de 22. Es una masa amorfa con cosas que ligeramente los unen.
¿La generación X es acumuladora? Ruy Xoconostle, ese escritor mexicano más conocido por decir ‘nepe’ en su podcast (te queremos, Ruy), siempre suele tener un subtexto en sus historias sobre hombres nacidos en la década del setenta acerca de cómo sus pertenencias los definen. Muy Fight Club y American Psycho, sí, pero en su ficción es algo un poco más romántico. Aquel disco de los Smashing (nada más GenX que eso) que definió el ligue de la carrera. El cassette de Café Tacvba, el único que tenías, que sonó en el Vocho (que te vendió tu tío Felipe) durante los traslados pachipedos (por las calles de Tlalpan, nada menos). Hasta llegar al borde GenX: las canciones pasadas ilegalmente al iPod blanco con rayaduras en su metálica parte trasera, organizadas por listas obsesivas. La rola del Demon Days, de Gorillaz, que acompañó el nacimiento del primer hijo. La remasterización de Pink Floyd que se hace mierda por los 192kbps y los audífonos de cagada de Apple, que te acompañó en el primer viaje de trabajo IN TER NA CIO NAL al extrajero. ¡El extrajero! Insisto, el borde de experiencias “jóvenes” de la GenX.
Por el consumo cultural snob y aspiracional de un joven mexicano que no se sentía ubicado con jugar fútbol en el recreo con un envase de Frutsi, es natural que alguien del 89 haya mamado demasiadas actitudes generación X. Yo y otros millones que ahora somos las nada jóvenes promesas de las industrias creativas. Veíamos Clarissa en 1998 sin saber que era del 93. En 2009 todas las it girls eran un Cosplay de Clarissa. Ya podían. Los chicos vimos Cheque en Blanco y quedamos obsesionados por las Mac. La vida de los niños del Disney Channel. Las aventuras de los adolescentes de Buffy. El depa de Friends. Tener 17 y querer vivir en Stars Hollow, el dinner de Luke en Gilmore Girls. Es lo que mamamos. La vida en los ojos de guionistas gringos de la mediana edad (¡GenX!).
Nuestros gobernantes son boomers. Cantan José Alfredo. Yo no tengo una jodida idea de quién es José Alfredo, con lo cuál reprobé en Folklor Mexicano 101. (¿Ven? 101, así o más aspiracional). Piden canciones de Los Panchos en pedas. Una vez, mis conocidos de la política universitaria (tan imberbe) me invitaron a una cena en casa de cierto gobernante. Quesque para los jóvenes. Que este señor se rejuvenecía de estar con la jumentud. Va. Una de las cenas más pichicatas del mundo. Dos alitas de pollo, algo de guarnición y todo el refresco que quisieras. Había ron, como si yo fuera un senecto. En la mesa del bueno, del preciso, llegó el trío. Un bolerito. Para mí fue de pena mil cuando un político viejito joven, que sólo llegó a puestos relevantes por su linaje y el cual no era mi amigo, comenzó a hacerle segunda al mandatario en el que será será. Otra cosa chistosa es que el operador de las juventudes priístas de Peña Nieto era un señor con hijos y canas. Conozco excelentes jóvenes adultos con hijos pero es de PRI, you had one job, ¿en serio este cabrón le quieres marketear a los jovenzuelos? Jóvenes con cerebro boomer, no por el canoso padre, sino por el traidor que le hizo coros al gober.
Misma pena ajena siento cuando veo reporteros jóvenes en los penosos eventos de prensa con mandatarios. Unos tienen hasta 22 pero viejitos de la mente. Que la rifa, que el favor, que lamerle las bolas al funcionario (un boomer, por supuesto).
High Fidelity salió en el año 2000, fecha que definió para siempre a los GenX y los millennials que los idolatrábamos. El 2000 era todo un mundo por delante: la Helvetica en minúscula en extrabold, el arte digital, el internet por delante y carreras creativas como oportunidades reales para cobrar. ¡Si tan sólo ahora tuviera 19 años en lugar de 11! ¡Podría conectar con todas estas personas! En High Fidelity veíamos con harta ficción financiera, como un goey podía tener su tienda de discos (no hay trabajo tan GenX), darle empleo a sus amigos obsesivos con bandas, tener un depa so-ña-do, ser harto culto y un adulto funcional, pero aunque lo sabe todo sobre música, nada sabe del amor. Qué vida.
La GenX fracasó al estar en el poder, los boomers los siguen jodiendo así como jodieron la economía, el poder del país todavía está en mentes boomers y la evolución por biología no sucederá porque tenemos millennials con ideas de cabrón de 50 años, haciendo los trabajos adecuados para tener poder en el futuro. Y uno tan millennial, con su superioridad moral. E intelectual. Será la misma guerra cultural. ¿Ahora sí vamos a ganar?
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