Da vida de la sociedad y las relaciones entre las personas y las instituciones, están en permanente cambio y transformación; es un hecho que no siempre apreciamos o consideramos, para tomar nuestras decisiones. El punto clave lo marca el equilibrio entre lo que debemos conservar y lo que debemos cambiar.
El asunto es ¿cómo encontrar ese punto clave que es el equilibrio? La respuesta que nos puede guiar para encontrar el equilibrio es muy simple –que no es simplista–: determinar lo que sí funciona y produce los resultados que esperamos y cómo los esperamos, y determinar lo contrario, es decir, lo que ya no funciona y que lejos de producir los beneficios que esperamos, genera perjuicios a los grupos y a la sociedad.
Resulta interesante observar los elementos que se mueven alrededor de la modernización de las relaciones laborales en nuestro país: una economía que, obviamente, hoy ya no es como era hace 40 o 50 años; una ley laboral que prevé y regula las relaciones laborales de una economía que ya quedó en el pasado; los intereses creados durante la larga época de los gobiernos priístas para beneficio de los dirigentes sindicales de las cúpulas corporativas y del mismo partido político; la aceptación por muchos de los líderes y actores políticos –por no decir todos– de que es necesario actualizar la regulación legal del trabajo; el rechazo y sus argumentos utilizados, a cualquiera de los 497 intentos (realizados desde 1997) de efectuar reformas a la ley laboral; y, la necesidad de lograr la creación de más empleos y de un mayor crecimiento económico.
¿Cuál es la resultante de este contexto político? Es útil recurrir a los medios de comunicación para enterarse de las declaraciones y afirmaciones hechas en las últimas semanas por los actores e interesados en el tema; podremos apreciar los motivos descubiertos y también los encubiertos que se manejan para el asunto de la reforma laboral.
Encontremos las dos posiciones básicas del momento de tomar las decisiones: quienes están a favor y los que rechazan las reformas. De entre los argumentos que están a favor, destaquemos los propios de la iniciativa preferente de reforma laboral propuesta por el presidente Felipe Calderón, y señalemos algunos elementos (sitio de la presidencia en la red): un objetivo es “lograr que las relaciones laborales se desarrollen en la formalidad, fortaleciendo los mecanismos para hacer efectivos los derechos laborales que la ley prevé”; de los aspectos a incorporar en la ley están: “nuevas modalidades de contratación formal para facilitar que jóvenes y mujeres obtengan experiencia laboral y capacitación o para conciliar su vida laboral y familiar” (o estudiantil), “regular adecuadamente la subcontratación u outsourcing…” (hace responsables a patrones e intermediarios para no evadir las obligaciones con los trabajadores), “propiciar mejores condiciones laborales para los trabajadores del campo, trabajadores domésticos y para proteger la integridad y la vida de los trabajadores mineros”, “defender el derecho de huelga de los trabajadores, recuperando su esencia como elemento equilibrador de las relaciones laborales, para que éstas no se prolonguen indefinidamente en perjuicio de empresas y de los propios trabajadores”, etcétera.
En relación –en la misma iniciativa de reforma– a los beneficios señala: “brindar mayor certeza jurídica a los sectores productivos, a través de mejorar la impartición y modernización de la justicia laboral”, y “promover la transparencia y efectiva rendición de cuentas en las organizaciones sindicales, a favor de sus agremiados, con absoluto respeto a la autonomía y libertad sindicales”. Para el acceso al mercado laboral propone “nuevas modalidades de contratación a prueba y de capacitación inicial y por temporada, para que tengan salario, prestaciones, seguridad social y antigüedad”, y “reconoce el teletrabajo como trabajo a domicilio”. Por lo que respecta a la transparencia y democracia sindicales “establece que el trabajador tiene derecho a recibir información sobre la administración del patrimonio sindical”, “prevé el voto libre directo y secreto en recuentos y elecciones de directivas”, “considera como información pública la relacionada con registros sindicales, contratos colectivos y reglamentos”, y agrega “lo anterior no vulnera la autonomía de los sindicatos, pues sólo le obliga a proporcionar información a los miembros y no a la autoridad o a terceros”.
Ahora, ¿cuáles son los argumentos que presentan quienes rechazan la reforma? Por citar algunos: “Senadores y diputados del Frente Parlamentario Progresista, que integran PRD, PT y MC, se reunieron con dirigentes de UNT en el senado y acordaron actuar de manera conjunta para rechazar la iniciativa…, porque es inconstitucional, viola los derechos humanos, atenta contra los derechos establecidos y busca favorecer a los patrones”, el ex priísta Manuel Bartlett, ahora del PT, “refrendó… [el] rechazo absoluto a esa reforma” por ser neoliberal, la senadora Dolores Padierna dice que “esta reforma es violatoria de diversos ordenamientos legales (del Artículo 123 constitucional), la Convención Americana de Derechos Humanos…, el convenio 187 de la OIT, relativo a la libertad sindical”. El diputado federal priísta Patricio Flores, Secretario General del Sitatyr, afirma que “La reforma laboral de Calderón es una bomba que estallaría a Peña Nieto” (tomado de La Jornada, 20 septiembre).
¿Cómo entender este cuadro? Ciertamente es difícil –no el tener claro el panorama porque sí lo es–, el llegar a acuerdos que, en alguna forma, todos ven necesarios, pero que las posiciones partidistas o de intereses particulares impiden y encubren, como principalmente lo es la transparencia y rendición de cuentas de los sindicatos.
El rechazo a adecuar las relaciones laborales a la actualidad de nuestra economía y a la realidad laboral que ya vivimos –aunque algunos parecen no aceptar–, conservando lo que sí funciona y cambiando o renovando lo que ya no funciona, es similar al rechazo a la reelección legislativa que hicieron ciertos legisladores de la pasada legislatura, y que hoy se encuentran, nuevamente, en la cámara distinta a la que estaban. ¿Podrán superar los atavismos? n