Hay feria bonita… de la desigualdad / Mar profundo - LJA Aguascalientes
16/11/2024

Cuatro jóvenes asisten este fin de semana a la Feria de San Marcos. Ellos se instalan afuera de los denominados “antros”. Con un par de cervezas se dedican a platicar entre ellos cuando en determinado momento un grupo de jóvenes con evidente  poder adquisitivo se les acerca para invitarlos a entrar. Los jóvenes invitados se asombran por el tipo de bebidas que se piden, todo tipo de alcohol, pero sobre todo que los jóvenes ricos pagaran una cuenta de cerca de 100 mil pesos en el antro. La cantidad a mí aún me sorprende. Quiero pensar que fueron 10 y no 100 mil lo que pagaron al finalizar la noche.

La Feria de San Marcos es motivo de gusto, disgusto, malestar, odio, regocijo, o perdición. Por donde usted lo vea, las opiniones respecto a la Feria siempre serán encontradas y difícilmente habrá consenso al respecto. No es gratuito el decir que “Cada quien habla como le va en la feria”, así que las opiniones siempre serán diversas.

La feria de Aguascalientes es el espacio más plural que existe en un ambiente de clara división, clasismo, y abuso a pesar que de que es la temporada de mayor oferta cultural y artística en el estado. Con todo y ello, y considerando todos los esfuerzos que las instituciones gubernamentales quieran publicitar respecto a la derrama económica, los Aguascalentenses no somos ajenos a que la Feria de San Marcos muestra distintas clases sociales y sus estereotipos haciendo evidente la falta de sensibilidad y respeto de nosotros como ciudadanos en las prácticas cotidianas, mismas que se intensifican durante la “fiesta abrileña”. Y es que la desigualdad, la violencia, la exclusión y sectarismo que se vive en Aguascalientes y que generan conflictos a lo largo del año quedan reducidos a un territorio geográfico delimitado como perímetro ferial, el cual a su vez es subdividido por espacios apropiados por distintos grupos sociales, en especial aquellos que no tienen el poder económico de entrar a algunos de los muchos espacios comerciales que brindan exclusividad. Así, el ciudadano de la periferia social vuelve a ser periferia y deambula por las calles buscando ser incluido en un ambiente de exclusión, pero que una vez que logra apropiarse de algo, no falta quien busque apropiarse al por mayor. Así, ya no sólo es el territorio sino quienes también participan en él, de forma tal que las mujeres evitamos caminar por ciertas zonas por temor a que alguien quiera apropiarse también de nuestro cuerpo. Calles, áreas, zonas son etiquetadas para “cholos”, “hipsters”, “rockeros” y “sombrerudos”, mientras que el resto, los que pueden, se apropian de los espacios en donde para entrar hay que pagar y consumir, aunque si eso no sucede también son excluidos.

A pesar de toda la inversión a los espacios físicos traducidos en un amplio despliegue de infraestructura, y como si fuera competencia de cada sexenio gubernamental,  ya sea con calles más anchas, con fachadas al estilo playero, con antros sofisticados y con feos e imprácticos puentes, la Feria de San Marcos no ha cambiado. La dinámica se repite año con año, la oferta mayor o menor sigue siendo la misma, y las prácticas ciudadanas dejan todavía mucho, mucho que desear. Los Aguascalentenses aún no hemos visto a la feria como lo que debería ser, un espacio plural y de convivencia respetuosa e incluyente. Y es que si bien la historia de la feria nos remite a sus orígenes comerciales, la feria debe ser más que un mercado de alcohol, más que una jugada en el casino o que una canción de banda.  La Feria representa la oportunidad de romper barreras sociales, de generar diálogos que enriquezcan nuestros propios procesos de entendimiento, que promuevan la interculturalidad y el respeto a los derechos de todos.

Seguramente como se vaya esta feria vendrán otras, de la misma manera que muchas más se han ido. Vendrán los informantes para decir que realizaron miles de actividades, en donde se recibieron millones de visitantes que dejaron todavía más millones de pesos. Y los Aguascalentenses seguiremos viviendo igual, recluidos en nuestro micro-mundo, temerosos de los otros, aquellos que alguna vez vimos en la feria y que les tuvimos miedo. Aquellos que tampoco quisieron, o nosotros supimos, cómo convivir con los otros. Vendrá otra feria en la que habremos de cuidarnos de caminar en sus calles y seguiremos en el asombro de lo que la desigualdad, violencia, inequidad, intolerancia nos presenta a cada paso. Pasará la feria y en el único espacio de convivencia plural se perderá la oportunidad de una mayor integración social.

Lo que haya pagado aquel grupo de jóvenes en el antro no deja de sorprenderme, a pesar de que para los organizadores de la feria sea lo mejor que pudiera suceder. El empresario que paga su espacio comercial finalmente está siendo compensado por el cliente. Y este modelo se replica, y se replica y se replica una vez más. Mientras tanto, la gente verá a la feria desde su trinchera, porque sólo desde ahí sabemos convivir.   


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1 thought on “Hay feria bonita… de la desigualdad / Mar profundo

  1. Mmmmm…soy de Aguascalientes capital. Nací aquí. Aquí nacieron cuatro generaciones en orden ascendente en mi familia hasta donde sé. Y según me lo han contado SIEMPRE HA SIDO IGUAL. Yo misma lo he vivido así. Para mi éste tiene un trasfondo cultural, político y social que se arrastra desde que se fundó la ciudad. No es de extrañarse pues…no logro encontrar el sentido de la nota…será que para mi la palabra “incluyente” y “plural” se me antojan redundantes. Si las utiliza luego entonces las necesita para plantear una anécdota que se cuenta sola.
    Quién les da trabajo??? Es periodista????

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