Juan Bañuelos, el trueno que brota de la tierra - LJA Aguascalientes
22/11/2024

El signo que corresponde a Juan Bañuelos es el Trueno, apuntó Octavio Paz en el prólogo a Poesía en movimiento, México 1915-1966, y caracterizaba esa voz que “no nace arriba: brota de la tierra. Es una protesta de abajo”. Ayer, a los 84 años de edad, falleció el poeta chiapaneco en la Ciudad de México, debido a complicaciones respiratorias.

En 1960, cinco poetas mexicanos publicaron el volumen colectivo La espiga amotinada, que incluía los siguientes poemarios: Puertas del mundo, de Juan Bañuelos; La voz desbocada, de Óscar Oliva, La rueda y el eco, de Jaime Augusto Shelley, Los soles de la noche, de Eraclio Zepeda, y El descenso, de Jaime Labastida. Sobre el fallecimiento de Bañuelos, Labastida señaló: “Fuimos amigos desde 1957. Fue un amigo entrañable, puedo decir mi hermano. Los que constituimos La espiga amotinada ya nos estamos yendo: primero Eraclio, ahora Juan. Me duele muchísimo, no tengo palabras”.

Juan Bañuelos fue miembro fundador del Ateneo de Chiapas, así como un destacado coordinador de talleres de poesía de la UNAM y de las universidades de Guerrero, Querétaro, Sinaloa y Chiapas. Su obra fue traducida al checo, polaco, húngaro, noruego, sueco, búlgaro, rumano y alemán.

Espejo humeante fue el primer poemario que obtuvo el Premio de Poesía Aguascalientes (tras transformarse de Juegos Florales a premio nacional que reconocía un libro de poemas), en 1968; en su prólogo a Antología, Premio de Poesía Aguascalientes, 1968-2007, 40 años, Juan Domingo Argüelles considera que representa la oscilación que refleja el contexto de la época”, con referencia a que en esos años la poesía oscila entre la experimentación del lenguaje, del habla poética y la denuncia social.

Carmen Alardín, en la nota introductoria a Material de Lectura 125 publicado por la UNAM, enfatiza que por la capacidad de observación y cuidado en el detalle del poeta, así como el don para brindar un paisaje con acción: “Bañuelos pertenece a esa casta de poetas notables que a pesar de trasladarnos a calidades insospechadas de lo abstracto, no descuida los pequeños detalles cotidianos tales como el vuelo de las palomas, el paso de los grillos o la madre inclinada amorosamente sobre el hijo. Hay tal intensidad en esos detalles, que cada línea podría ser un poema completo en su propio universo, y sin embargo participa de todos los demás versos, formando parte de una galaxia interminable (…) demuestra que el hecho de detenernos en un árbol, no nos impide ver el bosque, sino que nos proporciona del bosque una dimensión enriquecida y nueva, nos lleva a conocer el bosque como la parte esencial de nosotros mismos. ¿Es que al fin se nos da la metafísica del árbol? Es que la poesía debe llevarnos a esa dimensión metafísica no sólo del paisaje, sino de todos los objetos en donde se pose”.

Marco Antonio Campos, poeta y amigo cercanísimo a Bañuelos, destacaba del chiapaneco su intuición para la poesía, “primero y ante todo, es un poeta, y cuando acierta, que no es pocas veces, un poeta mayor. Es una rama de ese árbol donde estarían Efraín Huerta y Jaime Sabines”. Sin cortapisas, Juan Gelman escribió que la voz de Bañuelos es una de las más poderosas de la poesía en lengua castellana: “No es un literato adobado en tinta y de tintero. Es un poeta y sabe que ‘las palabras son hijas de la vida’. Su voz se instala en la historia, pero no de cualquier manera: “Él oye el habla de las cosas y está atravesado por el tiempo de todos. No sólo el de hoy. Este chiapaneco recorre la realidad con ojos antiguos muy presentes y provoca el encuentro de misterios (…). Su palabra abraza a la Naturaleza para volverla infancia y devolverla al lugar que nadie puede escupir. Aquí asoma el prodigio: Bañuelos funde su mito personal con los mitos colectivos del pasado y en su materia irreductible encuentra brillos de futuro. Es, como quiso, agua para todos que nunca se agota.”

“Sus imágenes tienen cara de recién sacadas de la tierra. Viven en estado constante de admiración, asombro y estupor. Estremece estas páginas una atención ética a ‘las luchas de los hombres y las batallas del espíritu’ y, sobre todo, al enigma humano. Juan Bañuelos no va al pueblo, es pueblo desde allí, desde su humildad y su fulgor, desde la explotación, el hambre, la pobreza. De todo Juan sabe extraer belleza y esperanza, y esto es un milagro. Lo verdaderamente milagroso de los milagros, avisó Chesterton, es que a veces se producen.

“En Bañuelos todo se vuelve otro y jamás despide el olor a moho de la costumbre poética. No mira lunas fósiles. En su poesía estallan viejas cóleras y sufrimientos de un pasado que presenta facturas todavía sin pagar. En la contradicción de esa no contemporaneidad con el presente que no la resuelve, Bañuelos avizora cargas de porvenir. Y no hay distancias entre tal saber memorizado y los territorios de la infancia, porque ni el uno ni los otros aceptan la injusticia. Toda injusticia mutila al niño de los hombres.

“La poesía de Bañuelos no sólo ocupa la unidad de los contrarios: también ciñe la unidad de la unidad y los contrarios. Su palabra es joven, clara, vivida, y corrige lo que pasó. El dueño de esa palabra habrá nacido en 1932, pero tiene más de cinco siglos en su edad. “Con los que no conozco ni me conocen, caigo”, dijo. Y cumple con su propósito de tiempo: “abarcar todas las épocas”.


Falleció Juan Bañuelos, el poeta, sigue resonando el poderoso trueno que brota de la tierra, su poesía, sigue resonando.

 

*

 

Nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el 6 de octubre de 1932. Poeta. Estudió en las facultades de Derecho, Filosofía y Letras; y en la de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Ha sido coordinador de los talleres de poesía de la UNAM y de las universidades de Guerrero, Querétaro, Sinaloa y Chiapas. Miembro fundador del Ateneo de Chiapas; perteneció al grupo La Espiga Amotinada. Su obra ha sido traducida al checo, polaco, búlgaro, húngaro, noruego, sueco, rumano y alemán, y grabada en la colección Voz Viva de México de la UNAM. Colaborador de Carte Segrete, Estaciones, México en la Cultura, Poetmeat, Revista Mexicana de Literatura y Tri Quarterly. Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1968 por Espejo humeante. Premio Chiapas en la rama de Arte, 1984, por su destacada aportación a la lírica de México. Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer 2001 por El traje que vestí mañana. Premio Xavier Villaurrutia 2003 y Premio de Poesía José Lezama Lima 2005 al mejor libro extranjero, otorgado por Casa de las Américas, por A paso de hierba.

Selección de publicaciones:

Puertas del Mundo, en La Espiga Amotinada (colectivo) Fondo de Cultura Económica (FCE), Letras Mexicanas, 1960

Escribo en las paredes, en Ocupación de la palabra, (colectivo) FCE, Letras Mexicanas, 1965

Espejo Humeante, Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA)/ Joaquín Mortiz, 1969

No consta en actas, Instituto Politécnico Nacional, México, 1971

Destino arbitrario, ed. Papeles Privados, México, 1982

Espejo humeante y Destino arbitrario, Secretaría de Educación Pública, ed. Lecturas Mexicanas, 1987

Poesía de Juan Bañuelos, (selección y prólogo de Raúl Hernández Novás), Cuba, Cuadernos Casa de las Américas, 1988

Donde muere la lluvia, Guadalajara, Luvina, México, 1992

El traje que vestí mañana (Antología personal), Plaza & Janés 2000

Vivo, eso sucede, Fondo de Cultura Económica, 2012


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Director editorial de La Jornada Aguascalientes
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