En México celebramos hasta el día del taco, pero la de hoy es una conmemoración peculiar y hasta irreal, pues más allá de ser algo tangible, es una ilusión. El 7 de septiembre de 2001, la Asamblea General de la ONU decidió que, a partir del 2002, el Día Internacional de la Paz será rememorado cada 21 de septiembre, es decir, hoy.
En dicha declaración, quedó asentado que este día se observará en adelante como un día de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial, a fin de que todas las naciones y pueblos se sientan motivados para cumplir una cesación de hostilidades durante todo ese Día. En este acuerdo se invitó a todos los Estados Miembros, a las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas, a las organizaciones regionales y no gubernamentales a conmemorar de manera adecuada el Día Internacional de la Paz realizando, entre otras cosas, actividades educativas y de sensibilización de la opinión pública, y a colaborar con las Naciones Unidas en el establecimiento de una cesación del fuego a nivel mundial. Y como aquí somos bien obedientes de los designios internacionales, tenemos actividades en todo el país para que la fecha no pase desapercibida.
Una de ellas que se realiza para enmarcar estos festejos es la designación de La Orden del Águila Azteca, la más alta condecoración que se les otorga a los extranjeros en México y que fuera creada por decreto el 13 de septiembre de 1932 como un premio dado a los extranjeros por servicios humanitarios. Es un reconocimiento similar a las condecoraciones otorgadas a ciudadanos mexicanos como la Condecoración Miguel Hidalgo o la Medalla Belisario Domínguez del Senado de la República. Todas estas distinciones son elegidas por un consejo a propuesta del titular del Ejecutivo y algunos galardonados durante este sexenio fueron Bill Gates (2007); Franz Beckenbauer (2007); Luiz Inácio Lula da Silva (2007); Michelle Bachelet (2007); Felipe, Príncipe de Asturias (2008); Reina Margarita II de Dinamarca (2008); Príncipe Guillermo de Holanda (2009); Princesa Máxima de Holanda (2009); entre algunos otros que merecieron el reconocimiento del Estado Mexicano, aunque la mayoría de nosotros ni cuenta nos dimos.
Pues en esta ocasión y para cerrar con broche de oro la desprestigiada administración calderonista, el condecorado es Paul David Hewson, mejor conocido como ‘Bono’, quien ayer recibió la Condecoración de la Orden Mexicana del Águila Azteca, en grado de Insignia.
Y no es vacilada, está incluso plasmado en nuestros documentos oficiales, pues según el Diario Oficial de la Federación, donde se publicó el acuerdo este jueves, el vocalista de la banda de rock U2 es premiado por su labor para combatir la pobreza extrema en regiones marginadas del mundo, no precisamente en México, pero vayan y pregúnteles en África y Asia para que vean que es merecidísimo.
El Gobierno mexicano justifica en su exposición de motivos ante el consejo que la designa, que Paul David ha refrendado su labor a favor de la humanidad al ser cofundador de la Organización The One, encaminada a combatir la extrema pobreza y las enfermedades prevenibles en países subdesarrollados, como el nuestro, nada más que no nos ha tocado, pero seguramente la condecoración servirá de presión para que esos millonarios filántropos volteen a ver nuestras necesidades y por qué no, hasta inviertan en el Teletón.
Cabe señalar que la condecoración no se la darán en nuestro país, será entregada en la ciudad norteamericana de Nueva York, a donde acudirán, con cargo al erario, Calderón y su comitiva.
Es sorprendente que somos un país repleto de injusticias, de pobreza, de violación de derechos y preferimos gastar en condecoraciones y reconocimientos banales.
Este día debemos reflexionar en la capacidad que tenemos los mexicanos de alcanzar la paz, no sólo en las calles, sino en lo particular. Hay que encontrar en qué hemos fallado como ciudadanos, en qué errores hemos caído para generar nosotros mismos violencia desde nuestras respectivas trincheras.
Primero, antes de dar reconocimientos a extranjeros, debemos lograr como sociedad reparar el daño a nuestras víctimas; reconciliarnos como una comunidad y aceptar el éxito ajeno, reconsiderar que a este país no lo detiene nadie, sólo nosotros mismos. Y no olvidar que hay millones que sufren y han sufrido por nuestra indiferencia y olvido, no se puede pensar en un Estado con paz si no tenemos a nuestras víctimas en el pensamiento y más aún, si no contemplamos la solidaridad ciudadana como nuestra única opción.
Este sexenio cerrará con más 5 millones de personas que denunciaron haber sido afectadas directa o indirectamente por delitos graves. Son sólo el 2 por ciento del total que hoy es una víctima ignorada en México.
No esperemos a que un obsoleto y burocrático Instituto de Atención a las Víctimas del Delito nos haga justicia y tampoco esperemos que una bola de lambiscones de la Secretaría de Relaciones Exteriores nos dé un reconocimiento. La paz está a nuestro alcance, no la añoremos como algo fantástico e inalcanzable.
* Presidente del Movimiento Ciudadano en Aguascalientes