El proyecto político que inicia con la constitución del Frente Democrático Nacional y que posteriormente se convierte en el PRD, se encuentra en una fase de agotamiento.
Comparto la percepción de Federico Berrueto, que el PRD nace como un partido de caudillos y cuando se plantea formar una estructura más horizontal no pudo sustituirla por un modelo de decisiones colectivas y respeto a las reglas internas.
Cuando el PRD no tiene un caudillo que lo guíe, pierde la brújula, principalmente por dos razones: la falta de un proceso de conducción que determine con mayor claridad el tipo de izquierda que pretende ser, y por la falta de vida institucional. Las reglas internas son sustituidas por acuerdos entre corrientes.
Se suman una serie de errores de dirigentes y gobernantes, que tenían el encargo de representar al partido de izquierda más importante en la historia política contemporánea, que fallaron en su encargo o que no hicieron gobiernos suficientemente buenos.
Hoy el PRD se encuentra en una encrucijada y buena parte de su futuro político se va a determinar en el proceso electoral de 2018. Puede convertirse en un partido bisagra que determine la elección presidencial, o en un instituto político en proceso de extinción.
Ante la incertidumbre de futuro político, hoy vemos a muchos personajes que se encumbraron con las siglas de ese partido, y al igual que las ratas, abandonan el barco en busca de quién les dé posibilidades de seguir obteniendo cargos públicos.
Miguel Barbosa es el mejor ejemplo de la descomposición y la promiscuidad política en la que se encuentran muchos de los dirigentes de partidos políticos en México.
En el caso particular de este personaje, sus antecedentes provienen de las filas del PRI en Puebla. Como síndico de Tehuacán, entra en conflicto con el presidente municipal, sale del PRI para incorporarse al PRD. Ya en el PRD obtiene una postulación a una diputación federal por la vía plurinominal.
Su personalidad es una rara mezcla de macho, conservador, católico devoto y político pragmático que opera una serie acuerdos sin el menor resquicio de escrúpulo político.
Llega a la Senaduría por la vía plurinominal y por la corriente nueva izquierda. Y aunque no era la prioridad para estar al frente del grupo parlamentario, se le pega hasta la saciedad a Jesús Zambrano entonces presidente del PRD, para que lo nombre líder de la fracción parlamentaria en el Senado.
Cuando siente que tiene suficiente poder político, empieza a hacer negociaciones por su cuenta y se acerca primero a Miguel Ángel Mancera, y lo anuncia como su candidato a la Presidencia de la República sin consultar a sus compañeros de corriente.
Siempre ha mantenido una posición muy crítica hacia Andrés Manuel López Obrador. Andrés lo ubica y conoce muy bien, antes de ser senador de la República era el dirigente nacional de la corriente nueva izquierda, su paso por esa responsabilidad dañó severamente la vida interna del PRD.
Al frente de nueva izquierda, se condujo como el político más inescrupuloso para pactar acuerdos con las distintas corrientes del PRD. Anulaba procesos internos, cambiaba listas de votantes, corrompía a dirigentes de otras corrientes, etc.
Su trayectoria política en Puebla es ampliamente conocida y está muy desprestigiado. No se comporta como un dirigente político, las personas que trabajan con él son empleados a los que él da órdenes y los demás obedecen independientemente si las medidas son justas o no. Es más, un dictador que un líder partidista.
Como político pragmático que es, calcula que con este salto va a poder garantizar su permanencia política si Andrés llega a la Presidencia, pero creo que se equivoca. Andrés lo conoce bien, en este momento no dice nada porque son tiempos de sumar en su carrera a 2018, pero los acontecimientos lo van a poner en su lugar.
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