If I may say so / Mar profundo - LJA Aguascalientes
22/11/2024

If I may say so:

used for introducing a personal comment when you know that the person you are speaking to may find this offensive

 

La música acompaña mis actividades cotidianas o viceversa. Busco en Spotify las lista de reproducción musical que mi pareja de manera admirable crea desde su perfil. Es así que decido escuchar una de sus listas más recientes. En un momento las melodías o canciones se convierten en diálogo y resulta ser una maravillosa entrevista a Glenn Gould de cuyo trabajo mi pareja es un experto. Escucho atenta la entrevista en inglés cuando de repente llama mi atención la frase “If I may say so”. El entrevistador Tim Page hace una acotación a la pregunta hecha anteriormente al intérprete. Con una intención que se percibe no sólo en la expresión sino también en la entonación, a manera de disculpa el entrevistador espera que la pregunta no sea una ofensa para Glenn y como una forma también de autorización posterior al cuestionamiento. Pienso en la disculpa, en el permiso, lo permisible y lo que no nos está autorizado preguntar o expresar. ¿Qué habrá pasado por la mente de Tim Page para hacer esa acotación? ¿Qué hubo en la expresión de Glenn Gould en ese momento?

Las redes sociales inundan nuestra vida cotidiana. Causan encuentros y también desencuentros. Crean personajes, los recrean y nos recrean a partir de nuestras intervenciones. Generan un imaginario que va en todos los sentidos. Las redes también han sido foros, plataformas y estandartes de muchos de los participantes. Aquel chismógrafo tan popular en los años 80, podría considerarse la antesala para lo que hoy en día son también las redes sociales. Preguntas como tu nombre, tu color favorito, tu fruta predilecta, el nombre de tu mejor amiga, siguen en Facebook pero se responden en forma de memes, estados de relación, fotografías. Sin embargo, si el chismógrafo con toda su banalidad y pérdida de tiempo fuera tan popular hoy en día y además procediera a Facebook quizá las preguntas abarcarían también temas relacionados con la ideología social, política, sistema económico, defensa de las mujeres, de los niños, de los animales, migración, entre otros temas. Y si pensamos en cómo redactar las preguntas, no es descabellado considerar aquellas como: ¿Estás a favor del sistema capitalista o socialista? ¿Políticamente te consideras de izquierda o de derecha?  ¿vegetariano o no vegetariano?  La plataforma de una postura ideológica desde la cual observar, enjuiciar y criticar al otro.

Pero Facebook ha traído también otra problemática. La propiedad intelectual del comentario. Es decir, nos ha hecho creer que sólo por decirlo, publicarlo en nuestro muro, nos convertimos en propietarios no sólo de un comentario, sino de toda una corriente ideológica que hemos de considerar como nuestra ante cualquiera que ose, o haya osado en cuestionarla desde cualquier perspectiva. Y entonces, si bien se busca adherencia, al mismo tiempo exigimos una propiedad intelectual de un tema y nos atribuimos ser los únicos oficialmente oficializados (sí, así como se lee) por las redes sociales para externar una postura de supremacía moral ante cualquier tema sobre el cual el otro no sólo opine distinto, sino que incluso opine, dejando de lado la posibilidad de diálogo. Y es que en redes no es de sabios cambiar de opinión, no es de sabios acotar un tema, no es de sabios opinar distinto. Si me permiten decirlo, debiera ser la frase con que cada comentario, cada opinión o expresión anteceda aquello que se exprese, y además cuidar de no infringir la propiedad autoral del otro, la moral del otro, la sensibilidad del otro, ¿quién eres tú para decirlo?, ¿quién para comentarlo? Como si para hablar de transporte público tuviéramos que estar forzados a tomar a diario un autobús, como si para hablar de animales habría que forzosamente tener uno, como si para hablar de pobreza habría que vivir en condiciones de miseria, pues sólo se nos permite hablar desde la experiencia personal bajo la condición de haberla experimentado exactamente como el otro, y donde la empatía es incluso una ofensa o una afrenta a quien alguna discriminación haya padecido, porque nosotros nunca sabremos lo que es estar en esa o aquella situación, de manera que para hablar o incluso hacer una alusión habría que solicitar  el permiso para hacerlo.

Y no son propiamente las redes sociales las que habrá que culpar y quizá tampoco las que haya que atender, sin embargo, no dejan de ser un reflejo de la insistencia a la ideología correcta, lo que sea que ella signifique. De la postura de YO, de la proyección del YO, pero algunas veces un Yo egoísta oculto en la falaz facultad al único derecho de opinión. Ojalá en verdad pudiéramos expresar nuestras opiniones sin el comentario al pie de página a manera de la disculpa, de permiso confiando en que la intención del otro fue participar en el diálogo, quizá aprender en el diálogo, escuchar al otro o asimismo a través del diálogo, y no tenga que estar seguido de un “si me permiten decirlo” como condición de expresión.

Comentarios: La autora de esta columna se disculpa para quien se haya sentido aludido a lo largo del texto. No es nada personal, es sólo una reflexión general derivada de diferentes situaciones. Recientemente ella escribió que le gusta la lluvia en su muro, al momento de escribirlo sintió que debió hacer una acotación para quienes consideraran una falta de sensibilidad para quienes se mueven a pie. Sin embargo, aclara que este domingo caminando la lluvia la encontró, por lo tanto, espera de ahora en adelante cuando hable de lluvia ya no tenga que disculparse. ¡Sí se mojó!



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