Tu derecho a decidir / Opciones y decisiones - LJA Aguascalientes
23/11/2024

La verdadera conversación aún no comienza y ya están surgiendo impugnaciones que huelen más a difamación viperina que a conocimiento cierto y fundado. Me refiero a una sumaria opinión vertida en los mentideros irresponsables y facilones del Whatsapp acerca de la Fundación Intervive, A.C., o en comentarios a su página Web, que sin mayor razonamiento chatea: “Intervive, sí lo conozco esa institución. Pero eugenesia y eutanasia, son sinónimos de nacer bien y morir bien, respectivamente”. Dicho contra el lema de su presentación: “Queremos cuidarte. Bien nacer, bien vivir, bien morir”. (https://goo.gl/V2Q9Ts). Apotegma que nace como gran síntesis de la filosofía del cuidado a la persona humana que, francamente dicho, se deriva de lo más granado del Personalismo cristiano, Emmanuel Mounier-J. Maritain y del pensamiento judaico vertido en la Filosofía de la Trascendencia, Martin Buber-Emmanuel Levinas-Franz Rosenzweig-, ambas corrientes acreditadas del pensamiento moderno de más profundo humanismo y sentido crítico de la Bioética.

El objeto social fundante de Intervive, A.C., en efecto, es la prestación de servicios en Cuidados Paliativos a enfermos oncológicos con diagnóstico terminal y enfermos crónico-degenerativos en fase avanzada, entre los que se presenta eventualmente también sintomatología diversa por causa de demencia, incluida la senil; ambos conjuntos de pacientes transitan por fases progresivas y probablemente irreversibles de dolor severo. De ahí la necesidad y, digámoslo sin rodeos, el imperativo humano y Bioético de “paliar”/”aliviar” el dolor. Quien ha sido testigo del excruciante dolor que aqueja a un ser querido, sabe que un estado tal clama con gran poder al recurso apremiante de buscar alivio, so pena de sufrimientos indecibles y evidente pérdida de calidad de vida. Y además, sabemos que todo enfermo sin los cuidados debidos termina por enfermar a los de su entorno, dígase enfáticamente a su cuidador-a principal y familia.

El dolor sentido en carne viva, es un hecho palpable, impide la claridad de pensamiento, de temple de ánimo y de serenidad para tomar decisiones sensatas y razonables, y desde luego ante todo de poder estar en condiciones de pleno funcionamiento, como prerrequisito esencial de la salud. Que no se confunda, por favor, la intervención médico-clínica inspirada por un sano humanismo, con la supuesta exigencia moral de soportar el sufrimiento insoportable o leve como imperativo de fe; a este tipo de argumento falsamente imbuido de “cristianismo”, hay que responder que precisamente bajo la óptica salvífica de Jesucristo, él asumió su dolor y sufrimiento cruento en la cruz, como un “dolor vicario”, es decir “haciendo las veces de la humanidad entera”, y por ello al final, exaltado como sumo sacerdote -o vicario- y ascendido a la gloria de su Padre. Su misión, por tanto, es liberadora del mal y del dolor, en manera alguna para infligirlos a sus redimidos. ¿O, no?

De manera que se impone atender el primer imperativo de la Ética: ¡Sé inteligente! Y, para ilustrarlo, es oportuno referirnos a tres definiciones fundamentales: – 1) Distanasia es: El encarnizamiento, obstinación o ensañamiento terapéutico. Es el empleo de todos los medios posibles para prolongar artificialmente la vida. 2) Ortotanasia es: La intervención mediante los Cuidados Paliativos que se administran para mantener la mejor calidad de vida posible hasta la muerte; afirman la vida y consideran la muerte como un proceso natural: ni la aceleran ni la retrasan. Su etimología se deriva de los vocablos griegos orthos que significa “recto y ajustado a la razón” y thanatos que significa “muerte”. Y su sentido es el de actuación correcta ante la muerte por parte de quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable o en fase terminal. 3) Eutanasia es: En su origen etimológico ‘Eu’ (bien), thanatos (muerte). Y se define como la acción u omisión que acelera la muerte de un paciente desahuciado, con su conocimiento o sin él, con la intención de evitar sufrimiento y dolor.

Para comprender la diferencia intrínseca que distingue a cada uno de estos términos en torno a la muerte, es oportuno referirse a lo que la Guía General de Cuidados Paliativos así como Los Procesos Señalados en la Guía del Manejo Integral de Cuidados Paliativos. (Fuente: 1a. Sesión Ordinaria celebrada el día 3 de diciembre de 2014, el pleno del Consejo de Salubridad General, acordó emitir el siguiente: Acuerdo por el que El Consejo de Salubridad General Declara la Obligatoriedad de los Esquemas de Manejo Integral de Cuidados Paliativos), que se define en el apartado: Los objetivos médicos: Que deben ser coincidentes con las expectativas de los pacientes y su familia. No hay respuesta fácil a todos los cuestionamientos, pero los profesionales de la salud deben permitirse la oportunidad de explorar y discutir estos temas con un lenguaje comprensible, para mejorar la calidad de atención con enfoque humanístico, en decisiones clínicas complejas en enfermedades avanzadas, al final de la vida.

Para abundar en el tema de la diferenciación entre uno y otro procesos, -digamos que se trata de un criterio de definitividad- no es lo mismo suspender un tratamiento que ha mostrado futilidad terapéutica en un contexto de enfermedad avanzada, terminal o inminencia de la muerte (otorgando siempre el manejo sintomático necesario), que buscar de forma intencionada acortar la vida del enfermo.

Gómez-Lobo, profesor de metafísica y de filosofía moral en la Universidad de Georgetown, en Washington afirma: La idea de que la vida se debe juzgar por su calidad nos retrotrae a los antiguos filósofos griegos, es un concepto que abarca diversas dimensiones de la vida, pero en el área de la salud la expectativa de una baja calidad de vida se ha convertido en una racionalización estándar para justificar la eutanasia, sin embargo, proclamar que se beneficia a una persona matando a alguien con una baja calidad de vida es “profundamente malo”. Una persona que sufre de problemas de salud “está gozando todavía del bien básico de la vida, un bien que se distingue de cualquier mal que la persona pueda experimentar”. Además, es “una presunción intolerable” para un observador externo el juzgar que la vida del paciente “no es digna de vivirse”.

El autor Diego Gracia pone el énfasis en unos buenos cuidados paliativos y en técnicas como la sedación terminal, y considera que la eutanasia debe ser siempre el último recurso (…). Dos opiniones con las que la Fundación Intervive, A.C., está más de acuerdo y aplica en su práctica médico-clínica; y da preferencia al criterio de aplicación, en los casos extremos, de la sedación paliativa.

En México, este dilema en situación terminal de la vida, es también abordado con apertura a la opción final de eutanasia. Tal es el caso del reconocido catedrático de la UNAM, Dr. Arnoldo Kraus quien explica: “Los seres humanos son en sí mismos un fin, carecen de valor relativo -no tienen precio-, y tienen, en cambio, un valor intrínseco, esto es, dignidad. Eutanasia y dignidad constituyen un binomio inseparable. Solicitarla, y llevarla a cabo es la decisión más compleja para cualquier ser humano. Quien pide morir enaltece dos valores fundamentales: autonomía y libertad. La autonomía es uno de los principios de la bioética. La dignidad humana, pensaba Kant, es una cuestión ética que radica precisamente en la autonomía. Reescribo con otras palabras. Cuando la vida se agota y la muerte se prolonga, es necesario repasar la vida, hacer un alto, sumar y restar. Si la irreversibilidad de la enfermedad sepulta dignidad y autonomía, morir con la frente en alto es una opción válida. Aquel que ejerce su autonomía y precipita el final -mejor acompañado y asesorado-, enaltece su dignidad y sus valores. Recurro a Petrarca: “Un bello morir honra toda la vida”. Con Petrarca escribo: La vida es un derecho, no una obligación”. (Fuente: Nexos. Junio 2015. Arnoldo Kraus. Cap. III. El difícil camino: Eutanasia y suicidio Asistido).


Aplicar el segundo imperativo bioético: ¡Sé responsable! Aun así, profesionales de la medicina como él, podemos apreciar, “no recetan” la eutanasia, apelan a un elevado imperativo de deliberación bioética, antes de tomar una decisión definitiva que zanje la situación límite irreversible de un enfermo. México, ahora, cuenta ya con una visión oficial integradora e integral acerca del abordaje del término de la vida humana, de manera que el órgano federal superior en materia de Salud, el Consejo de Salubridad General, se ha pronunciado acogiendo las mejores prácticas internacionales en la materia, y sin empacho incorpora términos inéditos en la normatividad oficial como: la espiritualidad de la persona humana.

Siempre, creo yo, deben prevalecer las notas esenciales de la libertad, autonomía, dignidad y humanismo personal -informado por la conciencia moral y la espiritualidad-, lo que sintetiza el tercer imperativo bioético: ¡Sé raciocinante! Es decir, delibero, a la hora oportuna de determinar mi derecho inherente e inalienable de “bien morir”.
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