La guirnalda y el estigma / Lo que uno se encuentra - LJA Aguascalientes
22/11/2024

 

Salir en la nota roja no es cualquier cosa. “A unos les arruina la vida y otros hasta lo presumen”, me cuenta Edgar Terán en una buena charla que tuvimos hace apenas un par de días y sus palabras se pueden leer entrecomilladas en este texto.

Terán, de 27 años, es egresado de la Universidad de las Artes, generación 2010-2014 de la licenciatura en Artes Visuales y lleva dos años a cargo del taller de escultura del Centro de Artes Visuales. “Mi paso por la licenciatura no fue fácil… por la situación económica de la casa…” menciona y desarrolla cómo eso lo llevó a trabajar con materiales que iba recolectando en los alrededores de la universidad, objetos en los que encontraba no sólo características visuales que le parecían interesantes, sino que además discursivamente le funcionaban para hablar de lo que él quería: del barrio, de la realidad de sus “compañeros”. Terán recogía materiales de desecho, basura, lo que ya nadie quería y los convertía en soportes de su pintura. Me platica que para él, esos materiales eran “rechazados” y, de alguna forma, los entendía como sinónimo de aquellos personajes de la nota roja, de los rostros en blanco y negro que tras la riña campal al final de la fiesta del viernes aparecían en la sección policiaca del fin de semana. Encontró en los desechos materiales de la sociedad el reflejo de los estigmatizados en la prensa; “rechazados, igual que estos compañeros después de salir en la nota roja”, me dice y tras su comentario me arriesgo y, sin el afán de ofender le pregunto: ¿basura + basura = algo más que basura?

Su respuesta es sí.

“No me gusta etiquetar, pero sí… de alguna forma…”, prosigue y desarrolla la idea de que a partir de los convencionalismos, de la opinión general y de clichés, empató los soportes con sus modelos para estructurar un discurso más sólido, para hablar de sus “compañeros” y darles un lugar, si bien el estigma ya lo tenían, Terán les ofrecía una guirnalda con sus retratos.

Edgar Terán es un artista en formación a quien hay que reconocerle la disciplina y el oficio, la constancia y las ganas de estar informado, características que no siempre se encuentran en los artistas jóvenes. Algo interesante de mencionar también en su caso es la capacidad de análisis, la toma de decisiones, el colmillo y la honestidad que demuestra cuando sin tapujos me dice que tras darse cuenta de que en su generación había muchos pintando de la misma manera que él, decidió probarse en la escultura. Si bien su capacidad de representación y su manejo del color eran buenos, su pintura “no pegaba muy bien” me platica y de su analogía se desprende la idea de entender al arte como una pelea callejera en la que, para no salir tan mal librado, hay pegar primero o pegar muy bien.

En la búsqueda de un lenguaje más efectivo para su discurso y con la idea de alejarse de la multitud, Terán cambia pinceles por gubias y cartones por cedro rojo, material elegido a conciencia: “Leí sobre maderas y resulta que el cedro es una madera preciosa…” “Quería trabajar con un material bueno, algo distinto a lo anterior… algo que fuera como un homenaje a estos compañeros.” Si me preguntan, la decisión no fue mala. Aguascalientes no se caracteriza precisamente por tener un gran abanico de posibilidades en cuanto a escultores se refiere y, en ese sentido, explorar los caminos de una disciplina poco abordada puede ofrecer frutos si la empresa se toma con seriedad y si existe una idea clara de lo que se pretende expresar a partir de la tridimensionalidad.

Justo eso fue lo que sucedió.

El encuentro de Terán con la talla en madera resultó en una propuesta sólida ya en lo visual como en lo discursivo. Hablemos de Overol naranja-Cedro rojo, escultura con la que gana uno de los premios del XXXVI Encuentro Nacional de Arte Joven en 2016: 5 figuras masculinas talladas individualmente, de pie y colocadas una junto a la otra. La talla sugiere que todos los personajes llevan puesto un overol que hace referencia a los uniformes de los centros de reclusión. 2 tienen rostro y los demás no; manos terminadas y manos apenas sugeridas. Las figuras presentan un buen equilibrio entre la figuración mimética y una estilización intencional, el autor habla de “una deformación gradual en las figuras para decir que los “compañeros” se convierten en monstruos, en algo irreconocible.” Yo agregaría que la indefinición en los personajes también puede referir a la sociedad en general y no solamente a los individuos en los que Terán se basa.


Los pequeños hombres vestidos de naranja aparecen sobre un cubo que no sólo da cuenta de las dimensiones del cedro en donde fueron esculpidos, sino que además propone un basamento, un pedestal, un homenaje; no están a ras de suelo, se erigen sobre un algo que los eleva, que les da otro nivel ¿acaso el lugar que el autor les ha querido otorgar a sus “compañeros” desde que pintaba retratos en materiales de desecho?

Tallar la madera implica un esfuerzo, golpes; implica quitar y no adherir. Posiblemente el autor encuentre un símil entre las cicatrices que va dejando en el cedro y las que nos deja la vida. Pareciera que desbastar tiene más lógica para retratar la realidad que a él le interesa. Pareciera que para Edgar Terán la vida es un gran bloque de madera preciosa en cuyo interior se puede encontrar el yin y el yang y a él tan sólo le toca quitar el material excedente.

Morelos esquina Primo Verdad… ahí hay un museo y en él se exhibe hasta marzo Overol naranja-Cedro rojo.


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