Servidores públicos de la cultura / Mar profundo - LJA Aguascalientes
22/11/2024

El Instituto Cultural de Aguascalientes (ICA) es el instrumento del Estado en la entidad cuya primera función asignada ha sido promover el desarrollo de la cultura, así lo establece el artículo tercero de la Ley del Instituto Cultural de Aguascalientes. Desde su conformación como Instituto Cultural en 1985 el ICA, que pasó de ser Casa de la Cultura a transformarse en una institución de carácter descentralizado del Gobierno del Estado, ha sufrido cambios derivados más de prácticas administrativas que de una política pública integral que atienda las necesidades simbólicas de la población a través de políticas culturales para cumplir con su responsabilidad en los derechos culturales de todo ciudadano en participar en la vida cultural, en el goce de los beneficios del progreso, así como el beneficio que los creadores tienen a la protección de sus intereses morales y materiales por sus producciones (Derechos económicos, sociales y culturales).

El ICA desde su conformación no ha estado exento de los vaivenes las prácticas del sistema político en México, y a lo largo de sus más de 30 años se ha reducido a una mera dimensión administrativa olvidando su alto compromiso en el desarrollo de los valores simbólicos, en la atención de las necesidades culturales y el reconocimiento de las artes y la cultura como agentes transformadores de realidades sociales. Sin duda, es la última administración gubernamental la cual más careció del ejercicio de sus responsabilidades, no sólo desatendiendo las condiciones de los más necesitados, sino dando énfasis a interpretaciones personales y por demás subjetivas de lo que las artes y la cultura son y representan, y donde además prevalecieron actos, conductas y procesos poco transparentes ejerciendo una supremacía de poder de un Estado autoritario.

Por ello, más que nunca urge que nuestra institución cultural tenga una profunda transformación, no sólo jurídica y administrativa, sino con una ética que atienda las necesidades de todos y no de unos cuantos, bajo una amplia participación social de quienes coadyuvan en el desarrollo y fortalecimiento de la cultura. Y como las buenas prácticas se desarrollan desde casa, es en el más alto sentido de responsabilidad del servicio público que confiere el Estado a través de su gobierno un buen punto de partida a estas transformaciones.

Un servidor público es según Sergio Monserrit Ortiz Soltero, “aquella persona física que ha formalizado su relación jurídico laboral con el Estado mediante un nombramiento previamente expedido por el órgano administrativo competente”, el servidor público es quien lleva a cabo una actividad conferida dentro del gobierno ejerciendo además una representación del Estado. Es decir, es quien ejecuta en mayor o menor medida los intereses del Estado para atender los asuntos públicos que son de su competencia. De manera que los servidores públicos que laboran dentro del Instituto Cultural de Aguascalientes atienden las obligaciones del Estado en la administración de sus bienes culturales. Son también los servidores públicos del Instituto Cultural de Aguascalientes actores relevantes quienes ejecutan las obligaciones del Estado en crear y promover los medios para que la población tenga acceso al disfrute de los bienes y servicios de la cultura, de generar condiciones en que los artistas puedan beneficiarse de su trabajo y es una obligación de nosotros como ciudadanos hacer uso de nuestros derechos con responsabilidad.

La administración de los bienes culturales también conlleva la correcta administración de sus recursos financieros con eficacia, eficiencia, pertinencia y transparencia algo que sin duda careció la pasada administración al erogar recursos desorbitantes para el pago de exposiciones en un solo museo (Museo Espacio), al mismo tiempo que desentendió el resto de los espacios y programas artísticos. No sólo eso, sino que incluso creó plazas laborales carentes de congruencia y tacto administrativo de tal manera que quien desde el inicio de la creación del Museo Espacio se identificó como director del mismo, fue después nombrado curador según la página web del mismo museo, pero ni la plaza de director ni la de curador aparecen registradas en su organigrama de acuerdo al Portal de Transparencia de la institución, e incluso tampoco en la nómina del ICA pues de acuerdo al RT. 9, Fracc. VIII Remuneraciones en el correspondiente al octubre de 2016, el puesto de curador no existe, siendo el único cargo en la nómina el de coordinador pero nunca el de director.

De igual manera, el servicio público es también otorgar la confianza a un trabajador hacia el alcance de los fines institucionales, no de los intereses personales. Gestionar proyectos no se expresa en primera persona, porque justo para ello la ciudadanía a través del Estado remunera por los servicios. Hoy veo que quienes ocuparon estos cargos públicos y que en días recientes fue terminada su relación laboral se expresan con frases como “la exposición… que yo ya tenía gestionada”, “exposición… que ya tenía lista” reduciendo así su trabajo a una mera cuestión administrativa y evidenciando su falta de sentido del carácter público que les fue conferido. Los servidores públicos pasan pero las instituciones trascienden. Sin embargo, cada uno de los servidores públicos debe imprimir un esfuerzo en su trabajo que contribuya a dar un sentido de futuro a la institución en constante diálogo con la sociedad.

Hoy en primera instancia lo que el Instituto Cultural de Aguascalientes necesita es dar apertura el diálogo que por años ha permanecido coartado y tergiversado, y en casos, completamente suprimido haciendo sólo eco de un discurso elitista e incluso personal expresado en el “Yo” de los servidores públicos y que tanto fue alentado por la pasada administración. Si bien el carácter elitista del arte y la cultura siempre ha estado presente a la largo de la historia de la humanidad, es necesario reconocer y atender las necesidades de la sociedad desde una perspectiva plural la cual han sido olvidada en nuestras instituciones y que hoy tiene un profundo rezago; pero además ello debe realizarse bajo un ejercicio honesto y no sólo por el mero interés de la permanencia y validación de un puesto público. No es gratuito que las mismas personas que justificaban la falacia internacional del Museo Espacio, hoy se esmeren en hacer alarde de “sus” proyectos gestionados con artistas nacionales y locales para el mismo espacio.

Esperamos que en esta nueva administración se mejoren y atiendan las estructuras legales, las normas, las reglas de la política cultural, que además promuevan y alienten actos y conductas responsables y honestas que permitan mejorar y dar resultados oportunos en los espacios y en la conformación de nuevos territorios para las artes y la cultura en Aguascalientes.

Hay un velo de esperanza. “Más mal no nos puede ir”, era la frase que se escuchaba al inicio de la pasada administración del ICA. Hoy, sin embargo no lo ha sido. Desde luego cada administración imprime su huella, deja un “legado” aunque a veces pareciera más un profundo vacío. Pero el Instituto Cultural de Aguascalientes no es el único responsable de la política cultural, confiere también a las instituciones educativas, a la sociedad civil participar en su desarrollo. Si la cultura es de todos y la hacemos todos, entonces a todos nos concierne la obligación de acrecentarla, promoverla, hacerla accesible, enriquecerla atendiendo el sentido de identidad que además nos confiere. En esta premisa, el servidor público asume una mayor responsabilidad en el carácter simbólico del arte y la cultura, su ejercicio no debe ser desde el “yo”, sino desde “nosotros” y “todos” pues siendo incluyente nos permite contribuir a todos.



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