- Falleció Salvador Gallardo Topete, indudable referente literario de Aguascalientes, maestro de muchos, no sólo en las aulas, en la vida, siempre dispuesto a escuchar, a dar consejo, sobre todo, un hombre generoso.
Desde que inicié la edición de guardagujas, suplemento literario de La Jornada Aguascalientes, el maestro Salvador Gallardo estuvo invitado a colaborar en sus páginas; finalmente, en octubre de 2011 remitió un extenso correo con varios poemas, en el correo que intercambiamos señaló que empezó a escribir los versos pantun desde los quince años, invitando de inmediato “a Víctor Sandoval, quienes durante años los escribíamos, sobre todo en Semana Santa, para combatir el tedio”.
Los publiqué todos, forman parte del guardagujas 37, de octubre de 2011. Ante su repentina ausencia, rescatamos esa publicación. Desde estas páginas, La Jornada Aguascalientes rinde el homenaje mejor a Salvador Gallardo Topete: leerlo. (Edilberto Aldán)
Poema de origen malayo introducido en la poesía occidental por Ernest Fouinet, en el siglo XIX, que fue cultivada por autores franceses como Victor Hugo, Leconte de L’isle o Baudelaire. Está compuesto por un número variable de versos agrupados en cuartetos asonantes de rima alterna. El segundo y cuarto verso de cada estrofa se repiten en el primero y tercero de la siguiente. En la última estrofa, se repite en el último verso el primero del poema y, en el segundo, el tercero. El berkait o el berikat son dos subtipos de esta estrofa; el pantun sindiran, un epigrama.
Plaza de hierro y cantera
bajo un cielo provinciano.
Un jubilado triste conversa
con un triste jubilado.
El cielo rompió sus cántaros.
Llueve, llueve sobre el mar.
Qué raro que sin ser Ramón
tenga “unas inmensas ganas de llorar”.
Me desperté soñando a Dios,
al rasurarme miré hacia el espejo,
lo vi de nuevo, sonriente
con el rostro enjabonado.
1955
“Ser o no ser”
dijo Shakespeare: la cuestión.
Y dentro del corazón,
cuantas ganas de joder.
En la noche por tu amor
subía el mercurio la escala
mientras la vida escapaba
en un soltero estertor.
Magíster dixit:
y Desiderio dijo
y dijo
y dice.
Cuauhtémoc, tu águila desciende,
la mía cae.
La luz hiere mi retina
con moléculas de plata
y yo que dejé mis párpados
en el buró de mi casa.
Los rusos y los gringos tienen
escondidas sus atómicas.
Yo voy a tirar la mía
porque ya no tiene tinta.
Narcisos vienen mirando
sus rostros en las estrellas.
Abajo, en las atarjeas
una rata se está ahogando.
El día tiene las horas
atadas a tu cintura.
Ay niña ¿por qué demoras
tu lumbre y mi calentura?,
Ay, si pudiera dejarme
de cosas de alta cultura
me enredaría a tu cintura
sin ceremonia y sin cura.
Ay madre que se me va.
Déjala hijo, volverá.
Ay madre que se me fue.
Mira mi hijo te cumplió
La noche es un teorema
del tránsito estelar.
El Maquech sube a la luna
con su carga de chalchihuites-.
Tenía miedo de ser
y fue un don Nadie.
“Nada me asombra
el mundo me ha hechizado”
¿Y la luna? Quevedo.
El que buen árbol se arrima,
buen rayo lo hace cecina.
El pez saliva
se come al pez pinole.
Las novias vacías
son copas pasadas.
En la alberca
Los niños ajolotes
chapotean en el agua
y salpican de estrellas
y carcajadas.
Una mujer encinta
navega parsimoniosamente
como un buque de carga
con el viento en popa.
Un joven solitario
como balandro riela.
Sextante alerta el ojo
en busca de una estrella.
Rumba
Compadre Cangrejo
¿qué trais?
Pasito adelante,
pasito pa’trás.
Carabina, carcajada.
Estallido de los miedos,
Por los caminos del polvo
van huyendo los cuatreros.
La tarde se puso triste
al ver a un lagarto llorando.
si supiera por qué llora
no lo estaría consolando.
Me guiña un ojo el faro
desde la roca
y conduce mi beso
hasta tu boca.
+ ó –
qué más da.
¿me quiere?
¿no me quiere?
¿me querrá?
En mi tierra
la luna
come la tuna
y tira la cáscara.
En España
¡Jesús mis oídos!
La luna en España
come castaña.
Pastor y lobo conviven
a un tiempo en mi interior,
el uno en el sentimiento,
el otro, en la razón.
Uvas rojas sus carrillos
caireles caen en su frente.
El dios Dionisos lo mira
y Víctor Sandoval sonriente.
Pasé gritándole amor
a la muerte ciriquiciaca
y ya que la tuve cerca
que se me sale la vida.
Clavel blanco a la niña.
rojo para la doncella,
para la mujer casada
tan sólo una mirada
porque el marido me pega.
Tenías tan fría la mirada
y tan fresca la sonrisa,
que desde aquella noche
sufro de bronconeumonía.
Estar tus ojos perdidos
en la bruma de los bares
y mi alma, marino en tierra,
en busca de nuevos mares.
Monte, pináculo, torre,
cúspide blanca detente.
Molesta espinilla deja,
de jeringarme en la frente.
El lobo manda mensajes
por donde el viento circula.
La luna en tanto regula
el período femenino.
Un perro me mira triste
a través de una vidriera.
Yo por mi parte quisiera
tomar un güisqui con soda.
Francisco mira las nubes
con tus ojos enlutados,
toca las llagas del árbol
con tus dedos de artista.
Por las calles van dos novios
besándose enternecidos.
Don Artemio y Héctor Ruelas,
los critican.
Los perros gustan hacerse
el amor en plena calle.
Ay niña, niña tu talle
se me ha enraizado en la vista.
Las bocinas dejan descalzo
al silencio de la calle.
¡Calle, calle!
Use frenos no use claxon
Un hielo flota que flota
en un vaso de cristal.
Ahí va un tal por cual
y no flota.
Pálida luna rechoncha
damisela del espejo.
Amor déjame que abra
la doble flor de tu pecho.
En la techumbre del día
las nubes se hacen borrego.
allá a lo lejos un ciego.
pregona la lotería.
Las carcajadas del viento
sacuden la cabellera
de la verde enredadera.
Y tú incógnita.
“Desde que se fue,
triste vivo yo”.
Antes de que yo naciera,
ella ya había partido…
En el picacho convocan
a una sesión de coyotes.
En el ferrocarril la luna
se viste de cien aullidos.
Tres noches de agonía tuvo,
tres noches de calentura,
dicen que lo mató el amor
yo creo que fue la soltura.
Un huele de noche en la plaza
palidecía de la envidia
de ver pasar a un mendigo
que huele de noche y día.
En la Exedra de la plaza
se escucha el vals de las Horas.
A cinco loco-motoras
psicoprueba Desiderio.
A Desiderio
Buscabas a la luz,
en tu tropismo de criatura alada.
Y eras con la llama
fuente de luz.
Los ruidos del grillo brotan
en la noche adormecida,
le están cantando a la luna
pero ella ya está pedida.
Tu voz me suena extraña
por los hilos del teléfono.
Avispa adormilada
en la pared de un espejo.
Pantun Quintaesenciado
Dámini la nocti mena,
dámini le richo sillo,
dámini le chello billo,
dámini la vua serena.
Ay como jedía la iglesia
¿quién cometería el pecado
de traerse de Canán.
entre las faldas pescado?
El ojo que ves con disimulo
no te ve, porque es
el gran ojo del culo.
Hay aves que cruzan el pantano
y no se manchan
y mi pantano es de esos.
La muerte baja en la noche
cuando me encuentro dormido.
Ay si pudiera acostarme,
ay, tempranito contigo.
La muerte tiene por dedos
guadañas de uñas largas,
se acerca a mí, que no tengo
tijeras con que cortarlas.
El viento afuera taladra
con su berbiquí de hielo.
Adentro, en mi corazón
me taladra tu recuerdo.
Ella desde un Chevrolet
me lanza cordial sonrisa,
mi Chrysler se paraliza
por falta de gasolina.
Cuantos Brutos, César,
se encuentra por ahí escondidos.
No me duelen las heridas,
sino las manos amigas.
En las noches por tu amor
subía el mercurio la escala,
mientras la vida escapaba
en un soltero estertor.
Al llano, a la mar, al llano
te voy a buscar amiga,
hasta que tu corazón me diga
ya no, ya no, ya no.
Faroles apagados
corazones encendidos
y la noche que se enreda
temblando por la arboleda.
Santa Olalla
El alba no llegará.
por los hilillos del cielo
hasta que no te hayan cortado
con una estrella los senos.
El viento entró a la ciudad
rodando su aro de polvo.
Niño de malos modales
arroja sal en los ojos.
Me das un pie y en el acto
la inspiración se asoma
reprochándote el aroma
con que ofendes a mi olfato.
Un coche recorría kilómetros
de caminos asustados.
No es lo mismo decir peces
que pescados.
La ciudad lava su cara
con el agua de la lluvia.
Aguascalientes recobra
por un momento su nombre.
Cae sobre la ciudad
una lluvia pertinaz.
tras, tras, tras.
Cenzontle,
tu canto camaleón,
va del petirrojo
al gorrión.
Una parvada de tordos
flecha al cielo por la tarde.
Ante tus oídos sordos
mi sangre se tibia y arde.
Hablo siempre de mí
porque yo, soy tú.
El Mezquite
mezquino nos regala
con su sombra poca,
y con sus bayas.
El sol desnudo se baña
en las fuentes de la plaza.
En mi corazón el fuego
de la última hoguera se apaga.
El sol dora los árboles
y calienta las banquetas.
Hay que esquivar con cuidado
las piedras y las excretas
En los toros
Ay torerillo de oro,
ay torerillo de plata.
Uy que hay viene el toro
¿toro?,¡güey!: Vaca.
Manzanilla, puro, y sangre.
Fiesta de gustos añejos.
El toro solo, la plaza llena
de aficionados pendejos.
Tarde de toros la fiesta
prende banderillas de oro.
Viste de luces la bestia
y de negro luto el toro.
Sangre y seda,
arena y sol.
Un toro de la Punta cuerna
a un modoso matador.
Las horas se tornan largas.
-verde lechuga el torero
mueve despacio las nalgas-
El toro muge y se mea.
En una tarde brumosa
el toro trota, se amuina.
“Carmelo que está en el cielo”
desde una nube se orina.
Cristina de verde limón
y de oro los alamares.
El toro que se la coge
y yo con celos de minotauro.
El Profe. Vela
velaba, con velas de parafina.
A mí me gusta más el pato
que la gallina.
Octaviana
“Haz muerto camarada
en el ardiente amanecer del mundo”
Mientras que a mí, la vida
me abandona por el anochecer.