Entre Sísifo y los Heraldos Negros / Memoria de espejos rotos - LJA Aguascalientes
22/11/2024

 

 

Halls of justice painted Green. Money talking.

Power wolves beset your door, hear them stalking.

Soon you’ll please their appetite, they devour.

Hammer of justice crushes you, overpower.

And Justice for all – Metallica

 

La actualidad nacional es emocionante. Como en el mito de Sísifo, parecemos un pueblo condenado al eterno retorno; a subir penosamente la roca sobre la cuesta, sólo para despeñarla, para volver a ello en una interminable sucesión de repeticiones. Como decía Borges en El Inmortal, nuestro acontecer parece “…el eco de otros que en el pasado lo antecedieron, sin principio visible, o el fiel presagio de otros que en el futuro lo repetirán hasta el vértigo. No hay cosa que no esté como perdida entre infatigables espejos”. Y así, en ese vértigo, parece que hemos estado nosotros. Sin embargo, ahora -y he aquí lo emocionante- hay varios signos que auguran la llegada de un punto de inflexión en el que si nos apuramos podríamos encontrarnos con la posibilidad de romper el ciclo de Sísifo. César Vallejo publicó hacia 1918 un poemario, del cual me permito citar un par de fragmentos que parecen encajar con los signos de augurio que ahora nos suceden. Estos signos:


Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras

en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.

Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;

o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Estos Heraldos Negros, que vienen a atizar el fuego de la realidad, nos permiten hacer un boceto con lo que ha palpitado durante estas semanas en el enrarecido ambiente nacional. Por ahora, los Heraldos Negros son:

El cisma en el PRI. Para nadie ha sido ajeno el hecho de que EPN vive el momento más bajo de su aceptación popular. Si en agosto de 2016 la desaprobación de su mandato rondaba el 75%, luego de la visita de Trump ésta creció (de acuerdo a los medios nacionales) de 5 a 7 puntos. Ahora con la crisis del gasolinazo, los medios no se han atrevido a publicar mediciones actualizadas, pero distintos columnistas sitúan la aprobación popular del ejecutivo en porcentajes de un solo dígito. Ante este justificado desprestigio (del que el mismo EPN parece ser principal responsable), varios sectores del PRI han comenzado a desmarcarse del primer priista del país. Vemos -por ejemplo- en la pugna de las precandidaturas al gobierno del EdoMex, que aumentan las voces de augurio para el descenso de Alfredo del Mazo para la candidatura priista. Esto no es menor, ya que significa la caída del “delfín” de EPN en la joya de la corona electoral a 2018. En el mismo sentido, podemos entender un distanciamiento entre EPN y el grupo Salinas de Gortari, que se dio implícito con la vergonzosa salida de Claudia Ruiz Massieu de la Secretaría de Relaciones Exteriores, y el grupo de los Salinas sabe cobrar ese tipo de afrentas. Aunado a esto, la exgobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega -en redes sociales- le responde a EPN su pésima pregunta de ¿Qué hubieran hecho ustedes? Con un video en el que discursa ideas tomadas de aquí y de allá  para enmendarle la plana al presidente emanado de su partido y, de paso, posicionarse en la carrera por la candidatura presidencial de 2018. Para rematar, convendría ver el estatus de lealtad que guardan los gobernadores y legisladores priistas en torno a las últimas directrices de EPN, justo en estos momentos oscuros.

La economía. Como diría el clásico It’s the economy, stupid, la esfera en la que se dirime la lucha de clases y -por ende- el control político de las masas. En nuestro caso, es una esfera desinflada. Amén del mentado gasolinazo y sus implicaciones microeconómicas, en el ámbito de la macroeconomía tenemos indicadores de pesadumbre: el Banco Mundial ha estimado para este año un decrecimiento de la economía nacional de 2% a 1.8%, lo que significa menos Producto Interno Bruto, menos inversión pública, menos ingreso per capita, y -en general- menos posibilidades de desarrollo. Sólo para ponerlo en perspectiva, el promedio de crecimiento económico anual durante el sexenio de Zedillo (con la crisis por el “error de diciembre”, el TLC, el EZLN, y demás variables adversas) estuvo sobre el 3.3%. Sumado al decrecimiento para 2017, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores ha “recomendado” que se estrechen los canales crediticios para este año, concretamente en los rubros de préstamos hipotecarios, automotrices, de nómina, y demás bienes duraderos. No hace falta ser un Chicago boy para prever que esto reducirá el consumo y la inversión en el sector privado y de los particulares, con lo que se abona a la contracción económica, pero que pretende anticipar una crisis similar a la hipotecaria que tuvo EUA en años pasados, porque -rotundamente- se desconfía de la capacidad de pagos a créditos. El costo es alto y no se ve que nadie establezca un “plan B” para afrontar esto. Bueno, alguien sí hizo un “plan B”. Lo redactó -sin consenso- en tres días, pidió la adhesión pública sin cortapisas, y lo presentó como una aspirina contra el cáncer, más como una salida mediática a la crisis, que como una solución de fondo al marasmo nacional. Sí, el presidente y su equipo presentaron el catálogo de buenas intenciones titulado “Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar” (sin medidas de austeridad para la clase política, efectivas y tangibles), con el que inevitablemente nos pone la roca de Sísifo para darnos un paseo por el pasado de los “pactos priistas” para el rescate económico: el Pacto de Solidaridad Económica (PSE, De la Madrid, 1987), el Pacto de Estabilidad y Crecimiento Económico (PECE, Salinas de Gortari, 1988), y el Acuerdo de Unidad para Superar la Emergencia Económica (Zedillo, 1995). ¿Qué sigue? ¿Una campaña en medios para que en nuestras compras nos den el pilón? No mamemos (Gil Gamés dixit). Sobre la recepción pública que tuvo el acuerdo de marras, baste ver la acogida que le dieron la Coparmex y la Conago (incluyendo gobernadores priistas). Ni la una ni la otra se suscribieron, aduciendo que un acuerdo de esa magnitud no podría hacerse ni al vapor ni de manera unilateral. Además del razonable argumento con el que se excusaron de participar, habrá -por seguro- intereses políticos cuestionables; sin embargo, es destacable el modo con el que desdeñaron al presidente, y la forma en la que los consorcios patronales y empresariales comenzarán a dictar agenda.

Violencia social. Entre los Heraldos Negros, este es uno de los más dolorosos. Todavía no olvidamos que 2016 fue un año terrible respecto a las muertes violentas (prácticamente en su totalidad asociadas al crimen organizado), el más alto en los años que van del sexenio. No debemos olvidar que una de las causas de la fertilidad del crimen es la desigualdad económica. Así, 2016 tuvo la friolera de 10 mil 967 personas muertas por homicidio violento; es decir, en México cada día del año pasado fueron ejecutadas 29 personas. De seguir la tendencia, un día cualquiera -por mera ocurrencia estadística- usted o yo podríamos engrosar las funestas cifras. Estos datos se equiparan con facilidad ante el número de muertes de cualquier país en guerra. Si esto no llama a escándalo, no sé qué más haga falta. Como si no bastara, la crisis económica ha despertado a Fuenteovejuna. Las protestas en el país han propiciado el caldo de cultivo para que grupúsculos mezquinos orquesten saqueos violentos a comercios en distintos puntos del país, sólo para atizar el fuego. Si los muertos por el narco son decesos de una guerra sin ideología, sería impensable que a la violencia motivada por la economía se le sumaran “muertes por ideología”. En este contexto, es indispensable prestar atención a las negociaciones que -desde el Congreso de la Unión- se llevarán a cabo durante el próximo Periodo Ordinario de Sesiones respecto a la regulación jurídica del ejército en el ámbito civil.

La lucha de clases. Aunque parezca una obviedad o un engorro anacrónico, no debemos soslayar al Heraldo Negro de corte marxista (no importa que nos dé el repelús del neoliberal). Finalmente, todo se reduce a los estertores de un régimen suscrito a un sistema que ha privilegiado la acumulación rapaz de unos pocos sobre la pauperización atroz de las mayorías. Ahí es donde ha fallado enormemente la clase política: los ciudadanos que democráticamente representan al Estado se han corrompido por el lujo y el ostento, y con ello han privilegiado a una clase social en detrimento de otras. El proceso para que esto se diera tardó años, pero no es sino hasta que la clase media se ha visto afectada, que el problema se visibiliza. La clase política ha fallado al representar al Estado, ya que el Estado debe buscar la justicia, no la ganancia de su propia clase política; esto es lo único que lo debería distinguir de una pandilla de bribones. Pero, como en la Rebelión en la Granja, de Orwell, los cerdos se confunden con los humanos. La tensión por la lucha de clases es algo endémico, para lo cual no hay planteamientos que pretendan solucionar de fondo, y así no se va a poder salir del embrollo que tenemos por país.

Comentaba al inicio del texto que vivimos un  momento emocionante, porque nos daba la oportunidad -mediante la apreciación oportuna de los Heraldos Negros- de romper nuestro ciclo de Sísifo para no volver y volver a los mismos errores del pasado. Pero esto tiene problemas intrínsecos; de entrada, la carencia de un proyecto político consistente que pueda amalgamar tanto las múltiples necesidades nacionales, como a los diversos grupos que en la democracia figuran en lo público. Luego de la Memoria de espejos rotos de la semana pasada, uno de mis más generosos y entrañables maestros de la teoría y la práctica política tuvo la amabilidad de intercambiar por correo puntos de vista sobre la situación nacional, y coincidimos en que el caos tiene beneficiarios, pero que ninguno de éstos se ve con la posibilidad de articular un proyecto integrador en el ámbito nacional que ofrezca salida a la penumbra. El costo de este riesgo es enorme, porque una vez desencadenada la furia social (sin liderazgos legítimos y capaces, ni en el partido del presidente, ni en ningún otro, así como tampoco en la propia sociedad civil) se pueden tener resultados desastrosos para la historia patria. Enlisto al menos tres posibles: 1, un aplastamiento brutal del movimiento de protesta; 2, una repetición de la Batalla del Cerro de las Cruces; o 3, el arribo de un populismo demagógico que -desde ya- palpita rozagante a la espera de triunfar. En los tres escenarios, en lugar de potenciarnos a un cambio (quizá doloroso, pero benéfico), nos podríamos perpetuar en un régimen de desigualdad y autoritarismo digno de cualquier distopía un tanto más grave de la que ya vivimos. Finalmente, este momento es emocionante, porque es el momento de un golpe -uno que nos involucre a todos- como cierra el poema de César Vallejo:

Y el hombre… Pobre… ¡Pobre! Vuelve los ojos,

como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;

vuelve los ojos locos, y todo lo vivido

se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
[email protected] | @_alan_santacruz | /alan.santacruz.9


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