Durante los bombardeos de Londres por la fuerza aérea alemana (Blitzkrieg) en 1940, hubo una explosión cercana a la biblioteca de la ciudad y la destruyó parcialmente. Un fotógrafo de guerra imprimió una placa en la que se ven tres londinenses correctamente vestidos eligiendo algún libro. El cronista narró que los hombres tomaban los libros, depositaban la tarjeta en la urna y días después regresaban el volumen después de haberlo leído, lo colocaban en su sitio y firmaban la tarjeta con lo cual demostraban que el libro había sido devuelto. Había caos, devastación y como en todas las guerras ausencia de policía, ya que todos los elementos estaban en el frente. Pero no hubo saqueos. Nadie robó las tiendas de comestibles, ropa o electrodomésticos.
El saqueo o pillaje se ha practicado durante las guerras, desde los principios de la humanidad. Ello es conocido como botín de guerra y se entiende que es la manera como los soldados se cobran las penurias, las privaciones y la sensación de triunfo. ¿Por qué razón, en la mayoría de los desastres, la población civil se dedica al saqueo? En 1989 Estados Unidos invadió Panamá para quitar al dictador Noriega. Mientras las tropas yanquis combatían a la guardia nacional, la población se dedicó a saquear las tiendas y supermercados. No se llevaban alimentos, tomaban principalmente televisores, lavadoras y equipos de aire acondicionado. El 18 de agosto de 2014 el huracán Odile devastó el puerto de Los Cabos, BC, el ejército respondió de inmediato llevando grandes cantidades de alimentos y agua. Sin embargo la población civil asaltó las tiendas de autoservicio y muchas otras para llevarse pantallas, computadoras y toda clase de electrónicos, que evidentemente no eran imprescindibles para la sobrevivencia.
Y la historia está llena de casos, en los cuales ante un caos por ausencia de autoridad, los ciudadanos, sea o no damnificados se dedican al robo con violencia, para sustraer aquello que han deseado y no han podido conseguir. No lo que realmente necesitan. Los saqueos ocurridos en nuestro país con el pretexto del gasolinazo son otra cosa. Son ataques estratégicamente planeados, dirigidos por líderes armados y enfocados a ciertos comercios adecuadamente elegidos y enfocados a sustraer (nuevamente ¿por qué será?) pantallas, computadoras, electrónicos, licores caros y muchos otros artículos que nada tienen que ver con el hambre y las carencias.
La sicopatología de estas conductas está muy bien estudiada. La teoría del caos fue estudiada por los matemáticos y filósofos de la Antigua Grecia y quedó más definida por Pierre Simon de Laplace en 1776 y Henri Poincaré en 1903, sentaron las bases del comportamiento caótico como una tendencia a encontrar el orden y el equilibrio. Edward Lorenz en 1960 llevó estos conocimientos al concepto de El Efecto Mariposa que parte de una idea muy simple “El aleteo de una mariposa en Brasil puede provocar un tornado en Texas”. Un movimiento simple en condiciones favorables puede acarrear un enorme movimiento de grandes consecuencias.
¿Pero qué es lo que ocurre con los saqueos en México? El campo favorable es la insatisfacción social provocada por desacertadas medidas gubernamentales, que si bien se nos exponen como necesarias, no han sido claramente explicadas. Otro de las terrenos fértiles es la profunda herida en la confianza, cuando algunos gobernantes son capaces de enriquecerse de manera estratosférica mientras la capacidad adquisitiva de la gran población decae peligrosamente y al gobernante culpable no se le ajusticia. Entonces un movimiento simple, como el exhorto de un líder popular, que habla en lenguaje callejero y habla inopinadamente de justicia, libertad, revolución, pobres contra ricos y otras viejas consignas es capaz de levantar a una turba arrolladora que destruye y roba no lo que necesita para sobrevivir, sino lo que necesita para sentirse al menos por un momento, empoderado.
¿Por qué los londinenses no robaron libros ni alimentos? Porque no estaban insatisfechos y su elevado nivel cultural aceptaba el caos de la guerra, pero definitivamente no aceptaba el saqueo. La persona que participa en un saqueo es alguien que tiene carencias profundas desde su infancia. Seguramente le faltó amor, cuidados, seguridad y sensación de protección. Estos individuos crecen sintiendo un gran rencor ante la vida y culpan a la existencia, a los demás y al destino de su pobreza, su ignorancia y su falta de recursos. Para salir de esa carencia tienen dos opciones, una de ellas es trabajar, superar sus traumas infantiles y hacerse de los bienes que necesita con sus propios ingresos. Es bueno aclarar, que esto lo consigue la mayoría. Pero algunos pocos, no tienen los recursos intelectuales ni emocionales para sobresalir de su carencia esencial y entonces creen que lo correcto es tomarlo por la fuerza. Siempre estarán dispuestos a creer que el que tiene mucho, es porque se lo robó a alguien y entonces se sienten justificados de apoderarse de lo que tienen los otros. Solo que sus carencias son insaciables, por más que roben nunca estarán contentos. El problema es que no saben obtener sus satisfactores por sí mismos.
¿Y qué podemos hacer nosotros para protegernos de los saqueos? Exigir que las autoridades cumplan con su labor de cuidar a la ciudadanía, que detengan a los saqueadores, que impidan las agresiones. A nosotros nos corresponde no fomentar los comentarios quejumbrosos, sino ofrecer soluciones a la crisis y sobre todo seguir trabajando y cumpliendo con el deber social de convivir en paz.
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