Bregando con la historia / Opciones y Decisiones - LJA Aguascalientes
24/11/2024

Para poder obtener una imagen fiel del mundo actual, no hace falta brincar a Google y explorar comportamientos de poblaciones remotas en territorios ignotos para nosotros, y asombrarnos ante el vértigo del cambio social que ahora mismo ellas están experimentando. Tal es el caso, ya lo mencionábamos, de la sitiada, asolada y devastada ciudad de Alepo, una de las principales ciudades de Siria, cuyos niños, ancianos y mujeres sobrevivientes tienen que deambular por sus derruidas edificaciones, literalmente empanizados por el polvo arrojado desde los escombros humeantes.

En tanto los presidentes Vladimir Putin de Rusia y Bashar Al Assad, mandatario sirio, ante la reciente toma de la zona oriental -bajo un sitio asfixiante y un bombardeo incesante- estrechan efusivamente la mano en suntuoso palacio. Éste último “cree que el principal objetivo de la guerra en Siria, donde juegan diferentes actores, es mantener la hegemonía de EE.UU. en el mundo, y el principal problema en el conflicto es el terrorismo. “Moscú quiere luchar contra el terrorismo no solo por Siria o por Rusia, sino por toda la región, por Europa y por todo el mundo”, mientras que para EE.UU., “el terrorismo es una carta que guarda en la manga y la saca cuando hace falta”, afirmó, en una entrevista que publica este viernes el diario ruso Komsomólskaya Pravda. (Fuente: https://goo.gl/Rf53wY )

En cambio, si enfocamos sobre México, ciudades nuestras como Sonora, Puebla, Morelos, Chihuahua, Jalisco, Ciudad de México, Michoacán, Hidalgo, Querétaro, Veracruz y Chiapas, a las que se suman en protestas callejeras: el Estado de México, Tlaxcala, Tamaulipas, Durango, Coahuila, Zacatecas y Baja California, manifiestan un clima embravecido por la indignación popular contra el alza de las gasolinas. Cosa que atestigua la Policía Federal que reportó bloqueos ocurridos en 11 entidades, mientras que un recuento realizado por Milenio se contó que son 18 estados donde hay protestas por el aumento de la gasolina y diésel, medida que entró en vigor el pasado 1 de enero. ( https://goo.gl/OGONZd ). Así nos recibió el año nuevo.

Este fenómeno contemporáneo y omnipresente de agitado cambio social da muestra fiel de la imagen global que presenta plásticamente nuestro mundo. La protesta en las calles contra la subida considerada injusta del precio de los alimentos data, por lo menos, desde el siglo dieciocho. Así lo constata el autor George Rudé, en su ya emblemático ensayo “La Multitud en la Historia” (Inglés-1964, Español, Siglo XXI, 1971), en donde consigna: “Sin duda las revueltas más numerosas del siglo dieciocho, las más persistentes, difundidas y tenazmente promovidas, eran aquellas ocasionadas por una escasez de alimentos o por un alza súbita de sus precios”. Y explica: “La razón no es difícil de descubrir. En Inglaterra aún más que en Francia, el grueso de la población estaba constituido por pequeños consumidores que dependían de la provisión abundante y barata de pan y también de carne, manteca y queso”. (…) Los precios se elevaban en las aldeas y en las ciudades-mercados y, como en Francia, el temor al hambre provocaba disturbios”. (Opus cit., Cap. II. La revuelta campesina inglesa en el siglo dieciocho. P. 44).

El mismo autor induce una distinción: “Las revueltas del hambre no pertenecían todas a la misma clase. Podían tomar la forma de simple saqueo de depósitos, ataques a las casas de los comerciantes o intentos de detener embarcaciones cargadas de cereales destinados a la exportación. Pero, podían también, como en Francia, tomar la forma más refinada de la imposición de topes a los precios, o taxation populaire”. (Ibídem, p. 46). Esta última notación es importante, puesto que la manifestación multitudinaria no se volcaba irracionalmente contra los comerciantes –en sus bienes- y/o las autoridades políticas -en su obligación de preservar la paz pública-, sino que “racionalmente” ponderaba un precio “justo” y con base en él obligaba a la venta de los productos.

Las revueltas callejeras que hoy presenciamos en México, contra el alza súbita aunque anunciada de las gasolinas, tienen un cariz harto distinto a esas manifestaciones multitudinarias de la historia. A mi parecer son inducidas por grupos interesados de la sociedad, que persiguen consignas de oportunismo político y no tienen otro efecto que provocar desinformación en el todo social, exhibir ira y rabia visceral sin objetivos estratégicos y tácticos específicos que focalizaran sobre un fin y resultados previstos esperados.

Se trata de provocar alborotos en las calles y comercios establecidos, para ganar difusión mediática inmediata, tan precaria como ineficaz, para provocar incendiariamente al supuesto levantamiento social contra la figura máxima de gobierno que encarna el presidente de la República. ¿Acaso es ésta la participación organizada de la sociedad para inducir el cambio social? ¿Notamos ahora la importancia de la sofisticada manifestación multitudinaria a la vieja usanza francesa de la “indexation populaire”? -No destruyo, no arrebato ni robo, pero impongo la venta a un “precio justo”, y lo hago con la frente en alto.

¿Podremos captar ahora la importancia de las ideas, de las estrategias articuladas, de las tácticas firmes pero eficaces, de las acciones inspiradas en los valores profundos? La acción visceral de lanzar petardos al aire, como dijera el clásico, no nos afecta ni nos favorece, sino todo lo contrario.

Este recurso al surrealismo mexicano, pretendería encender la mecha del México mágico que, sin objetivos, planes, estrategias y tácticas bien planeadas, por no decir ya racionales, representa una fuga de la realidad que merecería el epíteto de Octavio Paz sobre el cohete y al cohetero, acaba en un tronido tan sonoro como efímero; pero peor aún si es fallido, porque equivale a un humilde pedo insonoro.


¿En qué estriba el cambio social esperado? En este punto, las razones de la economía, los economistas y los tecnócratas se revisten de solemnidad simbólica imbatible, pero presente y actuante -Dígase Peña Nieto o dígase Trump-. En tanto que los escudos y toletes apabullan a los agitados reivindicadores de la patria y libertad, que no se buscan interesadamente sino ser víctimas inocentes del poder autoritario, inmoral y por ello ilegítimo. Pero y ¿en dónde queda el cambio esperado de la sociedad?

La moraleja es por demás evidente. Cada decisión que tomemos uno a uno los ciudadanos, desde dónde, cómo, de quién y a cuánto llenemos nuestro tanque de gasolina, y el uso más racional posible del auto, habrá de imponer finalmente el equilibrio de los precios del mercado; la sensatez de no acaparar los hidrocarburos para elevar indiscriminadamente el precio; el sentido solidario de dejar que el otro satisfaga su necesidad real, sin anteponer el individualismo del gandaya al costo que sea, son las condiciones sine qua non, para revertir las condiciones artificiales, simuladas y con arbitrariedad centralista y dirigente de los precios de los insumos básicos.

Sí es verdad que en este 2017 estamos entrando a una severa turbulencia de los factores principales de la economía –no tan solo de la propia y del bolsillo-; sino de la macro-economía que está bajo la gerencia del gobierno central, de ésta que es la madre de todas las políticas, sea la Política Fiscal y todo el aparato de Estado que articula la Economía Política como un todo. Es éste el núcleo y ámbito real de la toma de decisiones que llega hasta y afecta nuestro bolsillo. Es este el nivel de la economía de un país como el nuestro que está multi-linealmente entrelazado con el Capital dirigente de los países centrales del mundo, quienes ejercen el verdadero poder económico sobre nuestras economías dominantes pero dependientes; que reciben subsidiariamente las normas, esas sí normantes y dirigentes del capital monopólico global. He ahí la importancia de la actual beligerancia, regresión al proteccionismo nacional, a la exclusión del inmigrante y trabajador alienado, y desprecio étnico de los diferentes antes los Estados Unidos de Norteamérica y su presidente electo, Donald Trump. Por aquí deberíamos enderezar nuestra manifestación tumultuaria en la historia que nos tocó vivir. Bueno, yo opino, y ya lo dije.
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