Don’t move, don’t talk out of time,
don’t think, don’t worry.
Everything’s just fine,
just fine…
Numb – U2
Nuestro país se ha distinguido por tener una ciudadanía cuyo involucramiento público es más bien mediano: en las elecciones más concurridas, la participación no alcanza el 60%; y cuando ejercen los gobiernos, magistraturas, y legislaturas, su actividad es revisada y cuestionada por pocos (sobre todo en la comodidad de las redes sociales); así, cuando hay hechos de la clase política que contravienen a su función, o transgreden la ley, o lastiman a su pueblo, pocos protestan en las calles, y los pocos (aunque sean miles, en proporción al padrón electoral, siguen siendo pocos) que salen a las calles -a pesar de su buena intención- terminan al final por engordar el capital político de grupos o partidos que utilizan la protesta como combustible para sus proyectos cupulares.
Sin embargo -de unos años para acá- el hartazgo social sobre la clase política se ha incrementado, así como las condiciones para que cada vez más gente proteste. En los años recientes, digamos desde el pataleo de AMLO en 2006 por el resultado electoral, las calles han sido ocupadas por cada vez más protestas: marchas contra la delincuencia, contra la candidatura presidencial de EPN, contra la autoridad en el caso de Ayotzinapa, contra la violencia hacia las mujeres, contra la igualdad de derechos civiles, contra la ultraderecha, contra las reformas, y ahora concretamente, contra el llamado “gasolinazo”. La protesta social cunde cada vez más fácil, y no ha habido inteligencia por parte ni de la clase política en general, ni del Ejecutivo en particular, para lidiar con los numerosos frentes que están abiertos y rebosantes. O no entienden el momento de crisis, o lo menosprecian de manera garrafal y peligrosa.
Ante este escenario de clamor social, y con un horizonte económico para nada halagüeño, el presidente tuvo que suspender las partidas de golf y terminar su vacación al noveno día para hacer -ayer mismo- una transmisión nacional y “dar la cara a la nación”. A pesar de que muchas expectativas estaban puestas en ese mensaje, sobre todo porque ya va casi una semana de protesta civil en varios puntos del país (que incluye toma de carreteras, cierre de gasolineras, saqueo y vandalismo en comercios, marchas en las calles, irrupciones en el palacio de gobierno de diferentes entidades, etc.), el mensaje del presidente a su pueblo fue un flojo anuncio de que su cardenal Richelieu, Luis Videgaray Caso, regresa al gabinete -ahora en la cartera de la Secretaría de Relaciones Exteriores- luego del bochornoso modo en el que se manejó la invitación al candidato Donald Trump el año pasado. En unas viñetas cortas, comento el mensaje de Peña Nieto:
- Un hombre con aspecto cansino desea Feliz Año Nuevo a la población del país que preside. Se refiere a este año como un “año de retos y desafíos”, así con ese ligero eufemismo para rodear el tema. Pide unidad y serenidad a la población, como condicionante para superar los escenarios adversos.
- Sobre los cambios en el gabinete, que pareció ser el tema toral del mensaje, dijo que:
o Sale Claudia Ruiz Massieu de la SRE. Peña Nieto agradeció y reconoció su trabajo y entrega personal en temas como el conflicto armado en Egipto, que involucró a turistas mexicanos, el empuje que dio a la red consular, el trabajo que hizo desde su trinchera para a la equidad de género, y también le reconoció su paso por la Sectur. La excanciller lució incómoda.
o Entra Luis Videgaray a la SRE para “hacer de México un país global” y buscar “liderazgo internacional”, particularmente en el tema de los derechos humanos. También mencionó el reto de mejorar los vínculos con Latinoamérica y el trabajo de integración en el G-20. Puso a Videgaray como único interlocutor válido ante el equipo de Donald Trump, para trabajar los temas de migración, seguridad, economía, y la situación de los mexicanos en EEUU.
o Hizo una breve mención al relevo en la Secretaría de Cultura, en la que nombró a María Cristina García Zepeda para suceder a Rafael Tovar y de Teresa, a quien le dedicó breves palabras.
- Lo importante vino a continuación: Cerró con el tema del aumento de las gasolinas. Con palabras escuetas e insuficientes, dijo comprender la molestia social. Afirmó que fue una “decisión difícil pero necesaria, por las consecuencias (que no explicó) en caso de no hacerlo”. Intentó explicar el proceso económico del aumento en los combustibles, a partir de los vaivenes del mercado mundial. En una explicación floja y desacertada eximió a la Reforma Energética y al aumento al IEPS, pero condenó la especulación con el combustible y anunció que revisará medidas extraordinarias de apoyo para los sectores menos favorecidos. Invitó a los sectores sociales a que tengan comprensión y que se ajusten a esta realidad. Es decir, se lavó las culpas y nos pidió que no canalizáramos la furia hacia su mandato, porque él estaba tomando buenas decisiones, como haber invitado a Trump en agosto pasado, gracias a lo cual puede regresar a Videgaray a la chamba en otro puesto clave.
Sobre la decisión en la SRE, es algo que los columnistas de los diarios nacionales ya habían anticipado y que -luego del triunfo de Trump- parecía deseable dentro de la lógica de EPN. Sin embargo, el mismo Videgaray se ha confesado como carente de conocimientos sobre diplomacia, y -más que un gesto de humildad de su parte- es algo que debería alertarnos; ya que Trump, para paliar los retos de legitimidad que tendrá al tomar posesión del gobierno, se decantará -previsiblemente- hacia un modelo de Estado Benefactor, con marcadas tendencias proteccionistas con referencia al intercambio económico global, y dedicará esfuerzos a no decepcionar a esa base electoral racista y xenófoba que lo impulsó. Un par de mensajes en Twitter nos lo dejan prever, como este del 3 de enero: “General Motors is sending Mexican made model of Chevy Cruze to U.S. car dealers-tax free across border. Make in U.S.A. or pay big border tax!”, o éste de apenas ayer 4 de enero, a colación de la noticia de que Ford reculaba en el proyecto de montar una planta armadora en San Luis Potosí: “Thank you to Ford for scrapping a new plant in Mexico and creating 700 new jobs in the U.S. This is just the beginning – much more to follow”. Y ante estas posturas deberá trabajar Luis Videgaray, sin mayor mérito en relaciones internacionales, que haber aconsejado a EPN arriesgarse a invitar al candidato Trump.
Pero el otro tema es el importante: el del polvorín que se avecina. No sólo el de la protesta social (cada vez más enardecida), sino el de la batalla electoral del 2017 que podrá definir la guerra en las urnas en 2018. Hay varios puntos que el Gobierno Federal parece minimizar peligrosamente:
- El reavivamiento del activismo empresarial, que comienza otra vez a ejercer presión sobre el Ejecutivo. El 2 de enero, el Consejo Coordinador Empresarial publicó “un paquete de medidas de política económica de aplicación inmediata en tres ámbitos: fiscal, gasto e ingresos; política monetaria; fomento a la inversión y el empleo; Banca de Desarrollo” que parecen ser su nuevo ariete de batalla contra EPN y los fallos en las reformas. En lo sucesivo no será extraño ver una campaña mediática de los empresarios con fines de impacto electoral. Por lo pronto, consorcios gasolineros han anunciado el cierre de cientos de gasolineras, por temor al vandalismo.
- La batalla por el Estado de México (la joya de la corona para la elección presidencial de 2018), que ha tenido en las últimas semanas dos eventos que podrían significar la declaratoria anticipada de derrota electoral para el PRI en la renovación de poderes de este año: la explosión en Tultepec, y los desbordados actos de protesta que han caído francamente en el supino vandalismo chairo y en el saqueo rapaz; hechos deleznables que -previsiblemente- podrían estar orientados para algún beneficiario electoral.
- El papel de AMLO como el gran favorecido por el río revuelto. Es previsible que él capitalice parte del descontento social, con lo que el equipo de EPN le facilita las cosas para su turbia campaña personal, que este año celebra su cumpleaños decimoséptimo. AMLO (y con él su feudo Morena) es el único que podría usufructuar la furia social, luego de que el resto de los partidos respaldara el Pacto por México y avalara las Reformas Estructurales.
- El papel del Ejército, en un contexto en el que se empujan modificaciones jurídicas para que las fuerzas armadas regulen su actuación ante la población civil en casos, por ejemplo, de insurgencia o perturbación de la paz pública por motivos políticos. Es necesario hablar y discutir de esto, y es un tema poco socorrido por la clase política y por los medios masivos nacionales.
Como sea, ahora que el presidente regresó de su vacación y encaró al país, no manejó bien la crisis social por el alza de las gasolinas. Puede ser porque ha menospreciado el peso de Fuenteovejuna, o porque -para él y su equipo- en realidad no hay una crisis. En cualquiera de los casos, se evidencia un hecho peligroso: en Los Pinos no entienden que no entienden. Por su extravío, es evidente que Peña Nieto desconoce la sentencia que Nicolás Maquiavelo nos prodigó en el Capítulo XVII de El Príncipe, que habla sobre La crueldad y la clemencia, y que reza: “Los hombres olvidan antes la muerte del padre que la pérdida del patrimonio”.
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