El PRI se encuentra ante una de las crisis más profundas desde su fundación en 1929, y es que desde ese momento a la fecha la dinámica de México ha cambiado radicalmente, las circunstancias sociales, las problemáticas públicas, el consumo de información y la forma de hacer política es otra. Los usos y costumbres al interior del PRI son prácticamente los mismos de aquellos años de exacerbado poder, sólo que en aquel tiempo hacían un sistema político prácticamente perfecto en el que todos los sectores de la población y la gran mayoría de las expresiones políticas encontraban un nicho de participación a legítimas representaciones.
Echemos un vistazo a lo que sucedió con el PNR, luego con el PRM y luego al PRI en el momento de sus constituciones y transformaciones. El 1 de diciembre de 1928, Plutarco Elías Calles convocó a todos los partidos, agrupaciones y organizaciones políticas de la República a unirse y formar un partido, el Nacional Revolucionario y así el 4 de marzo de 1929 se fundó el PNR, por sus siglas, con el propósito de resolver las diferencias de los líderes a balazos y reconstruir al país después de la aletargada lucha Revolucionaria.
Una vez existiendo la paz y habiéndose creado las reglas escritas (y no escritas) del sistema político mexicano, el 30 de marzo de 1938, Lázaro Cárdenas declaró formalmente la creación de la asamblea nacional constitutiva del partido de la Revolución mexicana, mismo que sustituiría al anterior. El PRM, de corte socialista, inyectó una nueva orientación ideológica e hizo que “surgieran” los sectores obrero, campesino y militar como base de legitimidad política. El PRM se propuso la mejora de las condiciones económicas y culturales de las clases desfavorecidas y se pronunció por la preparación del pueblo para la implantación de una democracia de trabajadores.
La Segunda Guerra Mundial, el inicio de la Guerra fría, la polarización social en México y las pugnas de poder al interior del partido derivan en la conclusión de la vigencia radical del PRM, así que el 18 de enero de 1946 se convocó a la segunda convención del partido de la Revolución Mexicana, en la que se ungió a Miguel Alemán candidato a la presidencia, concluyendo así con la tradición de presidentes de extracción militar, dando comienzo a una nueva época donde serían los civiles quienes dirigirán el destino de México, dando paso a la creación del partido Revolucionario Institucional, constituyéndose por los sectores agrario, obrero y “popular”, mismo que adoptó como lema “Democracia y Justicia Social”, que daría cuenta de la propia necesidad de legitimidad interna y sus procedimientos. Con el PRI se logra un alto nivel de institucionalización de la política, su presencia hegemónica en todos los ámbitos del quehacer nacional y el completo control del partido por parte del presidente en turno, marcaron su formación y sus múltiples deformaciones.
El fin de la etapa económica denominada “desarrollo estabilizador”, el conflicto estudiantil de 1968, las crisis económicas de fines de sexenio, la dependencia a los organismos económicos internacionales, los magnicidios durante los sexenios de Salinas y Zedillo, fueron hechos significativos que cambiaron el escenario para el PRI; deteriorando su credibilidad y derivando en una ausencia ideológica en su forma de gobernar. El PRI se convirtió en un partido meramente pragmático, permitió que durante los años de 1970 al 2000 se consolidara una clase media que cada vez se identificaba menos con su ideario. El fortalecimiento de otras fuerzas políticas y su conquista de espacios de representación popular sólo fueron señales de su esquiva identidad. A pesar de eso el PRI se supo reorganizar y plantearse retos para ganar elecciones en una nueva dinámica de alternancia política, ganando inclusive procesos electorales en función a estrategias mercadológicas útiles o posicionándose como “el menos malo” en el ánimo de las mayorías que votan y participan.
Así pues, en la actualidad el reto es mayúsculo y está lleno de claroscuros, pues si bien el PRI tiene un voto duro que le permite tener una representación en el ámbito nacional y en los estados, ya NO alcanza para ganar. He militado en el PRI desde 2002. Me formé en un PRI desde la oposición y aprendí elementos ideológicos y políticos, fuera perdiendo o ganando elecciones y al mismo tiempo observando usos y costumbres que percibo ya NO deben de prevalecer al interior del partido.
En Aguascalientes, para concretar una sucesión útil, legítima y con expectativas de trascendencia en 2018 y 2019, para ello propongo esta reflexión:
Debemos dejar de ver a este PRI, (al del 6 de junio del 2016) desde una perspectiva de grupos lozanistas, lorenistas, granadistas, olivaristas y los “istas” que se me pasen, para poder transitar a una etapa donde se privilegien las competencias, la pluralidad en función a las coincidencias, propuestas específicas, seguimiento al proceder de los gobiernos de otros partidos políticos para asumirnos como una oposición digna, apertura en el debate interno, para sentar las bases de un partido que pueda reconectarse con la sociedad.
Hay una generación de priistas convencidos de que es posible construir una propuesta de partido moderno, personas al interior que hemos abanderado batallas y que seguimos a la espera y en pie de lucha para salir adelante, ya lo hicimos una vez en 2007 y 2010, hoy podemos volver a construirlo. Levantemos la mano quienes hemos estado en las buenas y en las malas, quienes hemos contribuido a ganar elecciones, quienes hemos tenido el valor de abanderar debates en favor de la lucha por una representación digna de nuestro partido, una generación valiosa de personas con espíritu joven que podemos hacer ese trabajo, ya no más postulaciones de incondicionales, ya no más veneración y culto a “dinastías”, abramos la puerta a nuestros mujeres y hombres competentes, con legitimidad profesional y trabajo social, abramos la puerta a incorporaciones valiosas, urge. Que venga la autocrítica, que sea abierta y pública.
Aún es tiempo de discutir todos juntos, aún es tiempo de renovarse, aún es tiempo de hacer esa transición que permita una renovación acorde a las circunstancias de competitividad y comunicación política, desde Aguascalientes conmino al Comité Ejecutivo Nacional a analizar esta propuesta para transitar a una cuarta etapa. Comparto el compromiso con vocación y congruencia con nuestro entorno de ayudar a este instituto político a renovarse, pongamos el ejemplo desde aquí, y si entonces no somos capaces de hacerlo, mejor ayudémosle al PRI a bien morir.
@pepe_proa
Espero que muera, sus integrantes serán los mismos, unos rateros y NO van a cambiar, árbol que nace torcido jamás sus ramas se endereza. Al igual sus integrantes están podridos y rateros son, sin mirar al pueblo.