Hoy en día existe una gran brecha de desigualdad, la pobreza se expande por todos los rincones del país, no importa si son las grandes urbes o comunidades rurales. De acuerdo al Coneval, el porcentaje de pobres está a punto de llegar al 81% de la población en México, ya que sólo 18% de los mexicanos tiene ingresos suficientes para vivir. Lo peor es que la pobreza pega donde más nos duele, en nuestra niñez, porque apenas 13.3% de la población de cero a 17 años cuenta con todos los satisfactores y con ingresos suficientes para cubrir sus necesidades; 53.3% de los menores (20.8 millones) viven en pobreza, de ellos, 13.1% (5.1 millones) está en condición de extrema pobreza; y 40.2% (15.7 millones) en pobreza moderada. ¿Qué Navidad les espera a estos niños y sus familias?
En contraste nuestra clase política vive en un oasis, lleno de todos los satisfactores y lujos; a costa del pueblo y nuestros impuestos, los altos burócratas federales se dieron el lujo de auto otorgarse excesivos y cínicos aguinaldos; diputados, senadores, consejeros del IFE, ministros de la Suprema Corte, ministros del Tribunal Electoral, secretarios de Estado, el presidente de la República, todos por igual tendrán un enorme botín en sus cuentas bancarias, mientras al pueblo de México le otorgaron un mísero incremento al salario mínimo.
Por ejemplo, el presidente de la Suprema Corte de Justicia tendrá 586 mil 404 pesos de aguinaldo y los ministros 380 mil 377 pesos; los magistrados del Tribunal Electoral recibirán 460 mil pesos de aguinaldo, los secretarios de Estado del Gobierno Federal 350 mil y el presidente de la República se regalará 425 mil 441 pesos, cada consejero del IFE se llevarán 419 mil pesos y su presidente 454 mil 775; el titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, 404 mil 138 pesos; los senadores 234 mil. Mención aparte merecen nuestros diputados federales que, además de su aguinaldo de alrededor de 140 mil pesos, se aprobaron un bono extra de 150 mil pesos para cada uno de los 500 legisladores.
En contraste, un trabajador promedio que gana un salario mínimo obtendrá alrededor de mil pesos de aguinaldo.
Así es, una clase política estimada en alrededor de 800 políticos en el ámbito federal tendrán aguinaldos que van de los 300 a los 600 mil pesos de aguinaldos y prestaciones de fin de año.
Mientras en las casas de estos casi mil políticos abundan los excesivos lujos, se ponen y pondrán a repartir las migajas, transformadas en despensas, cobijas y pollos, en plazas y colonias, con una actitud grosera, como si fuera una graciosa concesión al pueblo que trabaja, construye y sostiene este país.
Con descaro todos ellos, olvidan y dejan a un lado las enseñanzas del gran Benito Juárez: “Los republicanos de corazón deben conformarse con vivir en una honrosa medianía, que aleja de ellos la tentación de meter mano en las arcas públicas, para improvisar una de esas vergonzantes fortunas que la sociedad reprueba”.
He leído algunas demagógicas propuestas de legisladores federales y grupos parlamentarios de rechazar los bonos, mandando sendos boletines, otros anunciando donarlo a algunas asociaciones civiles, promocionándolo vía redes sociales; imagino que esperan que los ciudadanos estén agradecidos por tan magnánima decisión, y que en coro digamos qué grandes y desprendiditos son; cuando si se rechaza el recurso y se regresa a las arcas de la Cámara, sabemos que será utilizado en otros superfluos excesos; y los que lo donan a algunas asociaciones, muchas de ellas son de sus amigos políticos, además de que pagan casi una cantidad igual en medios para su difusión.
Yo propongo algo distinto, que sin publicidad más que una breve lista se otorguen cien becas de mil 500 pesos a estudiantes de sus distritos o estados; sin fotos, sin boletines, si post en sus redes, sólo una sobria donación que mucho ayudará a ese niño o joven, pero que no sea aprovechado por un político que disfraza las dádivas de hipócrita filantropía.
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