Con la muerte del comandante Fidel se cierra una etapa vinculada a la segunda guerra mundial y el reparto del mundo en bloques económicos e ideológicos.
Siendo un personaje universal, todos los jefes de Estado han fijado su posición a favor o en contra de la vida y obra de este personaje. La derecha lo señala como un dictador que atentó contra los derechos democráticos de los cubanos en su desempeño como jefe de un estado socialista.
Aquellos que están acercados a la izquierda, lo consideran un referente que se enfrentó a 150 km de sus fronteras, al coloso norteamericano, y resistió con estoicismo el bloqueo económico de los americanos y resto del mundo.
Fijar una posición política para cualquier otro jefe de Estado no tiene mayor complejidad, pero en el caso de México las circunstancias son diferentes. Las presiones hacia el mandatario mexicano son muy fuertes, algunos asesores le indican que no asista, otros por el contrario le aconsejan que es importante su presencia.
Hay dos argumentos de peso que desde mi punto de vista hace necesaria la presencia del presidente mexicano en los funerales de este personaje.
El primero es el acercamiento y afinidad que tuvo el comandante Fidel con la corriente del nacionalismo revolucionario que es la corriente política de la que proviene EPN. Desde el general Lázaro Cárdenas, y los mandatarios posteriores surgidos de las filas del PRI, defendieron con mucha claridad la autodeterminación de los pueblos para tener los gobiernos que los pueblos decidan.
Cuando se aprobó en la ONU el bloqueo económico contra Cuba, México fue el único país de América Latina que votó en contra y con ello fijó una posición a favor del pueblo cubano.
Igualmente, fue México junto con la URSS, quien le hicieron llegar petróleo y suministros básicos al pueblo cubano en un contexto internacional donde nadie se atrevía a ayudar a un país estigmatizado por los Estados Unidos.
El acercamiento de los gobiernos priistas también tuvo una contraparte de agradecimiento y buena voluntad del gobierno de Fidel Castro. Nunca estimuló los grupos opositores al gobierno mexicano y estuvo a prudente distancia de los movimientos socialistas radicados en México.
Fidel Castro independientemente de los errores que cometió producto de sus circunstancias, su virtud más destacada fue la congruencia y la dignidad para no ceder a los lineamientos de un país que por la fuerza quería imponer sus intereses económicos por encima de los del pueblo cubano.
También se convirtió en un referente en donde aspectos como la educación, la salud, la cultura y el deporte fueron fortalezas de políticas públicas exitosas como en ningún país de América Latina. La alimentación aunque de forma limitada, también estuvo resuelta en niveles muy modestos porque no se podía tener intercambio comercial con nadie.
La segunda gran razón es Donald Trump. Si Peña Nieto quiere mandar un mensaje de dignidad y no subordinación ante el nuevo gobierno de los Estados Unidos, debe dejar muy claro que los mexicanos tienen un gobierno y una posición propia respecto a los asuntos de América Latina alejada de los planteamientos del presidente electo.
La presión que siente el presidente mexicano asistiendo al funeral de Fidel, es la crítica de que su presencia legitima sus acciones en contra de la democracia y de los derechos políticos de los disidentes. Además, nos aleja del gobierno norteamericano y complejiza aún más la relación con el gobierno electo de los Estados Unidos.
Más allá de esa apreciación creo yo que es importante mandar el mensaje de que así como Fidel resistió las carencias que enfrentó y enfrenta el pueblo cubano, dieron una lección histórica de congruencia y dignidad.
Si un pueblo tan pobre pudo sobrevivir a pesar de las adversidades del bloqueo económico, tenemos que dar un mensaje que para el pueblo mexicano es importante la independencia y la dignidad nacional. Por eso es necesaria la presencia del presidente mexicano en los funerales del comandante Fidel.
[email protected] / @normaglzz