Siempre se dice que una elección nunca es igual a otra y que cada proceso está determinado por sus circunstancias, aunque es una reflexión válida, esta elección en la UAA tiene características nunca antes vistas.
En primer lugar, la cantidad de aspirantes que decidieron participar, nunca se habían registrado tantos candidatos. En segundo, el ambiente que se respira, aunque contenido, hay un cúmulo de reclamos en los centros académicos por la forma en la que se fueron tomando decisiones institucionales.
En tercer lugar, el peligroso acercamiento del rector saliente a las estructuras de poder en un escenario de gobiernos de alternancia, que arrastró a la Universidad a controversias político partidistas. Los rectores anteriores, aunque siempre dependieron de los presupuestos del gobierno para complementar el gasto de la institución, fueron cuidadosos al mantener una sana distancia entre la Universidad y el gobernante en turno.
En esta elección contamos con seis candidatos provenientes de cinco centros académicos. La Junta de Gobierno tiene la gran responsabilidad de elegir entre la gama de perfiles, quien puede darle proyección y estabilidad a la Universidad en los próximos años, difíciles por la austeridad presupuestal que enfrentarán el Gobierno Federal y local.
Una gran tentación sería elegir al Dr. Avelar. Fue el secretario general en el último periodo y parecería lógico dar continuidad a los proyectos. Pero ¿es el Dr. Avelar el personaje que puede resolver los problemas de la Universidad en los próximos tres años?
Para tener una idea más precisa revisemos el contexto en el que se ha desempeñado este académico. De entrada, hay que observar que las decisiones más complicadas se aplican desde la Secretaría General. Quien ostenta esta responsabilidad asume que su papel es polémico y por lo tanto el desgaste es mucho mayor a otras áreas.
El problema se agudiza cuando se tiene una aspiración y la toma de decisiones se da producto de esas aspiraciones, en ese caso ni la legalidad ni la justicia ni la mesura son elementos que intervienen en la selección de alternativas institucionales.
Ese hecho va causando además de un reproche velado, un sentimiento de impotencia e inconformidad de las personas a las que se les aplicó una medida injusta, pero también del resto de la comunidad que está observando este comportamiento.
Despidos injustificados, cancelación de contratos, relevo de jefes de departamento sin mediar explicación alguna, intimidación velada y expresa, el control de los recursos para allegarse adhesiones, etc. Han sido prácticas recurrentes en los últimos seis años y no hay Departamento o Centro académico que no las haya padecido.
Otro elemento lo integra los órganos representación al interior de la UAA. La Feuaa, siempre ha sido un escaparate sobre todo del PRI, para allegarse líderes jóvenes, pero eran las fuerzas externas y los partidos políticos funcionando en la sociedad quien hacía esa labor. En estos seis años se operaba desde la Secretaría General, con jóvenes también del PRI, con recursos de la Universidad. Plumas, souvenirs, viajes, comidas, bandas musicales, etc. Eran recursos que los “candidatos oficiales” ostentaban en las campañas para dirigir la Feuaa.
La Aciuaa, es decir, el sindicato que tiene como función proteger los intereses de los académicos, se convirtió en una caja popular en donde prestan el dinero que es ahorrado por todos nosotros. La sumisión y entrega del dirigente al secretario Avelar, es penosa. Para que se pudiera reelegir tuvieron que recurrir a la intimidación excesiva y aun así ganó con poco margen y una abstención mayor al 50%.
De igual manera la conformación de miembros del Consejo Universitario e incluso del Consejo de Representantes, tenían que ser afines a la estructura oficial para que pudieran acceder a ellos.
En la cotidianeidad de la vida universitaria, la carga de trabajo del personal académico se incrementó de manera sustantiva realizando actividades administrativas; tienen que pasar listas, calificaciones, desarrollo y descripción de programas, etc., generando una tensión y una carga adicional, descuidando la preparación de clases que es una de sus funciones centrales. A la par de mayores responsabilidades, un deterioro salarial nunca antes visto.
Un joven que se integra a trabajar con maestría con medio tiempo, que se convierten en 30 horas semanales, gana 3 mil 49.50 pesos a la quincena. Un trabajador de la construcción sin estudios o con primaria, gana en promedio 4 mil pesos quincenales.
Hay una polarización excesiva en el manejo de los recursos que se han destinado a cuestiones que están muy alejadas del compromiso por elevar la calidad educativa, porque ni la torre de rectoría ni la infraestructura tecnológica adquirida, y mucho menos los 185 mil pesos mensuales de sueldo que se autoasignó el actual rector, tienen que ver con los contenidos educativos, y al contrario, le quitan argumentos a la Universidad para solicitar al nuevo gobierno recursos que en realidad se necesitan, pero están mal aplicados.
Si yo fuera integrante de la Junta de Gobierno, le apostaría al largo plazo y al bienestar de la Universidad eligiendo un candidato en donde la Universidad no pagara los costos de un comportamiento como el que hemos observado en los últimos años.
La Universidad tiene que seguir siendo un ámbito noble donde todos nos sintamos orgullosos de pertenecer a esa ejemplar institución, yo tengo plena confianza que los integrantes de la Junta de Gobierno van a actuar pensando en lo que es mejor para la Universidad, y donde el resto de la comunidad no paguemos pecados que no cometimos.
[email protected] | @normaglzz