Después de cuatro años en los cuales no se han podido apreciar elementos sustanciales que indiquen que la relación de México con Estados Unidos ha entrado en un cambio cualitativo, que denote que nuestro país ha vuelto a ser parte de los asuntos prioritarios del gobierno de Obama, se ha iniciado el proceso de sucesión presidencial en el país vecino del norte. En el cual el primer presidente afroamericano de aquella nación buscará su relección, y seguramente en toda su campaña volverá a esgrimir un discurso a favor de la cada vez más grande minoría hispana, con la salvedad de que para muchos de los integrantes de la misma les sonara vacío, ya que en los hechos siguen esperando el cumplimiento de los promesas o compromisos que el demócrata hizo con ellos hace cuatro años, y de los cuales poco o nada se ha hecho.
No sólo saben que poco de lo prometido se ha cumplido, sino peor aún, en los últimos tiempos, se han presentado una serie de iniciativas en los estados de la Unión Americana, que son lesivas para la comunidad hispana, y que siempre recuerdan que Obama prometió, revisar la oportunidad de impulsar una ley migratoria más humana, que permitiera mejores condiciones para esta comunidad hispana, sobre todo para aquéllos que no tienen regularizada su calidad migratoria en el país del american way of life.
Aunque todo parece indicar que los republicanos estarían en la idea de pavimentarle el camino a la fórmula Obama-Biden, para mantener la presidencia de la mayor potencia mundial; ya que al presentar a la dupla de republicanos Romney-Ryan (a los cuales acertadamente Alfredo Jalife-Rahme, llama representantes de signo bélico/fiscalista/monetarista), estarían empujando las simpatías de los hispanos hacia los demócratas, ya que la comunidad hispana visualiza a los republicanos, en especial a Ryan, como parte de los grupos de norteamericanos que siempre se han manifestado en contra de los migrantes hacia ese país.
Ahora como hace mucho no se veía en un proceso sucesorio presidencial, todo parece afirmar que la elección estaría comenzando a tener visos de una polarización de ricos vs. no tan ricos, si tomamos el dato de la recaudación de los republicanos que ya rebasó a la recaudación de los demócratas por más de 70 millones de dólares, cuya diferencia se cree ha salido de Wall Street. En ese esquema la comunidad hispana podría volverse a ubicar en el lado de los que no apoyan a los republicanos por sentir que ellos están sistemáticamente en favor de los recortes de la política social americana hacia las minorías, y las cuales han afectado la vida de los hispanos en muchos sentidos.
En ese mismo esquema de la sucesión presidencial de los Estados Unidos, es importante saber cuál será la estrategia que diseñará el presidente electo de México Enrique Peña Nieto, para tratar de perfilar su relación con alguno de los dos contendientes, ya que si bien todo indica que debiera mantenerse expectante a los resultados de ese proceso, también la tradición indica que debe decidir con alguno de los dos, ya que sería muy positivo para él y por ende para México, si resulta electo en E.E.U.U. el candidato con el que se haya tenido una acercamiento más claro por parte del presidente mexicano o en este caso del presidente electo.
Afortunadamente para el hoy presidente electo, dentro de la gente que ha venido trabajando con él por varios años, se encuentra el embajador Jorge Montaño, que tiene en su historial personal, haber sido quien en la elección de George H. W. Bush vs. Clinton, fue quien asesoró a Luis Donaldo Colosio para que se acercará a la fórmula demócrata Clinton-Gore, mientras que la mayoría de los asesores del entonces presidente Salinas de Gortari le indicaban a éste, que el acercamiento era con el aún presidente Bush (padre).
Parece que los hispanos irán por la fórmula demócrata, pero ojalá lo hagan con la conciencia de que si la reelección de Obama se materializa ya será hora de la verdadera reforma migratoria, y de que ya viene siendo tiempo de que los alguaciles como Joe Arpaio pasen al retiro, y de que la Border Patrol entienda que la vida real no es una película de los racistas Clint Eastwood y Arnold Schwarzenegger, donde los miembros de esta patrulla fronteriza se sienten la reencarnación de Harry el sucio o de Terminator.
Esperemos que se dé la elección en los Estados Unidos y que quién resulte triunfador (vamos con Obama) pueda crear una nueva etapa de la relación bilateral con México, que no sea tan tonta y absurda como lo fue con Bush Jr. y Fox, ni tan sosa y llena de desinterés como lo fue con Obama-Calderón. Para que ello suceda será muy necesario que se tome una actitud de verdadero diálogo entre pares, y en ese escenario la diplomacia mexicana deberá reubicar su tradición y prestigio que perdió en los pasados 12 años, donde la Secretaría de Relaciones Exteriores no jugó un papel preponderante en las prioridades de los gobiernos federales panistas o de la alternancia, que no de la transición.
