Con motivo del aniversario, (ab urbe condita/ de que fue fundada la ciudad), de nuestra ciudad, hago remembranza de esta histórica calendarización o datación de la milenaria ciudad de Roma. Mutatis mutandis, nosotros celebramos la cuatro veces centenaria fundación de la ciudad de Aguascalientes. Y este evento recientemente cumplido nos merece una evocación que, anclada en lo cívico e histórico, amén de lo cultural, nos permita pensar en la ciudad que nos fue heredada, para soñar en la ciudad que queremos para el futuro.
Ya en anteriores ocasiones, me he referido en estas páginas, a hechos fundacionales de nuestra villa entre los que se destaca el anecdotario nada trivial, por cierto, de imposición de su nombre. Recuerdo la conversación que sostuve, hará cosa de tres años, con el Lic. Jesús Eduardo Martín Jáuregui, conocido académico del Derecho, notario, ombudsman, hombre de muchas membresías en Geografía, Historia, Crónica y Cultura, columnista de diario y memorable condiscípulo mío de párvulos en aquel histórico Colegio Cristóbal Colón del Centro Histórico; charla en que comentábamos acerca del nombre de la ciudad, y él se interrogaba si eso de Villa de la Ascensión, no hubiera sido más que una aliteración atribuible al amanuense, debiendo decir: Villa de Nuestra Señora de la Asunción. A lo que yo le repliqué que no, no se trata de una simple aliteración, sino de un hecho histórico respecto del cual yo me había encontrado una fuente confiable, que además se alinea históricamente con profundos temas de Mariología en la Iglesia Católica. He aquí la fuente a que me refería:
“Título para la Fundación de una Villa en el sitio de Aguascalientes. Don Felipe, por la gracia de Dios, Rey Castilla, de León, de Aragón, (…), de las Indias, islas é tierra firme del mar Océano, Conde de Flandes y de Tirol, &c. Por cuanto por Juan de Montoro por sí y en nombre de Gerónimo de la Cueva, y Alonso de Alarcón y otras muchas personas nos fue fecha relación, diciendo que ellos querían poblar una Villa en el sitio y paso de que dicen de Aguascalientes, (…) lo cual visto y consultado con el doctor Gerónimo de Orozco, nuestro Presidente de la nuestra audiencia é cancillería real que reside en la dicha ciudad de Guadalajara, nuestro gobernador de todo el reino de Galicia del nuestro Consejo, se proveyó é mandó se hiciese el asiento y traza de la dicha Villa á la cual pusimos y ponemos por nombre la Villa de la Ascension, é fecho se trujese ante nos para que visto se proveyese lo que mas conviniese á nuestro real servicio, (…) y dalle el título de Villa para que gozasen de las preeminencias, prerrogativas é inmunidades que las demás Villas de estos nuestros Reinos gozaban y les debían ser guardados, (…) por la presente es nuestra merced y voluntad que agora y de aquí adelante para siempre jamas la dicha población é sitio de Aguascalientes se llame y nombre la Villa de la Ascension, (…) e como tal Villa pueda nombrar en cada año para la administración y de la nuestra justicia, dos alcaldes, cuatro regidores y un síndico procurador del Consejo de ella (…); dada en Guadalajara á veintidós de Octubre de mil y quinientos setenta y cinco años.-El Dr. Orozco,- Yo luis Velez Cherino, escribano de cámara de la audiencia y cancillería real del nuevo reino de Galicia é de la gobernación de él, lo fice escribir por su mandado con acuerdo de su presidente é gobernador. -Registrada.-Pedro Martínez.-Canciller.” (Fuente: Documentos Antiguos relativos al Estado de Aguascalientes. Boletín A.8 de la Sociedad de Geografía y Estadística de la República Mexicana. Segunda Época. Tomo III. México. Imprenta del Gobierno, en Palacio, á cargo de José María Sandoval. 1871.// Archivo General de la Nación).
Me veo obligado a citar en extenso porque dicha cédula real constituye el documento príncipe para un acercamiento histórico. En paralelo, debemos tener en cuenta que la tradición Católica guardó desde muy antiguo -digamos la Sucesión Apostólica primitiva- una especial veneración de la Virgen María, la Madre de Jesús, y el hecho de lo que la Iglesia Oriental especialmente consignó como la “Dormición de María” hacia el siglo VI, asumiendo en fe de que había sido llevada en cuerpo y alma al cielo, sin sufrir corrupción alguna. El dogma católico de la Asunción de María es pronunciado muy tardíamente, en pleno siglo XX, por el papa Pío XII (1950), datos históricos, sobre todo de orden religioso, evidencian que tal nombre ni es el original, ni pudo haberlo sido en el tiempo fundacional al que ha lugar, debido a que el dogma mariano al que hace referencia, es por lo menos tres siglos posterior a los hechos en que ocurre la fundación de la Villa.
El hecho inequívoco que dio fundamento al uso del nombre de Nuestra Señora de la Asunción y que se aplicó luego a la villa, corresponde a la construcción e instalación del actual templo que inició el cura Antonio Flores de Acevedo en 1704, y finalizó el párroco Manuel Colón de Larreátegui en 1738, bajo la advocación e imagen de la Virgen de la Asunción que fue traída de España y allí entronizada, casi dos siglos después de su fundación.
En tanto que la erección de la Diócesis de Aguascalientes data del 27 de agosto de 1899. Evento que está muy aparejado y condicionado a la consolidación urbana, sociodemográfica y política de la Villa de Aguascalientes; y no acaece sino hasta su plena autonomización de Zacatecas, la que solamente ocurre después del largo proceso emancipador del país, las sucesivas intervenciones extranjeras, la Guerra de Reforma y la consolidación de la República con la Constitución de 1857.
De manera que dicho acto fundacional se remonta al año 1575. Fundo y tradición que nos hacen saber herederos de la misma civilización greco-romana y de la cristiandad, que instituyó como bastión este tipo de “ciudades fortificadas”, y que por tal razón recibieron el nombre de: “muni (muralla)- cipio (lugar donde se toman los poderes)”. Y dicho el nuestro, de la Ascensión -como certificación de origen- para luego, posteriormente, ser apellidado “de Nuestra Señora de la Asunción”, que ocurre al erigir su primera institución parroquial, más tarde convertida en Catedral-Basílica. Antecedentes que desembocan ya en plena época del Porfiriato.
En proyección al futuro de nuestra ciudad, quiero hacer referencia al dato muy curioso de hermanar a dos ciudades. Y que, recientemente, en el caso de Aguascalientes, el presidente municipal actual Antonio Martín del Campo, decidió llevarlo a cabo nada menos que con la ciudad de Venecia, Italia. Cuya primera carta de intención, por cierto, es firmada por la Lic. Lorena Martínez R., al 27 de octubre de 2013. Hecho que luego implicó una verdadera peregrinación de notables a esa ciudad portuaria, de canales, puentes y góndolas, plazas y calles de ambiente marítimo; y sin duda, de rancio abolengo europeo. No sé si fue una idea peregrina la causa de tal acometimiento, pero sería deseable que nuestro alcalde en funciones, al menos en su informe final de mandato, nos explique qué alcances y qué idea de futuro se planteó para granjearnos dicho hermanamiento.
Puesto que existe otro alternativo, que desde mi punto de vista tiene sentido, y que es sugerido por La Sociedad Dante Alighieri que, año con año participa en un singular acto cívico luctuoso que ha encabezado la señorita Dora María Cetto Garollo, presidenta de la comunidad italiana en Aguascalientes, en honor del general Luis Ghilardi, que hace dos años cumplió su 150 Aniversario Luctuoso. Y cuya biografía indica que él nació en la ciudad de Lucca, en Toscana, Italia, el 2 de agosto de 1810, y llegó a México en el año 1853, poniéndose a las órdenes del entonces presidente Antonio López de Santa Anna, quien lo señala “general al servicio del Ejército Mexicano”, participando activamente en la Guerra de Reforma en 1855. Luego de una vida de lucha en diferentes Estados de la República Mexicana, el 16 de enero de 1864 fue hecho prisionero en Jalisco y traído a Aguascalientes, donde es condenado a muerte y fusilado dos meses más tarde frente al Mesón Amarillo, parte del cual se convirtió en lo que hoy es la Escuela Manuel Carpio. Fundamento suficiente sobre el que la comunidad italiana aguascalentense ha propuesto hermanarnos con la ciudad de Lucca (ciudad amurallada) -símbolo del Municipio- y no le falta razón, pues ésta sí es una idea nada peregrina.