- A 75 años de su natalicio la escritora fue recordada en un homenaje en el Palacio de Bellas Artes
- José Gordón recordó a la autora de Cicatrices por su constante deseo de contacto con lo sagrado
A 75 años de su nacimiento y a seis de haber fallecido, la escritora Esther Seligson fue recordada en un homenaje que, realizado en el Palacio de Bellas Artes, sirvió no sólo para rememorar su legado literario, sino también como una invitación para acercarse a su obra.
En la velada literaria 75 años de Esther Seligson, su entrañable amigo, José Gordon, apuntó que la escritora, nacida en 1941 en la Ciudad de México, estuvo llena de un deseo de contacto con lo sagrado.
Y es que, dijo, “todo lo que veía, todo lo que respiraba, todo lo que miraba, tenía que ver con algo que podríamos llamar una ebriedad por lo sagrado, era una ebria de Dios, realmente la intoxicaba, esa era la parte que verdaderamente la conectaba con la vida, con el deseo de entender lo que está oculto”.
Su vida, dijo, estuvo entre la poesía, el mito y el teatro, ya que en su búsqueda de los hilos secretos que conectan las cosas y el deseo de entender lo que está oculto, combinó la literatura con lo místico: la Cábala, la astrología y las tradiciones esotéricas.
Geney Beltrán, quien fuera alumno de Esther Seligson, la recordó como una gran escritora, poseedora de una extraordinaria prosa, cuya obra se dio a conocer en 1969 con la publicación del libro de relatos Tras la ventana un árbol y 40 años después, en 2009, salió a la luz el que sería su último libro, Cicatrices, integrado por prosas breves. Póstumamente, dijo Geney Beltrán quien además es albacea literario de la obra de Seligson, se han publicado libros que fueron preparados por la autora como sus memorias Todo aquí es polvo, con el que incluso ganó el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada.
En la charla también participó el poeta y editor José María Espinasa, quien comentó que para Esther Seligson “la poesía ofreció una conversación consigo misma y con la otredad que la habitaba y que tanto buscó en las religiones”. Para ella, añadió, “toda escritura fue cicatriz, heridas cerradas, memoria física del dolor inscrita en la piel y todos sabemos lo cerca que están no solo fónicamente, lo inscrito y lo escrito”, pero las cicatrices de Esther están escritas con “s”, ya que eran afirmación de la vida.
La velada literaria que tuvo lugar en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes contó con la lectura dramatizada de algunos fragmentos del libro Cicatrices, como Espejismos y Kadish, la cual estuvo a cargo de la actriz Laura Almela.
Con información de la Secretaría de Cultura