Condecorar nuestra miseria / Economía de palabras - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Para minimizar una tragedia con otra hay que ser ruin. Se tiene que tener un especial gusto por el protagonismo para poder anteponer las filias y las fobias personales a la empatía y el respeto a las víctimas y su memoria. En este país, como en muchos otros, la muerte -el cómo y el contexto- puede ser capitalizada como una ganancia política sin mayores miramientos.

Así como los 43 jóvenes de la normal rural de Ayotzinapa se han convertido en un estandarte de la crisis de derechos humanos y fuente casi inagotable de acusaciones y descalificaciones a la autoridad, surgen ahora quienes pretenden que la muerte de Gonzalo Rivas Cámara “sirva” a manera de respuesta y con fines tan poco claros como francamente repugnantes.

González de Alba escribía antes de quitarse la vida lo siguiente “¿Te habrán arrebatado la Medalla Belisario Domínguez, Gonzalo Rivas Cámara, que salvaste cientos de vidas a costa de la tuya?”

A González de Alba, probablemente, no le brotaba el humanismo, ni lo invadía la imagen del valioso servicio prestado a la patria por parte de Gonzalo. A González de Alba lo movía, me parece, tal y como motiva a los notables de Ricardo Alemán y Carlos Marín, una agenda que pretende minimizar la tragedia de los normalistas.

Notablemente, en “La Otra Opinión” de Ricardo Alemán (¿Todos somos Gonzalo Rivas?), queda clara la intención de hacer de Rivas el héroe oficial. Queda claro que se trata muy poco sobre Gonzalo y mucho más sobre los normalistas. “Contrario a lo que afirma Rosales (abogado de los normalistas), la medalla para Gonzalo Rivas no “criminaliza” a los normalistas. Pero no porque no los vincule al crimen, sino simplemente porque ellos no son víctimas, sino victimarios.”

Me queda claro que la estatura moral de quienes pretenden desestimar la tragedia de Iguala con la muerte de Gonzalo Rivas es una constante entre quienes, al parecer, prefieren ver arder su casa con tal de no tener frios los pies. Enanos todos, elocuentes algunos sin embargo.

Si los normalistas obraron mal o cometieron delito alguno no debe ser pasado por alto. Deberíamos tener una fotografía clara de todo el asunto. Si secuestraron camiones, incendiaron (o no) la gasolinera entre otros tantos posibles actos delictivos relacionados, estos deben ser investigados y esclarecidos. Los juicios unilaterales o inconclusos no ayudan a la legalidad. Si pretende alguien ser prócer de la justicia no debería tener un criterio tan selectivo para establecer la calidad de víctima.

Hacer una apología al Estado de Derecho cuando al mismo tiempo que se pretende menoscabar la calidad de víctima de cualesquiera por el cometimiento otros delitos es un reflejo de la poca, cuando no raquítica, humanidad de algunos. Es preocupante como esta misma noción se puede observar, similar en las formas, en la lógica obtusa de una parte importante de la derecha en México. Sobra recordar el cartón sobre el “½ Estado de Derecho” de Paco Calderón y la reacción de su aplaudidor Felipe.

Usar la Medalla Belisario Domínguez para sentar el precedente de que las víctimas son menos víctimas cuando han cometido (o se presume que) algún delito es abrir la puerta a una justificación terrible a la perpetuación de la violencia que vivimos.


Igual de peligroso y triste me parece que se pretenda desestimar la muerte de Gonzalo Rivas. Los argumentos sobre si las bombas de gasolina tienen un sistema de bloqueo de combustible o aquellos que pretenden menguar la magnitud del acto heroico me parecen tan nefastas como innecesarias. No es el héroe de Nacozari pero tampoco es justo faltar a la memoria de alguien que murió en tan desafortunadas circunstancias intentando salvaguardar el bienestar de otros.

Me parece asombroso que nuestro país no pueda, de entre sus más de 100 millones de habitantes, encontrar a quien exaltar con tan digno reconocimiento sin caer en la politiquería absurda ni en la vergonzante necesidad de servirse de la tragedia ajena.

Resulta triste notar, cómo es que en la discusión no cabe, por ejemplo, repensar la Medalla a fin de enaltecer la humanidad y no menoscabar la vida y muerte de quienes no tenían nada que ganar en la disputa política que hoy gira a su alrededor.

De servicio a la humanidad o a la patria, desafortunadamente, casos no sobran. Afortunadamente tampoco faltan. Este es un país donde suceden muchas cosas buenas pero también es uno donde los esfuerzos aislados suelen ser menospreciados o simplemente ignorados.

Tal me parece el caso de las “Patronas”. Estas mujeres que sin tener en abundancia dan tanto. Que sin miramientos hacen lo que pueden por quien más lo necesita. Quienes a mi parecer deberían tener un lugar en la conversación y que si no lo tienen, me parece, poco tiene que ver con ellas y mucho más con una falla en el criterio para otorgarle la máxima distinción a los ciudadanos mexicanos.

Dedicadas a asistir a los migrantes que viajan sobre “La Bestia”, el tren de carga que sirve de transporte a miles que pretender llegar a los Estados Unidos, son una notoria anomalía en la vida pública de este país. Empáticas, comprometidas con hacer lo justo y profundamente humanistas, dan todos los días un servicio invaluable.

Dar de comer, pero sobre todo dar esperanza, tenderle la mano a quien inequívocamente la necesita y hacer de ello una forma de vivir me parece loable. En este país, me atrevo a decir, un bálsamo.

En este mismo grupo me parece cabrían también los profesores de Conafe. Héroes anónimos que hacen tanto con tan poco. En este país el trabajo educativo rural es un reto. Uno mayúsculo y ciertamente ingrato por momentos.

Se ponen en la línea tantas cosas a cambio de muy poco en un sentido material que el simple hecho de que el sistema funcione, que existan los voluntarios, y que lo haya hecho durante tanto tiempo ya es un testimonio de la entrega y el fraterno compromiso de algunos mexicanos con nuestra sociedad.

Si en México se necesita entregar la máxima distinción a fin de menoscabar tragedias entonces me parece que se ha tocado el fondo. Si se va a condecorar nuestra miseria solo para diluirla, de que poco valen nuestros reconocimientos.

@JOSE_S1ERRA


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