- Además de artista plástico fue editor, escritor controversial, vulcanólogo y naturalista
Pintor, paisajista, vulcanólogo e ideólogo del movimiento muralista son algunas de las vocaciones del artista Gerardo Murillo Cornado (Jalisco, 3 octubre, 1875-Ciudad de México, 15 agosto, 1964), mejor conocido como Dr. Atl. Sin embargo, a 141 años del aniversario de su natalicio, aún existen algunas facetas poco analizadas sobre su vida y obra, explicó Sharon Jazzan, curadora del periodo del Siglo XX del Museo Nacional de Arte (Munal): “Sabemos que fue bastante prolífico en el ramo editorial, por ejemplo, hizo la primera edición de Las artes populares en México, texto de apoyo a la exposición de Arte popular mexicano que se llevó a cabo en las ciudades de México y Los Ángeles, California, con motivo del centenario de la consumación de la Independencia”.
Para Sharon Jazzan estamos ante un artista multifacético que da para mucho y abre diversas posibilidades de estudio: “Fue un gran artista para la conformación de un arte propio y un arte nacional”.
El Dr. Atl participó también en Iglesias de México, con fotos de Guillermo Kahlo y dibujos elaborados por él; hizo una colaboración con Manuel Toussaint y creó la revista La Vanguardia, en la cual participó José Clemente Orozco.
Gerardo Murillo escribió numerosos libros que contenían cuentos controversiales en su tiempo por su temática y tratamiento. Es autor de novelas como Un hombre más allá del universo (1935), El padre eterno, Satanás y Juanito García (1938) y Gentes profanas en el convento.
La publicación del texto Cuentos de todos colores, que contiene temas de la Revolución, lo colocó entre los destacados narradores de su época, gracias al atinado uso del habla popular.
Debido a su interés por los volcanes tuvo la oportunidad de ser testigo del nacimiento del Paricutín, en 1943. A partir de esta experiencia elaboró apuntes y pinturas que expuso al año siguiente en el Palacio de Bellas Artes, para luego reunirlos y editar el libro Cómo nace y crece un volcán, el Paricutín, que apareció en 1950.
Esto fue parte de sus estudios como vulcanólogo que derivaron en sus representaciones de otros de los volcanes propios del paisaje mexicano, el Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
De acuerdo con la especialista, una de sus grandes aportaciones fue ese gran vínculo entre la tecnología y el arte que derivó en propuestas como el aeropaisaje (conjuntos geográficos tomados desde las alturas) y los llamados Atl colors, colores que él mismo inventó, realizados a base de resinas secas que le permitían trabajar sobre gran variedad de superficies: “Sus paisajes son de una naturaleza intimista con innovaciones técnicas. Sentía que las técnicas y las pinturas no podían expresar los colores que él veía en la naturaleza y por eso realizó sus propios colores (…) Creía que el arte debía avanzar de la mano de la tecnología”.
Durante la presentación del catálogo bilingüe Dr. Atl, rotación cósmica a cincuenta años de su muerte, el especialista del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, Peter Krieger apuntó que Gerardo Murillo ha sido un talento múltiple: “Sus textos literarios y exploraciones amateur sobre geología y astronomía han generado sinergias epistemológicas con su obra pictórica, enfocada en un objeto principal de estudio: las fascinantes metamorfosis de la litósfera y atmósfera del planeta, en su fracción territorial circunscrita al altiplano de México”.
En su libro El símbolo y la acción. Vida y obra de Gerardo Murillo, Dr. Atl, editado en 2006 por El Colegio Nacional, Olga Sáenz señala que el pintor incorporó innovaciones técnicas de la era moderna, como la fotografía y la aeronáutica, que dieron pie a sus conocidos paisajes, además de incluir la perspectiva curvilínea y los postulados teóricos de Filippo Tommaso Marinetti, creador de la corriente futurista en Italia.
El Dr. Atl viajó a Europa de 1896 a 1903 con una beca otorgada por Porfirio Díaz y estuvo cerca no sólo de los grandes maestros italianos, sino además, durante su estancia, visitó la Exposición Universal de París de 1900 y tomó cursos con Henri Bergson.
Es en esta época que el poeta argentino Leopoldo Lugones lo bautizó como Dr. Atl (agua en náhuatl), tal como lo asegura el propio Gerardo Murillo en el texto Gentes profanas en el convento: “Llegué a Roma, en la universidad me gradué de doctor en filosofía y me volví a París. Ahí me encontré a Lugones, el gran poeta argentino, quien me dijo “Eso de Atl solo está muy feo, ¿por qué no te pones algún título?” “¿Título de qué, de príncipe, de rey? Soy doctor en filosofía.” “¡Dr. Atl!”, exclamó Lugones. Al día siguiente llamamos a los amigos, que eran muchos, y en su departamento, que era muy bonito, pusieron una tina, la llenaron de champaña, me desnudaron y me metieron dentro. Me dijeron “Tú eres Dr. Atl”. Y desde entonces soy Dr. Atl”.
Otro aspecto interesante de su trayectoria es su faceta política y la trascendencia en la difusión de los ideales revolucionarios. En 1912 fundó la Liga Internacional de Escritores y Artistas y el periódico Action d’Art donde difundió sus teorías pictóricas y sociales.
“Como lo remarca José Clemente Orozco en su autobiografía, fue de gran influencia para él y para Siqueiros estos ideales revolucionarios que unían el arte con la política”, dijo la asistente curatorial del Munal.
Además está la controversia que sostuvo con Antonio Rivas Mercado, al manifestarse en contra de la institucionalización del arte, que era básicamente lo que la academia simbolizaba: “Esto culminó en la gran huelga de 1911 y en la renovación del temario de la antigua Academia de San Carlos y la creación de las escuelas de pintura al aire libre”.
Con información de la Secretaría de Cultura