Durante los últimos meses hemos estado viendo cómo los delitos, principalmente asaltos y asesinatos, se han disparado, y ahora tenemos nuevas modalidades de delitos que disfrazados como protestas sociales, terminan en vandalismo, como quema de camiones y todo tipo de vehículos. Esto sobre todo en los estados de Michoacán, Guerrero y Chiapas. Si bien en Oaxaca este tipo de delitos últimamente han venido a la baja.
Los feminicidios, sobre todo en el Estado de México, se han disparado, a pesar del estado de alerta que se ha desarrollado en la entidad; todo esto viene a ser una preocupación latente muy válida de la sociedad, pues se ve una falta de eficacia y eficiencia de parte de las autoridades encargadas de la seguridad, para poner a buen resguardo a los delincuentes, los cuales están afectando la vida y las propiedades de los ciudadanos pacíficos, que lo único que hacen es trabajar para que sus familias vivan lo mejor posible.
Se nos dice que el fenómeno del secuestro ha estado a la baja, sin embargo la percepción es que tal cosa no ha sucedido, pues las últimas encuestas del Inegi nos hablan de la cantidad de delitos que reportan los encuestados y que desafortunadamente más del 90 por ciento no son denunciados. Pero todas las familias declaran que en su entorno familiar o de amistades, mínimo uno ha sido víctima de un delito.
La función primordial de un gobierno es proporcionar seguridad a sus gobernados, pues en un principio la necesidad de organizarse de los humanos se debió a que los grupos eran atacados por los más fuertes y numerosos, y se necesitó organizar comunidades vertebradas que aportaron recursos para contratar a los más fuertes, ya fueran de su comunidad o fuera de ella, para que los defendieran de quienes los lastimaban, y así se comenzó con los “impuestos”. Hoy seguimos pagando impuestos, pero con la salvedad de que la seguridad no nos es garantizada; así que la función primordial del gobierno no está siendo cumplida.
Y qué decir de los robos de combustibles, lo cual ya es una verdadera epidemia; y este tipo de robos seguramente no se podría llevar a cabo sin la complicidad de autoridades y de empleados de la paraestatal, Pemex, que saben en qué sitio y cuando pueden hacer las ya famosas “ordeñas” de los ductos.
Así mismo, y ya en otro rubro del delito, tan sólo en nuestra entidad se habla de que el robo de automóviles es de cuatro robos diarios; aunque hay días en que suben estos casos. Debemos tomar en cuenta que los vehículos no son un lujo para las familias, pues con el crecimiento de la ciudad, ahora el automóvil es una herramienta de trabajo, sin la cual no se puede ir a estudiar o al trabajo, pues las distancias ya son muy largas en muchos casos.
Los asaltos a los vehículos de carga también han subido de manera tremenda. Sólo es cuestión de ver cuánto han subido las primas de los seguros para estos vehículos y nos daremos cuenta de la gravedad del asunto. Así mismo las mercancías robadas, cuando las venden los delincuentes, hacen una competencia desleal, tanto al comercio como a aquellos que se las roban.
Nos dicen que son miles de millones los que gastan los mexicanos, en buscar prevenirse en contra de los robos, y las empresas implementar sistemas de seguridad, así como la contratación de personal especializado.
Creo que es el tiempo de pasar de los discursos y los planes, a acciones contundentes. Que sea primordial el devolver la tranquilidad a la ciudadanía para de ese modo vivir en paz.
La descomposición de una sociedad, de un sistema corrupto.
De una sociedad sin valores y de una iglesia decadente y retrogada.