Hace unas noches, leí un par de cuentos de hadas rusos porque planeo unas futuras traducciones. En estos cuentos, el protagonista, el más enclenque de los príncipes o un joven apuesto pero pobre (Mario Mercedes Vanka Raskolnikov), suele sobrevivir un proceso de engaños y tribulaciones hasta encontrarse con el destino y su probable felicidad. Lo que me llama la atención es que los cuentos rusos (y algunos polacos), suelen acumular años de descontentos y no sólo presentan a una bruja, o un hada nefasta, sino a veces aparecen hasta dos o tres antagonistas.
En un cuento de hadas más convencional, el protagonista entiende el lenguaje de las aves o se topa con un animal en su camino al que necesita salvar para continuar con la historia. Estos animales suelen dar pistas o soluciones a un problema que el protagonista encontrará en el futuro. En los cuentos de hadas rusos que he leído últimamente, el protagonista se encuentra hasta cuatro o cinco animales y no sólo entiende a las aves, también a los leones, los zorros y los dragones. Me gusta imaginar que por el frío, y por su naturaleza de cosacos, era inevitable que sus cuentos se alejaran de la norma y se alimentaran de ambición, del deseo de abandonarse, olvidarse del frío y del hambre, y además de conquistar el terreno de la imaginación. Quizás, no lo sé, a los rusos les gustaba echarse un tirito con los franceses. Mientras estos últimos gozaban de la ironía y esconder las burlas entre líneas y los excesos, los rusos no podían evitar la progresión y la digresión por algún deseo, o alguna carencia.
Otra cosa más para anotar en la libreta, estudiar y responder algún día.
Ayer, cuando regresaba de correr, descubrimos a nuestro perro más pequeño, y más viejo. El Killer estaba herido, sangraba de un codo, no podía dejar la pata en el piso. Discutimos las probables causas de que haya resultado herido. Pensé, primero, en las cosas más simplonas: trató de treparse al bote de basura porque nomás no puede evitar su naturaleza pepenadora, quiso dar saltos a las sillas y la mesa para robarse las moronas de días pasados o le marchó encima el… (perdón si me equivoco) Frente Nacional por la Familia.
La realidad puede ser otra: en un mundo ruso, mi perro encontró una cueva que lo llevó con una doncella serpiente, y después de orinarle encima para apagar un fuego eterno, salieron las arpías y atrás de las arpías, un águila gigante, y entonces apareció un pescadito por ahí y le dijo al Killer: usa mi escama para cortarle las alas al águila y tu futuro será indudablemente próspero y de buena fortuna, y eso intentó mi perro pero después de una encarnizada lucha de tres años y tres días, y una fractura en el fémur, mató al águila, se llevó un hueso y recuperó un contrato que hizo a cambio de su alma con un brujo negro (como el carbón). Y como este cuento es ruso, seguramente se está arrepintiendo de su botín, pues quedó maltrecho y jodido por andar de chihiro. En los cuentos rusos, me he fijado, las mascotas suelen tener nombre y los nombres son el inicio del alma.