Ginebra, Suiza. 9 de septiembre de 2016. El ministro de Relaciones Exteriores de la Federación Rusa, Sergei Lavrov exclama que el acuerdo respecto a Siria es un paquete “concreto, práctico y significativo”. El hombre del semblante ajado, parecido al de un mastín napolitano, dice que los cinco documentos no serán hechos públicos, pues contienen “información sensible”.
Por su parte, el afable y larguirucho bostoniano llamado John Kerry, quien despacha como secretario de Estado de la Unión Americana, agrega: “es un enfoque de más alcance que hayamos logrado compaginar a la fecha”.
La escena arriba descrita sirve como prefacio al presente artículo, el cual pretende explicar por qué el cese al fuego alcanzado en Siria posiblemente será de corto alcance y por qué Rusia y los Estados Unidos lo promueven.
Tras cinco años de combate, los Estados Unidos y Rusia alcanzaron, en Ginebra, Suiza, un acuerdo que permite implementar un cese al fuego en Siria. El arreglo consta de dos fases: la primera etapa involucra asegurar un alto al fuego en el ámbito nacional, el cual no se permite violar a ninguna de las parte en conflicto; segundo, en caso de que la tregua dure más de siete días, los estadounidenses y rusos establecerán un Centro de Implementación Conjunta, desde donde coordinarán las operaciones contra el Estado Islámico y sus acólitos.
Tanto el régimen de Bachar al-Assad, junto con Irán, Irak y Hezbolá, como la constelación de grupos opositores a su gobierno, conformada por la “oposición moderada”, apoyada por los Estados Unidos, Arabia, Saudita, Qatar y Turquía, aceptaron a regañadientes los términos negociados por Kerry y Lavrov.
En el caso de los aliados de al-Assad, la mayoría de los actores desconfían de la supervivencia del acuerdo, pues creen que la presente tregua sólo servirá para que los opositores al régimen descansen y se refuercen. Esto es ciertamente el caso de los iraníes, quienes en voz del diplomático, Alí Akbar Velayatí, expresaron que: “un cese al fuego y una suspensión de la guerra es el deseo de todos; sin embargo, si el costo de esto es que los enemigos del Gobierno y el pueblo de Siria hagan mal uso de él, este cese al fuego no será exitoso sino también dañino”1.
Asimismo, el Ejército Árabe de Siria ha recibido refuerzos provenientes de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán y milicianos de Afganistán, Irak y el Líbano., todos ellos comandados por el general iraní Qasem Soleimani, considerado un “mártir viviente de la revolución”.
Esto explica por qué durante un recorrido realizado en la población de Daraya, Assad afirmó que: “El Estado sirio tiene la determinación de retomar todas las regiones de los terroristas”.
Mientras tanto, la “oposición moderada” se mostró reacia al cese al fuego: para ellos, el convenio tendrá una vida corta de anaquel y la guerra se reanudará. Asimismo, sus pagadores en Arabia Saudita y Qatar no pueden reconciliarse con el hecho de que al-Assad sigue en el poder y, mientras Rusia lo apuntale, será muy difícil que termine en la picota.
Rusia promueve el cese al fuego porque su principal objetivo ha sido cumplido: Bachar al-Assad ha sobrevivido y jugará un rol en cualquier gobierno de transición que haya en el futuro. Además, en caso de que los rebeldes patrocinados por los Estados Unidos no respeten el fuego, “Rusia será capaz de lanzar ataques aéreos o dejar que los aliados de al-Assad lo hagan”2.
Asimismo, Vladimir Putin ha reafirmado su condición de estadista global pues, como quedó demostrado en la reciente Cumbre del G-20 en China, “el hombre fuerte del Kremlin era el interlocutor inevitable”3. Hecho reconocido por el boquiflojo candidato republicano, Donald Trump, quien declaró que Putin era “un mejor líder que nuestro presidente”.
Mientras tanto, Barack Obama se ha dado cuenta que no ha podido derrocar a al-Assad y parece haberse resignado al hecho de que abandonará la Casa Blanca, mientras al-Assad seguirá en el poder.
Si Obama parece resignado, Hillary Clinton -sobre quien penden densos nubarrones respecto a su verdadero estado de salud- tiene en la mira al líder ruso, pues los moscovitas son los únicos que tienen paridad nuclear con los norteamericanos.
Por ello, Clinton y sus asesores se han comprometido, en caso de ocupar la Oficina Oval, a escalar la guerra en Siria para lograr su verdadero objetivo: es “extirparle los testículos al oso ruso” (Philip Breedlove dixit). Es decir, derrocar a Vladimir Putin, pues el presidente ruso difícilmente sobreviviría una derrota en Siria y probablemente sería depuesto y reemplazado por alguien más dócil a los intereses de Washington. En este supuesto, el siguiente objetivo de los norteamericanos sería China.
Siria, Ucrania, el Mar de la China meridional, Corea del Norte y, por supuesto, la elección presidencial en los Estados Unidos contribuirán con sus pinceladas a dibujar el lienzo histórico de nuestro tiempo.
Aide-Mémoire.- Elegir entre un narcisista boquiflojo y una mujer enferma, ese es el dilema estadounidense.
1.- Syrian ceasefire II – Why any cessation of hostilities in Syria is doomed to fail and what it would mean for the Syrian Army and its allies https://goo.gl/AB2pVK
- – US-Strategie in Syrien hängt jetzt von Russland ab https://goo.gl/eVPGXU
- – Au G20, le triomphe des autocrates https://goo.gl/KUQjzs