(In) tolerancia - LJA Aguascalientes
16/11/2024

Quisiera iniciar el presente texto citando al médico Raymundo Canales de la Fuente, expresidente del Comité de Ética en Investigación del INPer que dice “en  ciencias de la conducta se acude frecuentemente al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, de la Asociación Psiquiátrica Americana; texto que constituye referencia obligada en vista de que representa el consenso de millones de profesionales. […] Respecto de la homosexualidad, desde hace muchos años, dicho manual dice: ´Variante normal de la conducta sexual´, es decir, no se le considera enfermedad y, por lo tanto, no requiere de ningún manejo médico ni de ninguna otra índole. Por otro lado, el progreso de las sociedades modernas en su conjunto arribó hace mucho tiempo, desde la perspectiva de los derechos humanos a considerar como valor fundamental el respeto a las diferencias y a la privacidad.” Las palabras del doctor Canales de la Fuente fueron para mí, contundentes y claras, de una idea y convicción que tenía por años, pero ante los análisis y debates siempre redundaba y me extendía de manera estéril.

Hoy vemos cómo las altas esferas del clero mexicano se han manifestado en contra de la iniciativa en torno al matrimonio igualitario; por cierto, la iniciativa no les obliga al matrimonio religioso. Dicha manifestación influye enormemente a parte de sus feligreses y estos reproducen y amplifica dichos argumentos.

Pero también está el otro lado, que los oprimidos de ayer, hoy usa las redes sociales y micrófonos como armas para insultar a quienes no piensan como ellos.

Cualquier persona o institución tiene derecho a no estar de acuerdo con alguna iniciativa. Pero lo que la sociedad merece sobre alguna discusión de nuestra legislación, es que se den argumentos racionales; claro que se pude llegar hasta criticar con severidad a quien sustenta puntos de vista contrarios, pero siempre respetando su trabajo y persona; es condenable que se recurra al insulto, y sobre todo en el ámbito personal de quienes esgrimen posturas contrarias, o que se busque estigmatizar al contrario, pues se podría correr el riesgo de que los ánimos se exacerbaran y llegaran a las agresiones físicas.

Lo anterior lo digo, pues he escuchado en la discusión sobre el matrimonio igualitario, calificativos, mentiras, insultos y ofensas por parte de grupos estridentes de ambos lados. Que lamentablemente algunos medios son los que más reproducen y opacan la discusión seria y los análisis de fondo de los argumentos que los dos puntos de vista tienen. Quien recurre al insulto, es debido a que carece de argumentos y, por supuesto, encierra incongruencias inexplicables.

A lo largo de mi trayectoria y desde las trincheras que me he desempeñado, he tratado de impulsar y defender la libertad de expresión de todos sin distingos, esté o no esté de acuerdo, pero también, creo que dicha libertad tiene que estar garantizada para no recibir insultos y se ponga en riesgo o se amenace la integridad de quien lo expresa.

Hoy ante este debate creo que los políticos, autoridades y legisladores deben fundar su trabajo en el bien común, en la salud pública, en los valores generales de toda la sociedad, incluyendo, por supuesto, a todas las religiones y a quienes no profesan ninguna fe.

Temas como este parecen rebasados en el ámbito científico y en sociedades democráticas, pero la realidad de México es otra, no por ello tenemos que ponernos fúricos los que nos consideramos con ideas progresistas frente a los conservadores, sino que tenemos que ayudar a generar el ánimo y el ambiente en los tomadores de decisiones para que ya den el salto y dejen a un lado la tentación de legislar con base en sus creencias.

Nada se gana gritando más fuerte que el contrario o emitiendo insultos más ingeniosos. La batalla se da con ideas, esas ideas son las que tienen que entrar en nuestra clase política, no en nuestra élite religiosa y conservadora.


Me preocupa que en este tema veo como se caldean los ánimos entre ambas partes y me desconcierta la pasividad de nuestros políticos por tomar partido, los veo como simples espectadores esperando ver quién queda vivo, y eso es deleznable y condenable.

Por ello exijo desde esta tribuna a políticos, pero sobre todo a los legisladores, que tomen de una vez la decisión y que el ciudadano pase la factura electoral correspondiente.

@noeg2


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2 thoughts on “(In) tolerancia

  1. Mochos, Machos y Moches, nunca cambiaran de siglo???

    Ya que permanecen en el pasado y no en el XXI… Torquemadas e intolerantes…

    La Inquisición medieval se fundó en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para combatir la herejía de los cátaros o albigenses. En 1249 se implantó también en el reino de Aragón, siendo la primera Inquisición estatal; y en la Edad Moderna, con la unión de Aragón con Castilla, se extendió a ésta con el nombre de Inquisición española (1478-1821) bajo control directo de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de acción se extendió después a los territorios colonizados en lo que se denominaría América, la Inquisición portuguesa (1536-1821) y la Inquisición romana (1542-1965)…

    ¿Ay caramba?

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