¡Amo Aguascalientes, Coquito! Sería el inicio y final de mi entrevista al Divo de Juárez.
En esta su cocina sólo hablamos de temas locales. Justo por eso es que hoy martes, que es tema común el fallecimiento, el domingo 28 del presente mes, del cantante y compositor mexicano llamado Juan Gabriel, a los 66 años de edad; se antoja la siguiente entrevista, que, idealmente, pude haber realizado al divo.
Puedo decir que Juan Gabriel, el querido JuanGa, pasó a despedirse de esta querida ciudad y de su gente, justo al desprenderse de su cuerpo y antes de elevarse en busca de la eternidad. Seguro que el Divo habría encontrado el momento adecuado para decir adiós a esta tierra y a sus miles de admiradores hidrocálidos de los que fue tan querido, tan escuchado. Tan amado e imitado.
No había en Aguascalientes, fiesta “karaoke”, merendero y hasta autobús en que no se interpretara o escuchara alguna canción de JuanGa. Además de su presencia en muchas ocasiones en la Feria de San Marcos lo disfrutamos en otras, presentando su gustado espectáculo. Lo interpretaron grupos musicales locales: bandas, conjuntos, rondallas, tríos y hasta grupos norteños y ¡por supuesto! mariachis.
Varios imitadores aquicalidenses lo han incluido como parte de sus caracterizaciones. Tony Luna, Alberto -la sombra de Juan Gabriel- y Memo Ortega el Compadriño; entre otros.
Así que no hay forma que el Divo hubiera transmutado en ser de luz, sin antes viajar, aunque fuese en forma inmaterial para recorrer por última vez nuestras calles.
Sentados en una de las bancas metálicas del Jardín de San Marcos. Teniendo como vista, la balaustrada del mismo y tras ella el templo de idéntico nombre. Yo pregunto y luego contesta él, ataviado con traje blanco, con llamativos motivos del mismo color que su turbante: dorado.
¿Es tiempo para el amor, JuanGa? No. Coquito querida-a-a. No es tiempo para el amor. Hoy como nunca en mis casi setenta años de vida, la persecución eclesiástica de que somos objeto los homosexuales, nos obliga a esconder el sentimiento más bello del mundo y al que le he dedicado mis canciones.
Pero JuanGa hermoso, tú fuiste un ser humano aceptado, querido e inclusive imitado, tal y como eras. ¿O no? Es verdad, fui imitado por cientos, quizá miles. Pero no sabría decir si esas imitaciones fueron más una sátira de mi persona, que un homenaje a mi ingenio creador. Es cierto, esas imitaciones me hicieron aún más popular, pero no más respetado o admirado por mi capacidad como compositor y arreglista de excepción. Aun así, agradezco que me hicieran presente en cada espacio ¡Dios me los bendiga a mis imitadores!
Es decir, ¿te sentiste o no, aceptado e integrado plenamente a la sociedad? Me sentí tolerado, por algunos. Por otros, los de mente abierta y corazón sin sombras, fui amado.
¿Por qué te nos fuiste tan pronto, JuanGa? Todos esperábamos verte envejecer en el escenario. Porque en los últimos meses de mi vida tuve que leer, escuchar y sentir el odio. Me fue inevitable, desde mi residencia en el extranjero, darme cuenta de la descalificación, el encono y el inexplicable rencor que algunos estaban dirigiendo hacia nosotros.
No pude evitar derramar lágrimas de impotencia ante la agresión de la que nos hicieron objeto por tratar de obtener la tutela legal de nuestros derechos. Especialmente doloroso fue para mí que la alta jerarquía de la Iglesia católica, la de mi querida virgencita de Guadalupe, a la que tanto he cantado, a la que amo tanto, a la que he compuesto canciones; estuviera dirigiendo el movimiento contra nosotros. Creo que dios nos ama tanto como a todos y que como todos, tenemos derecho al amor.
Sólo me quedaba hablar en nombre de quienes son como yo fui. Eso me haría objeto del discurso de odio que está sembrando un sector de la Iglesia católica y un grupo ultraconservador. Creo que a pesar de la discriminación que sufriría no habría autoridad que se atreviera a resguardar mis derechos ¡En fin! Creo que finalmente se darían cuenta que su querido Juan Gabriel, el extraordinario compositor, el excelso cantante, el genial arreglista y productor era homosexual.
Finalmente, JuanGa, desde tu cielo, el que ya te espera para ser libre de discriminación, ¿Qué mensaje nos dejas a los hidrocálidos y a todos los mexicanos? Que he decido partir justo ahora. No quiero ver la marcha del odio que se organiza para septiembre desde el más radical oscurantismo. No quiero ver que mis derechos sean dictaminados y rechazados por una fracción ideológica clerical-conservadora; ante el temeroso silencio del Poder Legislativo. No quiero ver que el Registro Civil regrese a las sacristías.
Con la belicosa resistencia civil activa conservadora y el silencio pusilánime de la ciudadanía democrática; me condenaron a cumplir la sentencia que hace muchos años vislumbré y de la que soñé liberarme algún día: yo no nací para amar; mis sueños nunca se volvieron realidad.
No pude lograrlo querida-a-a, Coquito. Por eso es que decidí partir.
Alberto Aguilera Valadez se despidió. Sólo quien tuvo ojos para ver supo que él no tuvo la dicha de ser Juan Gabriel.
Nos vemos en la próxima.
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