Como nunca, México enfrenta al mundo con un grave desprestigio internacional como consecuencia de un inadecuado manejo de la política de relaciones con otras naciones y desde luego, por hechos que desafortunadamente nos han puesto en el banquillo de los acusados la incapacidad del gobierno para dar solución al grave problema de inseguridad y de violaciones a los derechos humanos.
Este desprestigio se vuelve cada vez más evidente en cada visita de Estado que realiza nuestro presidente, Enrique Peña Nieto, porque lugar al que va, hay grupos de organizaciones civiles que se manifiestan y muestran el repudio que hay con contra del jefe del Ejecutivo y en las que participan mexicanos en el extranjero.
En su más reciente visita de Estado a otra nación, concretamente a Argentina, no fue la excepción y justo un día después de que las legendarias Madres de Plaza de Mayo realizaran su tradicional mitin semanal número dos mil en la emblemática Plaza de Mayo, en su eterna lucha para pedir por los desaparecidos de la última dictadura militar de Pinochet, de 1976 a 1983, organizaciones sociales protestaron en el mismo lugar contra la visita a Argentina nuestro presidente.
La convocatoria para manifestarse en contra del mandatario mexicano se hizo a través de redes sociales y un numeroso grupo de argentinos y mexicanos, lanzaron consignas tales como: “¡Se busca! Asesino en México”. Incluso, el Partido Obrero se sumó al repudio con una manta que decía: “¡Fuera de Argentina, Peña Nieto!” ¡Asesino de docentes y estudiantes mexicanos!, sin faltar las fotografías de los 43 normalistas de Ayotzinapa, y la bandera mexicana.
Crónicas informativas dieron cuenta de que, mientras en el interior de la Casa Rosada, casa presidencial, Macri y Peña Nieto, firmaron 17 acuerdos de cooperación en materia de turismo, educación y cuestiones sociales, en el exterior las organizaciones repudiaron este encuentro al decir: “Enrique Peña Nieto está vinculado a la violación de derechos humanos, como la desaparición forzada, el asesinato de miles de personas, los feminicidios y la muerte de periodistas”.
Esta es la tónica de rechazo a Peña Nieto por la incapacidad o falta de voluntad política para instaurar un régimen plenamente democrático y de respeto a los derechos humanos. Eso es lo que se percibe desde fuera de nuestro país y es así como las escenas de protestas en el extranjero se multiplican y se acrecientan, por los innumerables casos y escándalos, que han lastimado no solo a los mexicanos sino una sociedad globalizada que trasciende nuestras fronteras.
Los casos que cobraron mayor relevancia en el contexto internacional fueron sin duda los 43 de Ayotzinapa y la Casa Blanca, el primero de ellos, en el terreno de violaciones graves a los derechos humanos y el segundo, el mejor ejemplo de la corrupción que impera en el país.
Nunca antes en la historia de nuestro país se generó una avalancha de repudio hacia nuestro país como el que despertó los normalistas desaparecidos. Decenas de jefes de estado, parlamentos, organismos multilaterales, el Estado Vaticano, Naciones Unidas, en fin, un largo catálogo de actores internacionales, se sumaron a la indignación de este pasaje de nuestra historia.
Por lo que respecta al episodio de La Casa Blanca, el descrédito creció tan pronto se conoció que uno de los principales contratistas de Peña Nieto, tanto en su encargo como gobernador del Estado de México como ahora en su administración como presidente, le puso a disposición un inmueble valuado en más de 70 millones de pesos.
Por casos como estos y muchos más, México atraviesa hoy por su peor etapa de desdoro internacional de su historia.
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