Los Estados Unidos de América han sido durante muchos años la Meca del cine, del entretenimiento y del espectáculo. Lo han podido ser porque habían gozado de una economía envidiable, donde el ciudadano promedio era receptor de los beneficios de buenas políticas gubernamentales, de acertados programas sociales y de una cultura que contiene decenas de valores positivos que superan los negativos. La buena economía de nuestro vecino del Norte, produjo que sus habitantes pudieran tener cierto nivel de riqueza que les ha permitido no sólo sobrevivir, sino ser poseedores y detentadores reales de lujos y de un poder económico real que va más allá de cubrir las necesidades básicas. Pero el logro de esta riqueza como nación vino acompañada de valores básicos como la honestidad y la solidaridad. Honestidad que se puede apreciar no solamente en el proceder de sus empresas privadas sino en la vida diaria de las personas. Los americanos, en general, son el tipo de personas que si se encuentran una cartera con dinero son capaces de devolverla al propietario sin antes vaciarla. Repito, en lo general, porque siempre habrá excepciones particulares de individuos no tan bien intencionados. Pero esta vida económica de bonanza, permitió que el pueblo americano tuviera los recursos necesarios para destinar parte de su presupuesto a diversiones y espectáculos, haciendo de las industrias del “Show Business” en general, unas poderosas e influyentes corporaciones. Ahora el candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, Mitt Romney, está intentando usar a su favor el “Show Business” en la carrera por ganar el voto hacia la Casa Blanca.
En su discurso de aceptación como candidato a la presidencia por el Partido Republicano, Romney invitó al reconocido actor Clint Eastwood para que se dirigiera al público americano, en un claro intento de tornar la balanza electoral a su favor. Eastwood realizó una pequeña parodia con una silla vacía que se suponía estaba ocupada por el actual presidente americano, Barack Obama. Durante su presentación que duró cerca de doce minutos, el actor reclamó al ausente presidente las promesas de campaña que lo llevaron a ocupar la dirigencia de ese país, así como asuntos que los americanos tiene por prioritarios en la actualidad: el desempleo de veintitrés millones de ciudadanos, la guerra en Afganistán que actualmente sostienen, el exceso de gastos del gobierno de Obama y los préstamos a estudiantes para que cursen sus carreras. Pero después de la breve parodia, el discurso de Eastwood hizo el reclamo genuino de todo ciudadano, no únicamente de los americanos sino de todos y cada uno de los ciudadanos de todos los países, al decir que a “nosotros” nos pertenece el país y que los políticos son meros empleados de los ciudadanos. Que si los políticos no pueden llevar adecuadamente el país, deben ser destituidos por nosotros para colocar a personas más capaces que sí puedan llevar una eficaz administración del país.
Así, los políticos estadounidenses (ya lo hizo Obama con Oprah) se apoyan en las figuras de entretenimiento masivo para ganar simpatías y legitimidad. Tristes tiempos modernos estos que en que estamos viviendo, en los que son los actores de películas, los presentadores de shows, la gente del espectáculo y los deportistas los que avalen una campaña política. Tampoco se trata de que salgan los intelectuales pagados a promocionar a tal o cual candidato. Qué poco mérito hay detrás de los políticos que necesiten el apoyo público de gente del entretenimiento, y en qué poca consideración se nos tienen a los votantes para tratarnos como débiles mentales que guían su voto porque aparece una figura pública al lado de un candidato.
Sí, el país nos pertenece a los ciudadanos y no a los políticos. Ellos son empleados de nosotros y deben de hacer su trabajo bien. Esto fue lo que le pasó al PAN en esta pasada elección presidencial. No dudo que el actual presidente de México, Felipe Calderón, haya tenido buenas intenciones para sacar al país adelante, y tampoco lo culpo sólo a él del estado de detrimento social que hoy padecemos. Los mandatos de Ernesto Zedillo y de Vicente Fox permitieron que el crimen organizado creciera sin obstáculos durante doce años, en los que estos grupos y carteles se fortalecieron actuando casi sin coto. A manera personal, felicito a Felipe Calderón por haber enfrentado al crimen organizado como lo hizo. Se requirió de grande valor de su parte y de determinación. El voto que sacó al PAN de los pinos fue el mismo que lo llevó allí: el voto de la esperanza de que las cosas mejoren para nosotros los ciudadanos. Nuestro nuevo presidente, Enrique Peña Nieto, no tiene una labor fácil a realizar delante de él. Se sacó, como en sus tiempos Felipe Calderón, la “rifa del tigre”. Ahora Peña Nieto es nuestro presidente, y será importante para nosotros, independiente de si votamos por él o no, el cerrar filas con México de manera de que la administración que él encabeza, sea capaz de mejorar las cosas para nosotros en el nivel particular. Ya nos toca el tiempo de mejoría, de bonanza. Para quienes vivimos aquí desde 1965, siempre hemos vivido en crisis económicas, devaluaciones, y últimamente inseguridad. Yo también apuesto con mi Fe y con mi solidaridad a que este sea el principio de un México nuevo que nos traiga buenas cosas durante muchas décadas.