Con qué procacidad el gobierno federal nos ve la cara una y otra vez, sin una reacción consecuente de nuestra parte en proporción a las medidas que se toman en temas tan sensibles como el económico, para “enfrentar” la competencia internacional y haciendo a un lado sus promesas de no más aumentos.
Todavía no nos recuperábamos del gasolinazo de junio y a través de un comunicado enviado de un día a otro, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público nos informa que a partir de agosto se incrementan -otra vez- los precios de los combustibles.
La dependencia justificó que estos aumentos se dan ahora por el repunte que han tenido los precios internacionales de los combustibles, palabras que suenan ya huecas porque, aunque la autoridad busque ocultarlo, sabemos que estas medidas traen consecuencias negativas en el bolsillo de los mexicanos.
Así, a partir del octavo mes en términos porcentuales, el incremento mensual al precio de la gasolina Magna se dio en un 4.2 por ciento, el mayor de los últimos 18 años; en el caso de la gasolina Premium, fue de 3.1 por ciento, también el mayor pero desde noviembre de 2006. En tanto, por primera vez en este año subirá el diésel al pasar de 13.77 pesos por litro a 13.98, es decir, 21 centavos más.
Por si esto no fuera poco, esta misma semana la Comisión Federal de Electricidad anunció también que en este mes de agosto se incrementan los costos por energía eléctrica para el sector industrial, comercio y doméstico de alto consumo.
La CFE señaló que este nuevo aumento a las tarifas eléctricas es consecuencia del encarecimiento del precio de los combustibles utilizados para la generación de electricidad.
Los costos para los usuarios domésticos de bajo consumo no tendrán movimiento, según afirmaron en su comunicado, lo que es un hecho es que éste es el segundo aumento consecutivo que se suma al alza de gasolinas y que van en el sentido contrario al espíritu de la Reforma Energética.
El repunte en los precios de los productos de la canasta básica vendrá en cascada, así como los que se darán en los servicios, representando un impacto brutal a la ya de por sí golpeada población de nuestro país que sigue siendo la víctima de las malas decisiones de nuestros gobernantes.
Mientras estos aumentos se dan, los sueldos de los trabajadores siguen por los suelos. El salario mínimo vigente para este año 2016 es de 73.04 pesos diarios, lo que representa un ingreso para el trabajador de 2 mil 191 pesos al mes que, por supuesto, no alcanzan para mucho.
Lo más lamentable es que en proporción, cada año el aumento al efectivo que recibe el trabajador por los servicios prestados es de apenas tres pesos diarios, ni siquiera ya es proporcional a lo que representa el impacto de la inflación.
Aun así, el ánimo de los mexicanos no decae y es que nuestro país se colocó esta semana en la segunda nación a nivel mundial en tener al mayor número de personas felices, al menos así lo dio a conocer el Foro Económico Mundial en su informe Happy Planet Index.
Dicen por ahí que no hay mayor felicidad que conformarse con la vida que nos ha correspondido, y valga la comparación en este caso, con los gobiernos que hemos elegido, que son finalmente los que deciden el rumbo de nuestra nación.