Según yo, hay algo que los mexicanos no solemos vivir y que lo traemos en nuestra cultura por los medios gringos: el irse de casa luego del verano en que acaba la prepa como una regla. Tampoco existen las ciudades de estudiantes con suburbios llenos de fraternidades y casas con jóvenes fuereños que huirán luego de acabar su matrícula. Lo más parecido es en estados como Zacatecas o regiones de Jalisco o Guanajuato donde las instituciones de educación superior no son centralistas y reparten las carreras hasta los lugares más recónditos, los municipios que de otro modo no serían visitados. Siempre hay fuereños ¿no?, hasta en Aguascalientes. Gente de los Altos de Jalisco y Guanajuato llegan a estudiar porque sus carreras les quedan todavía más lejos en sus estados. El ejemplo obvio: ir del norte o sur hasta la UNAM, vivir la experiencia chilanga y enfermarse toda la vida de que el terruño no da la vida del DF. Incluso si nunca vivieron el ambiente cultural y de fiesta, sólo porque es el defe (que no CDMX, no me gusta).
Había comentado en otra columna cómo las películas nos venden cierta experiencia de la prepa marca Glee o Breakfast Club. Igualmente, la gran experiencia universitaria o el que ejércitos de jóvenes salgan a sus 18 años de casa a valerse por sí mismos cuando la mamá les lavaba la ropa dos meses antes, en nuestro país no es. Estudiamos donde vivimos. Los ricos van de intercambio. Los no tan ricos van a experiencia sosas de intercambios, con limitaciones. En fin, el mexicano se queda más tiempo en el nido. En especial con los millennials, me sangran los dedos que escriben esto ya que entro en ese rango, pero estos jóvenes no sé cómo salen de su casa o las calles. ¿A qué los padres les resuelvan la vida? ¿Postergar el momento de chambear?
Mi amigo Juan Luis Montoya Acevez, aquí en #OpiniónLJA, dice que ser godín es aspirar a una vida mejor. Completamente cierto, y es cuando muchos de los mexicanos partimos del nido. Obviamente, por tanto rollo que estoy compartido, es algo que me está sucediendo justo ahora. No es como en las películas. Ni como en las gringas o las mexicanas que se desarrollan en Roma -Condesa. No estoy bailando junto a mi novia mientras comemos vino y jamón serrano, con música desde el speaker de mi teléfono ni estamos junto a las cajas de mudanza sonriendo como en las fotos de stock. Solamente estamos siendo nosotros, pero en otro lado. Aparte de que no nos gusta el jamón serrano.
Insisto, el camino a ser adulto (¿ya soy uno?) no es cómo en la televisión. En primera, porque todos los actores que salen de veinteañeros relajados (¡hola Matt LeBlanc) más bien están más cerca de los cuarenta. Aparte de que no tenemos Friends mexicanos porque todos ellos más bien estarían viviendo en casas de sus padres como a cincuenta minutos en camión dentro de cualquier urbe vibrante de nuestro país.
[email protected] | @masterq