En los últimos días hemos sido testigos del alza en el precio del huevo, ¡tremenda!, y sobre todo inesperada. Esto me lleva a recordar lo que mi padre me comentaba; que sólo había tres leyes inviolables, estas son: primera, la ley de la vida. O sea que cuando Dios dice hasta aquí, es hasta aquí, y no hay poder humano que lo pueda evitar; segunda, la ley de la gravedad. Los que la han desafiado todavía no se alivian; y la última es la ley de la oferta y la demanda. Estas leyes son implacables, se cumplen ¡o se cumplen!
El tema del precio del huevo nos lleva primero a preguntarnos, ¿porqué? Bueno, pues porque la fiebre aviar, que azotó a Jalisco, Michoacán y otros estados de la república, diezmó las granjas avícolas de una manera tremenda. Se calcula que se perdieron alrededor de veinte millones de aves y apenas se comienza a controlar este mal y para que nuestros productores se recuperen de este golpe pasarán años; para que la producción se nivele deberán pasar de seis meses en adelante. Ante lo anterior la autoridad ha reaccionado buscando que se baje el precio del huevo, para ello se permitirá la importación de dicho producto exentándolo del pago de aranceles buscando con ello que el huevo regrese a su precio histórico. Lo anterior, hay que reconocerlo, lo determinó un gobierno responsable, buscando el bien de la sociedad, un gobierno que no está inmerso en elecciones o en quedar bien, sino en cumplir con su obligación. Desde luego que no falta el demagogo que aprovecha la situación para hacerse de imagen; es vergonzoso el “banderazo” dado por Marcelo Ebrard a un camión con veinte toneladas de huevo, para venderlo a 20 pesos el kilo en las diferentes colonias del D.F. Después le dijeron que sólo eran 15 toneladas, pero el gasto en publicidad electrónica e impresa vale mucho más que dicho tráiler. Es de suponerse que nadie le dijo que un negocio de los pequeños, en la Central de Abastos de Iztapalapa, vende al día entre tres y cinco tráileres de 30 toneladas, entonces realmente no saben el tamaño del mercado nacional de huevo. Con la oferta tan raquítica del jefe de Gobierno, sólo hizo que quienes están metidos en este mercado se den cuenta de la magnitud de la problemática.
Otro ángulo de este problema es que se está importando huevo para uso industrial, o sea para panaderías, industrias pasteleras y de golosinas. Este huevo, si creen que lo van a comprar las amas de casa para su uso diario, están muy equivocados. Si bien es cierto que cuando uno va a un hotel y come del “bufet”, encontrará una pasta amarilla subido que dice ser “huevo”, y en efecto, sí es huevo, pero es huevo deshidratado, el cual México exporta después de separarlo. Son los huevos que se rompen o golpean y se deshidratan. En otros casos se deshidratan para sacar las proteínas de la clara, las cuales se venden a un precio bastante bueno a nivel internacional, sobre todo a Japón y a Estados Unidos. La yema deshidratada tiene un sabor y propiedades muy diferentes, nutritivamente hablando, a las del huevo fresco. Habrá qué ver que impacto tiene la importación de este tipo de huevo, aunque mi deseo es que pronto se importe huevo fresco y, sobre todo, a buen precio. Pero esperemos para ver qué viene. Hace pocos días comentaba el mismo secretario de Economía, Bruno Ferrari, que se tenía información de que algunos industriales y productores agropecuarios habían importado de Estados Unidos 1 millón 516 mil (un millón quinientas diez y seis mil) toneladas métricas de maíz. Esto se debe a que en los mercados de futuros de las oleaginosas los precios se han disparado a niveles históricos debido a la sequía que azota a la Unión Americana, que, según los productores, es la más severa en 56 años, pero eso no es lo más grave, ya que regiones de la India, Kazajstán, Rusia y Ucrania, que son los graneros del mundo, han sufrido también una sequía hasta ahora atípica, y se prevé una escases mundial de trigo y maíz, lo cual a países deficitarios como el nuestro que siempre dependemos en una gran parte de las importaciones, nos puede crear un problema bastante severo. Así que esta compra, por muy excesiva que se vea, no será la solución a un problema que se suscite de abasto. Hay que recordar que los alimentos que se compran en el exterior para el alimento de las gallinas, la mayor parte vienen de esos países y sobre todo del vecino del norte; y por supuesto que impactará en el precio del huevo. Vamos a ver si con otro tráiler, o dos, de 15 toneladas lo solucionamos.
A toda esta problemática, estimado lector, agregue la creciente demanda de alimentos a nivel mundial, lo cual provocará escasez y volatilidad en los precios de los mismos. Por lo tanto debemos de ser previsores y estimular la producción nacional, y, sobre todo, ser solidarios y realistas al enfrentar estos problemas, sin demagogias y pensando primero en la sociedad.