La posibilidad en un partido político de ser candidato para un puesto de elección, todavía no pasa por una democracia plena; algo ya sabido y observado es que, con excepciones como se puede apreciar en el PAN, los partidos políticos aplican dos planos para los candidatos: uno es el de la competencia constitucional, en el que piden a los electores que elijan “al mejor candidato”, y, el plano de la competencia interna, en el que no elijen ni designan al mejor candidato.
Para el ejercicio electoral de Aguascalientes del año 2013, tendremos nuevamente la oportunidad de observar cómo se van a manejar los partidos políticos en sus procesos internos; por lo pronto, encontramos ya acción en el PAN, circunstancia que, no sólo es interesante, sino importante en los nuevos tiempos políticos que vive el país. Valga hacer la aclaración de la excepción que estamos viviendo con el candidato ganador de la elección presidencial –la cual deberá ser estudiada cuidadosamente por sus consecuencias-, ya que está mostrando delicados rasgos de distorsión democrática, razón por la que esta referencia deberá quedar excluida de la presente reflexión, precisamente por la distorsión que está causando.
De entrada, podemos encontrar en las realidades partidistas, tres métodos de nominación de candidatos: la designación, la negociación, y la competencia. La designación de un candidato es utilizada bajo determinadas circunstancias que afectan en un partido político la posibilidad de efectuar algún tipo de competencia interna; la designación la hace el partido de acuerdo a sus propios estatutos y reglas, tomando en cuenta o no a la militancia y sus grupos.
El segundo método de nominación de candidato es la negociación: los liderazgos existentes participan con propuestas de candidatos de entre los que “se negocia” quién va a ser el candidato, los compromisos que deberá asumir en su trabajo electoral, y, si gana la elección, en su trabajo de gobierno.
La existencia de grupos en los partidos políticos, en ocasiones es considerada como un mal menor que es necesario tolerar –ya que pervierten a la militancia y se vuelven intratables-; no obstante las deficiencias que puedan tener, son un importante activo para un partido y sus actividades político electorales –siempre y cuando los directivos se vuelvan sus cohesionadores e integradores con una adecuada conducción partidista-.
El tamaño del grupo se convierte en el peso específico de la negociación; a mayor cantidad de integrantes, su líder tiene más fuerza para negociar el candidato. Una buena negociación implica la integración coordinada de los liderazgos que redunda en un buen candidato, o, en caso contrario, en un mal candidato. La negociación del candidato se toma como designación del partido, o de candidato de unidad.
El tercer método es el de la competencia: consiste en abrir la posibilidad a los aspirantes que consideran que pueden aportar a la sociedad importantes propuestas de gobierno; participan los que se consideran en dicha posibilidad, y, al final, -al estilo de las elecciones primarias-, van quedando los fuertes, siendo elegido el candidato en asamblea o convención. Este método, desde luego, también está regido por los estatutos del partido político.
Este método abre la gran oportunidad para que jóvenes aspirantes –que carecen de “padrinos” y que tienen cualidades notables-, puedan foguearse y medirse entre sí; es una circunstancia que les permite apreciar en qué nivel de preparación y de competencia se encuentran, qué posibilidades inmediatas tienen, o qué tareas pendientes deben realizar para las próximas ocasiones.
Los aspirantes panistas a la Presidencia Municipal de Aguascalientes que, hasta ahora, de una u otra forma, han dado a conocer que quieren ser precandidatos para ser tomados en cuenta para la candidatura (y que he podido registrar), son los siguientes, sin orden de preferencia: Antonio Martín del Campo, Jorge López, Alfredo Reyes Velázquez, Felipe González Ramírez, José Luis Novales, Rubén Camarillo, y, así lo ha dado a conocer esta semana, Lourdes Reynoso Femat. También es necesario decir que el todavía senador Felipe González González ha expresado su aspiración, señalando que si su hijo busca la candidatura, él declinaría.
Un punto de reflexión que considero interesante en los aspirantes panistas, es la siguiente pregunta: ¿qué razones, o motivaciones, o disposición personal tiene cada uno, para inclinarse por uno u otro método de nominación del candidato a la Presidencia Municipal? La respuesta que cada quien pudiera dar a la pregunta nos permitiría conocer tanto su perfil político, como el ánimo que los mueve en su participación.
Es decir, las posibles respuestas son varias, ya que la inclinación por una u otra forma de nominación tiene implicaciones distintas. Las respuestas pueden ser desde el que sabe que sólo por la designación o negociación puede ser candidato, hasta el que, al no estar en “el radar de los líderes de grupo”, considera que puede ganar la candidatura si se abre la competencia, etcétera.
La construcción de una candidatura lleva su tiempo (repito, no me refiero al mal logrado nuevo estilo Peña); es por ello que debe trabajarse intensamente, con mucha anticipación, dentro del partido y en la misma sociedad, con transparencia y equidad. De ahí que, considero, es loable y oportuno que los que aspiran a la candidatura –sin limitación o regateos- tengan el espacio partidista y social abierto para que lo expresen, sin que les lleguen consecuencias negativas en un espacio u otro.
Cuando los directivos de un partido piden a su militancia “no moverse porque todavía no son los tiempos”, como está sucediendo en el PRI, dan a entender, o que alguien es el que dirá quién, o que ese alguien ya tiene candidato y no acepta que le muevan las cosas. Una buena conducción de la competencia interna panista, los llevará a un buen candidato y les dará fortaleza para el triunfo. Es momento, por lo tanto, para observar el método que escogerán para la nominación del candidato, ocasión que pueden utilizar para el fortalecimiento del partido.