- Imparte Marcela Lagarde de los Ríos conferencia magistral en la Autónoma; celebra primer siglo del feminismo en México
- Lamenta antropóloga que ejercicio de políticas públicas dependa de los recursos gubernamentales cuando éstas deben impregnarse en la sociedad
Marcela Lagarde de los Ríos llamó a la comunidad de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA) a asumirse como individuos, lo que significa tener derechos y conocerlos; quien no conoce sus derechos, no es un individuo, sentenció: “Hay que apropiarnos de ellos y lograr que sean sentidos, no sólo pensados bajo una norma racional, tiene que haber una afectividad”. Para las mujeres -subrayó- el individualismo ha exigido una reconstrucción del concepto de género.
Durante la conferencia magistral Derechos humanos y sororidad, la antropóloga habló sobre el feminismo como algo inherente al estado moderno y a los movimientos históricos y democráticos de la vida pública y privada de México. Por mucho tiempo, las mujeres sufrieron exclusión bajo la creencia de que sus limitaciones estaban predeterminadas en razón de su naturaleza. Hace tres siglos, en el mundo occidental, el feminismo persiguió la igualdad en un contexto prohibitivo para el género femenino, en el que la mujer era relegada al ámbito de la sexualidad y se le negaba cualquier participación en la vida económica, política, social y cultural.
La modernidad acuñó el concepto de individualismo, pero las discípulas de los pioneros de ese pensamiento asumieron ese discurso “en que las mujeres somos también sujetos de derechos”. El rompimiento de las barreras ideológicas, sin embargo, ha sido un trabajo de décadas; llevando incluso al quebrantamiento de vínculos familiares.
La perredista sostuvo que el primer derecho de la mujer es el derecho a tener derechos: “Para vergüenza de nuestro país, ese derecho se conculca a las mujeres que ya tienen derechos, no necesariamente excluidas, marginadas, pobres o explotadas (…), luego vinieron empresarias, artesanas, universitarias a ocupar los espacios y expropiar un derecho que ya suponíamos que teníamos”.
Criticó que el status quo comience a aceptar los derechos de las mujeres pero su ejercicio dependa de que las autoridades bajen los recursos para determinados programas, porque pareciera que se requiere de dinero público para invertir en los derechos humanos de ambos géneros.
Durante su ponencia, Lagarde abordó la impunidad que hechos como el escándalo de Los Porkys ponen constantemente de relieve, pues no se ha hecho justicia a la víctima de cuatro jóvenes violadores que presuntamente son hijos de familias influyentes de Veracruz: “En Veracruz hay una crisis de impunidad en torno a violencia contra mujeres y niñas, cuando hay violaciones sin castigo, hay muchas otras formas de violencia y probablemente haya también feminicidio, pues este es justamente el caldo de cultivo de violencia extrema de mujeres y niñas”.
Para hacer valer los derechos de este sector se requiere de la construcción de ciudadanía que implica un trabajo colectivo en el que las mujeres se alíen entre sí para empujar un cambio histórico.
La sororidad es precisamente una palabra que define una relación política entre mujeres para enfrentar la dominación del género patriarcal. El feminismo, dijo, nunca ha irrumpido de golpe o con violencia. Ha sido un movimiento democrático y argumentativo, un feminismo ideológico que trata de convencer: “el feminismo no obliga a hacer nada, ni a pensar ni a hacer nada, pero sí recomendar. Sería maravilloso que pudiéramos encontrarnos entre colegas, amigas, familiares y diéramos ese paso revolucionario en el siglo XXI que es el siglo de los derechos humanos de las mujeres”. También conlleva a una renuncia de clases: no explotar, maltratar, acosar u hostigar a las mujeres, ni tampoco encubrir actos de violencia machista: “Para ser solidarias debemos trabajar nuestra mismidad, una mirada crítica de cómo soy, soy responsable de los actos de mi vida y no se los endilgo a nadie. El primer no de las mujeres a los otros, es el primer sí a sí mismas”.