Era miércoles 16. Del mes del aniversario del natalicio de Benito Juárez. De la gira de trabajo por Aguascalientes de la titular de la Sedatu, Rosario Robles Berlanga, en medio de un cierto nerviosismo político de la comitiva estatal, durante las actividades enmarcadas en el programa Ciudades Seguras para Mujeres, como la supervisión de los trabajos de limpieza del bordo Santa Elena, donde fueron recibidos el gobernador Carlos Lozano de la Torre y la visitante por no más de 50 personas.
A la orilla del bordo la desgracia ocurría en un instante. La noche le caía en pleno día. El mundo se le venía encima. Las palabras lapidarias fueron golpeando una a una, como si se trataran de hachazos al torcido árbol que nunca endereza sus ramas. El filoso metal de la pública humillación pegaba en el corazón del subordinado sometido al peor bullying laboral de su historia pública.
La armazón que sostenían los graduados cristales reflejaba el negro azabache del momento. El cairel sobre la frente se desvanecía. La melena se alborotaba de más. El café de consumo muy frecuente aceleraba el nerviosismo. La estatura se reducía a la de un jumil de alcantarilla. El paladar registraba el difícil trance, el amargo, el de alguna mermelada administrativa sin azúcar.
Puntual, La Purísima… Grilla, en su edición del día siguiente, jueves 17, preguntaba ¿Cuántos Juan Manueles se requieren para poner un calentador?, para luego regalar a sus lectores una espléndida crónica del dantesco suceso: El comportamiento (de los no más de 50 asistentes) no gustó en lo más remoto a Lozano de la Torre, quien sin embargo se detenía a cada tramo para atender a las mujeres que se le acercaban, entre ellas Emilia Guerrero Guerra, de 88 años de edad, a quien en la última visita de Robles Berlanga a Aguascalientes le habían prometido un calentador, sin embargo, en su domicilio seguía sin haber agua caliente porque no le habían instalado el aparato… y estalló el gobernador, enfrentando a Juan Manuel Gómez Morales, titular de la Secretaría de Bienestar y Desarrollo Social estatal: “ah, que la chingada, ¿qué no puedes ponerlo en un día?, ¿tengo que venir a ponerlo yo?, ¿tengo que venir a hacer tu trabajo?”. Auch, se vale sobar. Gómez Morales no pasó del síseñor, noseñor, síseñor…
El mismo día, pero más tarde, el gobernador Lozano reconocía sin dobleces: “Es mi carácter, es mi manera de resolver las cosas, ha sido mi manera de resolver las cosas, de cumplir y hacer cumplir las órdenes y hacerlo inmediatamente…”.
Y sí, efectivamente, en la videoteca de YouTube pueden mirarse algunos regañitos del mandatario estatal, como el famosísimo Ponte las pilas que le restriega a Daniel Gallegos, director de Atención Ciudadana, al momento que le golpea el tórax con la mano derecha.
O cuando se mofa de Cataluña, a través de una dama nacida en España, defensora de los derechos humanos, que desea saludarle y preguntarle en el marco de los Diálogos por la Seguridad: “Por su acento ya me imagino su origen, me dijeron que es catalana”, asegura Lozano de la Torre, pero ella le aclara que es “española”, y él ataca con ironía: “Bueno, aquí…, bueno…, ya mejoró”.
O cuando increpa a una ciudadana que le expresa su sentir sin faltarle el respeto al Poder terrenal: “No, no, no, no me amenace”, “Yo soy la autoridad”, “A mí me va respetando”.
O cuando molesto encara al representante del PAN porque está grabando su llegada a la casilla ubicada en Distrito I electoral federal en el maldito Progrebús, que origina la anulación de la elección ordinaria: “¿Cuál es tu problema?”, “¿Por qué me estás filmando?”.
Doblar la espada. Saberse montado. Morir arrodillado. Es la negación de los derechos humanos. Ojalá la semana santa le haya hecho reflexionar al ahora debilitado Juan Manuel Gómez Morales, el hijo del legendario Augusto Gómez Villanueva, sobre la conveniencia de presentar su dimisión a la Sebideso. Le haría muy bien escribir su renuncia con la pluma del honor y la tinta del respeto, como bien recomendara Juan XXIII: “No importa que alguien se equivoque mientras conserve su dignidad como persona y su derecho al amor”.
Al parecer el decoro de la vida humana no está considerado en el progreso.
Porque alguien tiene que escribirlo: Se armó la tremolina por el viaje “mundial” de Lorena Martínez a Japón y Alemania, que ella misma anunció el miércoles 2 de este mes; el video grabado en la tierra del sol naciente movió el avispero.
En plena veda electoral, hace tres días, el PT -coaligado del PRI, Panal y PVEM- mandó a la prensa siete fotografías que acompañaron al boletín 005/2016, para propinarle un inexplicable zape a la dama tricolor, al informar que “El Partido del Trabajo tendrá gobernadora y será Lorena Martínez, afirmó contundente y contento el dirigente del Partido del Trabajo (PT) en Aguascalientes, Héctor Quiroz García quien se dijo orgulloso de que la candidata del partido de la estrella sea una gran mujer a quien describió como sensible a las necesidades y muy humana”.
El PAN, convertido en el Lobo Feroz del cuento azul, quiere comerse viva a La Caperucita Martínez, “por actos anticipados de campaña”.
Y la oficina de prensa de la abogada Martínez, a cargo de la diputada del PVEM Anayeli Muñoz Moreno, decidió bajar la cortina del changarro a partir del sábado 12 de este mes. Se esfumó. Ni se despidió. Simplemente colocó el letrero: “Cerrado por vacaciones. Regresaremos algún día”. Mientras, la señora Muñoz se dedicó a preguntar en su muro de Facebook “por las mejores enchiladas de Aguascalientes”, para “comer o cenar”.
Magnífico artículo.