- Fue un notable iconoclasta que se anticipó a toda mi generación produciendo obras de una originalidad, energía y de una singularidad literaria extraordinaria, señala el también poeta Eduardo Lizalde
Este 25 de marzo Jaime Sabines cumpliría 90 años, y el mejor reconocimiento que sus lectores pueden hacerle al poeta será releerlo, como él mismo lo dijo en una conversación: “El homenaje más importante es que me lean. Que mis libros sirvan de algo. Una vez, un muchacho me dijo que mi poesía lo había acompañado durante tres años en la azotea de su casa mientras estudiaba leyes. Cuando se recibió, me dio las gracias por esa temporada”.
Jaime Sabines se convirtió en las últimas cuatro décadas del siglo XX en el poeta mexicano más leído; logró penetrar a través de sus versos en el gusto literario de decenas de miles de personas, que llegaron a saber sus poemas de memoria. Sus lectores rebasaron las butacas de salas como el Palacio de Bellas Artes y la Sala Nezahualcóyotl de Ciudad Universitaria, para escucharlo decir sus poemas, multitudes, que desde pantallas gigantes en las explanadas de ambos recintos, celebraron al poeta cuando cumplió 70 años en 1996.
Para sus contemporáneos y las generaciones que le siguieron en el siglo XX fue un escritor definitivo: “un pacto nacional que suscriben poetas, estudiantes, intelectuales, prófugos de la abogacía, entusiastas del bolero, políticos, burócratas, periodistas”, así enumeró Carlos Monsiváis a los lectores de Sabines al referirse a ellos como la Orden de los Amorosos: “si la poesía convoca multitudes no todo está perdido”, agregó el cronista que mantuvo una estrecha amistad con el poeta.
Jaime Sabines, nacido en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el 25 de marzo de 1926, nos dejó una obra que se mantiene viva. Su Recuento de poemas, que reúne toda su poesía sigue siendo lectura indispensable, y objeto de nuevas traducciones. Sus temas fueron la condición humana, la soledad, el paso del tiempo, la muerte, y sin duda el amor, éste último continúa como favorito entre nuevos y jóvenes lectores que ya no conocieron en persona al poeta que murió en marzo de 1999. En años recientes sus lectores han tomado como hojas sueltas fragmentos del libro de misivas que Sabines le escribió a su novia Josefa Rodríguez, Los amorosos: cartas a Chepita (2009), o testimonios de entrevistas para postearlos o twittearlos como si fueran fragmentos de sus poemas.
El poeta Eduardo Lizalde, contemporáneo de Jaime Sabines, reconoce en él autor de Diario Semanario a uno de los escritores más destacados y extraordinariamente importantes en la literatura mexicana:
“Sabines fue admirado por todas las generaciones, con una obra particular originalísima, de un temple, una energía y una personalidad impresionante. Fuimos amigos y nos tratamos a lo largo de muchos años. Lamenté mucho su muerte, relativamente temprana, porque somos viejos ya todos los de mi generación, pero ahora Sabines estaría cumpliendo 90 años. Sus libros son extraordinarios; yo he escrito muchos textos sobre su poesía. Era un personaje de gran personalidad, inteligencia, un notable iconoclasta, no aceptaba que ninguna autoridad encima de él, pero era un conocedor de la literatura tanto nacional como internacional. Era un hombre de muy singular personalidad y estilo. Con Octavio Paz, con quien tuvo más bien una relación lejana, terminó siendo cercanísimo amigo, Paz lo admiraba, lo admirábamos todos, y fuimos muy cercanos personajes y amigos de nuestra generación”, cuenta el poeta Eduardo Lizalde en entrevista con la Secretaría de Cultura.
“Creo que Sabines se anticipó a toda mi generación produciendo obras de una originalidad, energía y de una singularidad literaria extraordinaria. No es muy extensa la obra de Sabines, pero todos sus libros son importantes, Algo sobre la muerte del mayor Sabines es uno de los más celebrados, pero son extraordinarios sus poemas de la juventud. Tarumba es uno de los libros más notable. Ahora celebramos su aniversario y yo continuaré celebrando sus poemas”, agrega el también director de la Biblioteca de México.
“Sabines acostumbraba decir: me gusta la palabra viejo, pero no me gusta la palabra senecto; no quería morir en la senilidad, no lo hizo, a su muerte era hombre fuerte, de gran inteligencia, con energía física y mental”, relata Eduardo Lizalde.
Jaime Sabines Gutiérrez, fue hijo de Julio Sabines, quien llegó de Líbano a América siendo un niño, y en México logró ingresar al Ejército, en 1914 ya tenía el rango de mayor. Su madre, Luz Gutiérrez, formó parte de la aristocracia chiapaneca, que años después perdió todo con la Revolución. Jaime tuvo dos hermanos, Juan y Jorge. Su infancia y adolescencia transcurrieron en la provincia de Chiapas. Muchas noches de su niñez, su padre solía contarle a él y sus hermanos las historias que su memoria había conservado de Las mil y una noches. Años después, el poeta reconocería en aquella tradición oral su primer contacto con la literatura.
“¿Nací poeta? Esto no tiene más respuesta que sí.”, reconoció Sabines. Su interés por la poesía sucedió desde temprana edad: de niño su madre le hacía recitar poemas. Sabía de memoria El declamador sin maestro. En la secundaria se convirtió en el orador oficial. A los 17 años comenzó a escribir versos, que no publicó sino hasta los 23 años cuando supo que tenía una voz propia. En 1945 viajó a la Ciudad de México para estudiar medicina, en ese tiempo de soledad pudo leer y escribir desesperadamente.
Ahí, la Biblia, se convirtió en su libro de cabecera; solía decir que en esos años de sufrimiento y soledad se hizo poeta. En 1949 se cambió a la Facultad de Filosofía y Letras para estudiar lengua y literatura castellana, en el legendario edificio de Mascarones. En tiempo escribió Los amorosos, uno de sus poemas más conocidos que aparece en Horal publicado en 1950. En 1951 publicó La señal, y escribió Adán y Eva, su primer poema largo que sería publicado once años después.
En 1952 decidió casarse con Josefa Rodríguez, Chepita, y se hace cargo de El Modelo, una tienda de telas. Tras el mostrador de ese establecimiento escribió su poema: Tarumba (1956), del que decía era “un canto a la sobrevivencia”.
En 1959 Jaime Sabines obtuvo el Premio Literario que otorga el Gobierno del Estado de Chiapas; a éste le seguirían más de una decena de reconocimientos entre éstos el Premio Xavier Villaurrutia (1973), el Nacional de Ciencias y Artes (1983) y la Medalla Belisario Domínguez (1994).
Volvió a la Ciudad de México para trabajar con sus hermanos en una fábrica de alimentos para animales. De establo en establo, recorría la ciudad con su camión repartiendo alimentos, actividad lo acompañará durante 17 años. En ese tiempo la familia Sabines Rodríguez estaba completa: Jaime y Josefa con sus cuatro hijos Julio, Judith, Julieta y Jazmín, nombres todos con J, por elección del poeta.
En 1961 publicó dos libros: Diario semanario y poemas en prosa y Poemas sueltos. Un año después la Universidad Nacional Autónoma de México decidió reunir su obra, hasta entonces escrita, en el volumen Recuento de poemas.
Por ese tiempo su padre enfermó de cáncer y el poeta comenzó a escribir los versos que se han convertido en uno de sus más importantes poemas: Algo sobre la muerte del mayor Sabines que apareció en 1973. Antes había publicado Yuria (1967) y Maltiempo(1972).
En 1976, Jaime Sabines incursionó en la política y fue diputado por el Partido Revolucionario Institucional en Chiapas. Apareció una nueva recopilación de su obra, la editorial Joaquín Mortiz publicó Nuevo recuento de poemas. En 1977, casi una década después, la serie Cultura Populares de la Secretaría de Educación Pública hizo una reedición de este libro con un tiraje de 40 mil ejemplares que se agotó de inmediato.
En 1983 el poeta compró un rancho cerca de los Lagos de Montebello, Chiapas, al que bautizó como Yuria, igual que uno de sus libros, y en el que decidió vivir por un tiempo.
En 1986, para festejar sus 60 años, la UNAM y el INBA organizaron un homenaje; ahí Jaime Sabines reunió a cientos de lectores.
En 1987, la editorial Vervuert de Alemania publicó una antología de Sabines, que lleva por título: Dein Kšrper neben mir (Tu cuerpo está a mi lado). Años después se publicaron otras antologías en Bulgaria, Cuba, Estados Unidos, Canadá, Chile, Francia y España, y en la actualidad sus poemas se incluyen en antologías de poesía hispanoamericana editadas en más de una veintena de países, y nuevas traducciones al chino, árabe e italiano se hacen de su obra.
En noviembre 1989, durante un viaje a Chiapas, resbaló en un escalón y se fracturó el fémur de la pierna izquierda. A partir de entonces la lesión dañó su cuerpo, que sufrió más de 40 operaciones.
Sin embargo, este poeta que canta a la muerte para celebrar “la hermosa vida”, y alejado de los reflectores de la fama, tuvo que acceder en el último lustro a ofrecer varios recitales de poesía a los que asistieron multitudes. La empresa telefónica más grande de México editó una antología de Sabines con un tiraje de 500 mil ejemplares.
En los últimos años el poeta fue invitado a viajar a ciudades de México y el extranjero para presentar nuevas ediciones de su obra, traducciones y lecturas de sus poemas. Jaime Sabines fue a festivales de poesía en Nueva York, Rotterdam, París, Madrid, Quebec. En esos años solamente dio a conocer un poema: Me encanta Dios, pero sus hijos preparan una selecciones de poemas inéditos a los que el propio Sabines puso nombre: Poemas rescatados, que saldrán a partir de una minuciosa revisión de las carpetas en las que Sabines escribía sus poemas.
“A 17 años de su muerte nos apena no haber podido publicar aún sus poemas inéditos. Esto porque la vida se impone, cada uno de nosotros tenemos empleos y ocupaciones que nos dificultan un trabajo que demanda cuidado y atención completa. Este trabajo nos parece enorme, pero también ineludible. Lo vamos a hacer -lo estamos haciendo ya- al ritmo que nos obliga la vida diaria, en la medida que nos permiten nuestros recursos, con el amor y respeto que le tenemos al poeta, a nuestro padre. La obra de Jaime Sabines nos parece de gran importancia para las letras nacionales y de la lengua española. Somos una familia como tantas, solamente que con una responsabilidad hacia una obra literaria que deseamos preservar y difundir para los lectores interesados y eso que se llama la cultura. En tanto, podemos seguir leyendo la poesía de Sabines”, expuso Julio Sabines, al hablar sobre el tema de los Poemas rescatados.
“Hace unos cuantos años nos dedicamos una buena temporada a revisar y cotejar la obra ya conocida para una nueva edición, y encontramos una considerable cantidad de erratas que enmendamos confrontando manuscritos y primeras ediciones; esta labor nos enseñó que también es necesario hacer un ejercicio de salvaguarda de manuscritos, correspondencia, documentos, fotografías y videos que, en su conjunto, componen lo que podemos llamar el archivo Jaime Sabines. Tenemos entonces dos tareas inseparables una de otra: elección de poesía inédita para su publicación e integración al Recuento de poemas y el ordenamiento y la digitalización del archivo”, añade el primogénito de Jaime y Chepita.
Así como hay poemas inéditos de Jaime Sabines, también encontramos un puñado de textos críticos sobre su obra a lo que no es fácil acceder de manera unitaria. Ya en 1985 Mónica Mansour hizo una primera recopilación que título: Uno es el poeta. Jaime Sabines y sus críticos, en donde figuras centrales como Octavio Paz o José Emilio Pacheco hablan de la obra de Sabines. En 1966, Octavio Paz escribió: “Jaime Sabines se instaló desde el principio, con naturalidad, en el caos. No por amor al desorden sino por fidelidad a su visión de la realidad”. Casi una década después, al publicarse el Nuevo recuento de poemas en 1977, José Emilio Pacheco aseguraba: “Sabines se equivoca como todos pero acierta como pocos”.
“Hace ya más de 30 años preparé esa antología -explica Mónica Mansour en entrevista para la Secretaría de Cultura. Lo primero que me pareció notable al hacer esta investigación fue que Sabines era un poeta con muchísimos lectores, muchos reseñistas, varios entrevistadores y pocos analistas. Y aunque tenía buenos amigos que eran poetas y escritores, como Rosario Castellanos, dejaba muy clara su aversión a los “círculos literarios” o de “intelectuales”.
“Los muchos lectores, que se multiplican día con día, así como la muy mala crítica al principio, se explican por la novedad, la calidad, la acidez y la ternura en su poesía. Los poemas eran bastante lejanos a lo que los críticos ‘esperaban’ en ese momento. Sin embargo, también resultó notable que, a medida que fueron aumentando los premios y reconocimientos, los críticos y analistas empezaron a prestar más atención a esa obra, y varios cambiaron sus opiniones negativas por lo contrario. Creo que mi recopilación ha resultado útil para tener un panorama de la recepción de la obra de Sabines. Durante los últimos años de su vida adquirió tanta fama (y tan merecida) que la cantidad de notas, reseñas y análisis de su poesía ha crecido considerablemente; tal vez, si se reedita este tomo, se podría agregar un segundo tomo que incluyera una breve selección de otros 30 años de recepción crítica”, añade la crítica literaria.
El poeta Mario del Valle, quien fue uno de los amigos cercanos de Jaime Sabines, inició en 1981 su editorial Papeles Privados con un libro del chiapaneco que tituló: Poemas sueltos.
“Jaime tenía diez años sin publicar y con la amistad que había ganado del poeta, le pedí un libro para inaugurar la editorial: los Poemas sueltos de ese 1981, libro hoy agotado por supuesto”, cuenta en entrevista.
“¿Por qué Jaime Sabines es leído y reeditada su poesía una y otra vez? Sus libros se agotan mientras su poesía crece en cada lectura. La gente busca su poesía porque se encuentra en ella. Porque su poesía es natural. Jaime escribe sobre las vivencias de todos los días y crea un lenguaje potente y a la vez suave, distinto a los otros escritores de su generación. Quien toma un libro de Jaime Sabines lo entiende sin mayor problema y hace suyos los temas del poeta. Y otra de las maravillas de su obra es que su poesía es de todos.
“Jaime no buscaba un estilo, lo dotó la naturaleza de ese estilo único que admiramos en sus poemas. Sabines rechazó desde un principio la actitud del poeta intelectual ‘culto’, del escritor ‘inteligente’. Jaime era un poeta culto, con una inteligencia superior, por eso entendió que el lenguaje de todos los días, el cotidiano, el que habla la gente común y corriente, las palabras del hombre del pueblo, es con el que se hace la poesía. Jaime tuvo una alta visión de nuestro mundo donde está el amor, la mujer y el hombre, la pasión, la luz de la inteligencia y la noche del dolor. Jaime Sabines supo hablarnos virilmente de la vida y la muerte. Por ese siempre lo estamos leyendo y siempre lo recordamos como un enorme poeta mexicano”, expresó Mario del Valle.
El viernes 19 de marzo de 1999, víctima de cáncer, murió Jaime Sabines en su casa, al sur de la Ciudad de México, seis días después el poeta habría cumplido 73 años.
Con información de la Secretaría de Cultura