En 1852 prominentes hombres y mujeres de la sociedad aguascalentense vieron su honra disminuida al ser aludidos en las gacetillas que circulaban, algunas sin más fin que denostar a quienes no eran precisamente partidarios de la lucha que entre bandos se vivía. Una de aquellas era El Duende, publicación alrededor de la cual algunas figuras políticas se congregaron, pasando a la historia incluso el partido denominado duendil, para hacer referencia a sus simpatizantes.
Sin embargo la prensa también podía ser utilizada con fines políticos para promoción de otros medios, con mejores o peores intenciones que la diatriba, pero que tendieron a redefinir la historia política del estado.
Cuenta la historia que después de la exitosa segunda exposición industrial, a consecuencia de un choque con la policía, se sublevaron en Guadalajara un coronel de apellido Blancarte y un personaje que ha trascendido a la historia apodado “el zorro” y de actividad rebocero. Casi por casualidad se apoderan de un cuartel, sorprendiendo a la autoridad que nada puede hacer para organizar la resistencia, quedando la capital de Jalisco en manos de rebeldes sin plan político alguno. Ante la creencia de que un movimiento de tal magnitud debía ser reivindicado políticamente, lo primero que se les ocurre es desconocer al gobierno.
Este hecho fortuito fue utilizado por la prensa de Aguascalientes, quien dentro del periodo de efervescencia que vivía el estado, se constituyó como voz popular y proclamó y afirmó la erección del estado de Aguascalientes a la sombra de esa incipiente revolución. Los acontecimientos venideros y algunos hechos circunstanciales jugaron en apoyo de quienes creyeron posible tal situación. Definitivamente los rebeldes tapatíos vieron con simpatía la causa que los aguascalentenses habían seguido en contra de los zacatecanos, por lo que fue muy fácil prender la mecha consistente en el apoyo mutuo. Si los rebeldes aguascalentenses secundaban el motín de los tapatíos, se convertirían en aliados en pos de la tan anhelada separación de Zacatecas.
Existió un “Pronunciamiento de Aguascalientes” el 29 de octubre de 1852: El general Yáñez avecindado en Aguascalientes, parte rumbo a Guadalajara acompañado entre su tropa por el entonces capitán José María Arteaga. Ya en la capital de Jalisco se desconoce a Arista y se llama al general Santa Anna a gobernar. La tropa aguascalentense secunda el pronunciamiento, agregando al Plan de Jalisco un artículo adicional: el de la erección del estado de Aguascalientes, lo que vuelve popular el movimiento entre la sociedad participante de ese entonces. Tanto así que se unen en el mismo pensamiento los partidos duendil y triple, aquellos que unos meses antes habían luchado encarnizadamente en las elecciones.
La historia nos dice que, a pesar de algunas derrotas sufridas, Aguascalientes fue vencedor sin combatir, pues triunfó la revolución que había secundado. Por influencia de Yáñez y Arteaga, es nombrado gobernador Rayón, aunque toda la administración era del bando contrario, lo que provocó que fuera depuesto y que se impusiera en su lugar a Celso Díaz, quien si bien no era de los duendes, tenía el interés político de ser autoridad.
Sin embargo la historia tuvo un giro apenas Santa Anna asumió el poder: abolió la libertad de escribir, por lo que periódicos como El Duende desaparecieron a la clandestinidad. Dentro de las extravagancias de Santa Anna, hizo que los gobernadores eligieran al presidente del país (él, por supuesto), aunque no de forma unánime.
El estado iba conformándose cada vez más hacia el rumbo que definitivamente tomaría en su andar político, y que surgiría alrededor de 1857 y la lucha liberal. Hablando de giros en la historia, alguna vez la mal interpretada libertad de expresión fue la causante de que Aguascalientes se separara de Zacatecas, para luego ser denostada y refundida en la clandestinidad. Así, la creación de Aguascalientes como estado, que durante mucho tiempo fue una historia aparejada con los triunfos y fracasos de Santa Anna, concluye con una revolución liberal, debiéndose a éstos, y sus triunfos, claro está, finalmente el objetivo de ser un estado reconocido por sus pares y por la federación, como ente libre y autónomo.
En próximas entregas, la historia política de Aguascalientes se definirá tras la lucha entre los bandos liberal y conservador.
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