El cisma y la oportunidad / Memoria de espejos rotos - LJA Aguascalientes
24/11/2024

 

Some say this world of trouble is the only one we need

But I’m waiting for that morning when the new world is revealed…

Oh, Lord I want to be in that number, when the saints go marching in…

La Marcha de los Santos, góspel Negro Spiritual tradicional

 

Saulo de Tarso, en su intención de propagar y unir a la iglesia de occidente, escribió la Epístola a los Romanos. Esta carta paulina porta una grave sentencia en su capítulo 16, versículos 17 y 18 (RVR-1960): Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos.

Es posible que esta cita aplique en el desaguisado entre el Vaticano y la propia Conferencia del Episcopado Mexicano, ese colegio pastoral de obispos a los que Jorge Mario Bergoglio dirigió su discurso en la Catedral Metropolitana durante su reciente visita a México. De este discurso se desprenden varias perlas: “(En la iglesia) No se necesitan príncipes, sino una comunidad de testigos del señor”, “No tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar”, “Vigilen para que sus miradas no se cubran de las penumbras de la niebla de la mundanidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras, ni por los acuerdos debajo de la mesa”.

Pasó casi un mes para que el colegio de obispos de México diera acuse de recibo, mediante la editorial publicada el 06 de marzo en el Semanario Desde la Fe, órgano de difusión de la CEM, en la que afirman: “Los obispos mexicanos han venido acompañando al pueblo sufriente y apaleado, haciendo una vida de entrega al prójimo y no de ‘príncipes’ sin contacto con el rebaño (…) Lamentablemente, existe la mano de la discordia que intentó poner los acentos negativos, parcializando la visión de Iglesia y tratando de influir en el discurso Pontificio para conseguir un efecto contrario en el público, al subrayar desafíos y tentaciones como males del episcopado. No es así. Y aquí cabe la cuestión ¿por qué tratar de demeritar el trabajo de los obispos mexicanos? Afortunadamente el pueblo conoce a sus pastores, y los acompaña en la construcción del reino de Dios, al precio que sea, como ha sido a lo largo de la historia de este país… ¿O será que las palabras improvisadas del Santo Padre responderían a un mal consejo de alguien cercano a él? ¿Quién mal aconsejó al Papa?”. Así que, según estas suaves palabras lisonjeras de la CEM, Bergoglio está en la imprecisión, por una miopía propia o un desenfoque inducido por el mal consejo. Ahí se justifica que citemos a San Pablo, y que cantemos Dominique, nique, nique.


En este choque de opiniones, la realidad pone brújula: ciertamente existe un mayoritario sector de esta iglesia que pugna por la probidad, por el arropo al desamparado, por la justicia social y la humildad cristiana; en tanto que otro sector cabe perfecto en el adjetivo de Principesco. Estas diferencias resaltan cuando Bergoglio ora postrado ante la tumba de Samuel Ruiz, obispo jesuita y teólogo de la liberación; mientras que otros obispos hacen descarada mancuerna con el hegemónico poder de los gobiernos y las empresas. Sin embargo ¿Nos debe escandalizar que la alta jerarquía eclesiástica legitime al poder que perpetúa las desigualdades? En un país con casi 83% de católicos acostumbrados a que la sociedad funcione como una pirámide en la que una base desamparada sostiene a una cúpula opulenta, pudiera ser concebido como “normal” que los dirigentes de cualquier organización se distancien de su base a partir del lujo y la holgura material; sin embargo, esto revela una doble moral y el choque de dos concepciones: la de un mundo en problemas que consiente la inmoral desigualdad, y la de un mundo en el que luchar por la equidad es no sólo posible, sino obligatorio. Por eso, este cisma brinda a los católicos la oportunidad de elegir de qué lado de la vida se está.

Ya en este diario, Mario Gensollen –en la columna El peso de las razones (01/03/16)- había advertido que “Las preocupaciones de Francisco no son nuevas. No son una moda, ni atienden sólo a lo urgente en detrimento de lo importante. Francisco es consecuente con el cristianismo original: quienes preocupaban a Cristo principalmente eran los pobres y los marginados. El cristianismo es en su núcleo una religión donde el amor y la justicia tienen la mayor de las importancias”. Es a este llamado al que el 93% de católicos declarados en Aguascalientes debiera atender con urgencia, no solo por el bien de su fe, sino de su patria chica.

Esto no es cuestión de filias y fobias, sino de ética; de un compromiso comunitario más allá de las ideologías, porque -a pesar del divisionismo que la extrema derecha ha impulsado a lo largo de la historia- hay puntos de grata convergencia entre corrientes como la democristiana o la Doctrina Social de la Iglesia, para con la socialdemocracia, con la izquierda más racional y progresista, sin que esto llame a espanto a nadie, sobre todo en un mundo que se nos está yendo al caraxo (perdón por el gerundio); y es que incluso medios de difusión capitalista -como la Revista Forbes– ya han advertido sobre la cercana caducidad del actual modelo económico y la amenaza que esto implica para la manutención y permanencia de varias especies, incluso la nuestra. Drew Hansen escribió para Forbes (09/02/16) el artículo Unless It Changes, Capitalism Will Starve Humanity By 2050 en el que narra algo que ya sabíamos: El capitalismo devasta a los ecosistemas y orilla a grandes proporciones de la población a mantenerse dentro de los parámetros de pobreza y pobreza extrema. Y aunque sea información ya conocida, sí debiera llamar a escándalo, es un es-cán-da-lo, escándalo que Forbes nos advierta que aquí, dentro de este modelo de hacer política económica y economía política, germina el mal y la destrucción de todos. Ante ello, lejos de aceptar el cisma y las divisiones, debiéramos unirnos.

Si en esta columna se apela a la atención de los católicos locales, no es porque haya la intención de montar el catecismo en La Jornada, que aquí valoramos el laicismo ¡Faltaba más!, sino por mera conveniencia estadística. El mensaje implícito no se ciñe a un credo en particular: debemos asumir que el actual modelo de competencia política y económica se basa en la premisa de “O tú o yo”. Creo que aún estamos a tiempo de organizarnos y elegir modelos que privilegien, por el contrario, la premisa de “Tú y yo”, antes de que nuestra permisividad ante lo injusto nos cobre la factura y que ésta sea impagable, porque -independientemente de que algunas mitologías aseguren que luego de padecer en la tierra, se gozará en el cielo- esta vida es lo único que tenemos de cierto; así que en vida, hermanos.

 

[email protected] | @_alan_santacruz | /alan.santacruz.9


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1 thought on “El cisma y la oportunidad / Memoria de espejos rotos

  1. Un día cenaba en un restaurante de la Ciudad de México con un amigo conocedor de vinos. A un par de mesas estaba Norberto Rivera bebiendo un vino que -a decir de mi amigo- costaba quince mil pesos la botella. Principesco creo que es un adjetivo que incluso minimiza a una parte importante del clero mexicano. Excelente columna.

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