Son de esas semanas extrañas donde todo se combina, el clima se vuelve loco gracias a nuestra irresponsabilidad y falta de compromiso para cuidar a la madre tierra; a ocho días de haber iniciado marzo cae nieve en el norte del país y aquí donde vivimos padecemos vientos como los de Chicago, aunado a bajas temperaturas y lluvias aisladas, todo parece indicar que ahora sí es tiempo de dejar de utilizar los aerosoles, bajarle al uso del automóvil, reciclar y ahorrar energía. El destino nos alcanzó y ponemos cara de asustados, ni modo, nos toca apechugar las consecuencias. Y por si eso fuera poco, además de pagar facturas ecológicas los papás desconocidos de muchos niños, es decir, los lecheros de la entidad, se armaron de valor e hicieron acto de presencia en la agenda estatal sin tomar en cuenta, claro está, el caos que ocasionaron, ¡Usted disculpe, don, pero es que nomás no nos hacen caso de otra manera!, sí, bueno, y nosotros qué culpa tenemos, desquiciaron a gusto el primer cuadro de la ciudad, obvio, generaron contaminación ambiental, ve, todo está entrelazado, primero ellos con su borlote y luego el clima como consecuencia.
¿Sabe usted cuál es el motivo de tan estresante manifestación?, bueno pues, según los señores lecheros dicen que ahora más que nunca es difícil comercializar su producto, es decir la leche; ¿será cierto? Todo mundo toma leche por la mañana y por la noche, uno que otro como yo que le cae mal tan preciado líquido preferimos algo más etílico pero en general, los mexicanos somos lecheros. Dicen ellos que aquí, ahora resulta que no nada más somos líderes en producir guayabas, sino también leche, somos como Suiza, haga de cuenta, así de pudientes, primer mundistas, bonitos y lecheros. El chiste es que estos compas quemaron empaques para hacer patente su molestia, pues aseguran que dicho producto contiene poca cantidad de leche pura. Bueno, a decir verdad eso ya lo sabíamos, y aún así la consume el respetable, cada quien sus gustos. ¿Se imagina?, le prendieron fuego al cartón y a bolsas de plástico, ahí le encargo la contaminación, que por cierto, sumado al piromaniaco hidrocálido que se dedica a quemar terrenos baldíos, casas abandonadas y uno que otro coche, vamos a llegar a los trescientos puntos imeca como en la CDMX. Total, que valiendo sombrilla el deterioro ambiental, se hizo el ritual del fuego en pleno centro de la ciudad, y después vino lo mejor, como para reivindicar el daño, hicieron llegar un vehículo tipo pipa con cuatro mil litros de leche en su interior, y qué cree, la regalaron y la tiraron. No la rieguen, amigos lecheros, eso de andar tirando el producto se puso de moda hace tiempo en el Estado de México y ¿cuál fue el resultado?… ninguno. Creo que llegó el momento de buscar nuevas estrategias para llamar la atención pero sobre todo, una línea que permita establecer canales de diálogo entre las partes involucradas sin afectar al resto de la sociedad. Políticos vs lecheros, casi como el próximo juego inaugural en el Romo Chávez, denle pues, resuelvan a la brevedad, ni a quién irle de plano. Por eso mejor me refugiaré en la cultura, y qué mejor momento para conocer el futuro elefante blanco de la administración que está a punto de terminar, el Macro Espacio para la Cultura y las Artes, ya sabe, el más grande del país, el mejor equipado de toda la República, el mejor diseño dentro de los escombros de los extintos talleres del ferrocarril, ahí mero, cuando me disponía a corroborar mis comentarios destructivos hacia tan majestuosa obra me topé con el mismísimo Estado Mayor Presidencial, y pensé, qué valiosa es la obra de Jannis Kounellis que hasta los guardias imperiales andan por acá, y de pronto, un cuate igualito al funcionario que sale a dialogar con los burros blancos, ¡Ah, caray! Juraría que era él, bueno todos somos como iguales; mi percepción cambió cuando unos metros adelante y con más guardias a mi alrededor, pude identificar a un hombre con una pelona como de fraile, bien vestido, ya sabe, fresa-político, tono barrido, o sea, ¿no?, era como don Luis, el jefe de los recaudadores de impuestos; no lo podía creer, primero el que se parece a Miguelón y luego a Luisito, hasta me sentí en la sucesión presidencial, solamente me faltaba el Pepón, pero no, si eran ellos, unos verdaderos rockstar del gabinete ideal, del país ideal, con el jefe ideal, y pensé, qué poca fe le tengo a mi gobierno, esta obra quedo tan buena que estos señores se dan su vuelta hasta acá para conocer el Meca, qué bárbaros. Pero no, nuevamente mi lectura era errónea, qué cosas, nomas no le atinaba a nada, en efecto no eran sus dobles ni mucho menos, y de pronto, entre la guardia imperial apareció una figura conocida, compacta y delgada; bien vestido y maquillado, bien peinado y perfumado, bien protegido y relajado, no había nada a qué temer, los lecheros estaban a unos cuantos kilómetros de ahí.
Era don Quique y mi oportunidad para decirle, oiga mi, me gustaría que leyera toda la sarta de vigas que escribo para usted en una columna ecléctica, pero mis intenciones fueron coartadas por los ya referidos guardias imperiales, pero no tengo la intención de agredir al jefe, sólo le quiero recomendar una lectura; por eso, dijo uno de ellos, no le interesa, no tiene tiempo; total, tan cerca de aportar mi granito de arena para que el jefe lea, me quedé en la orilla viendo como Miguelón, Luisito, don Quique una Lorena Cruz se adentraban al elefante blanco y dije; mis respetos, qué bueno que asisten a este tipo de lugares, para que se cultiven claro está. Me fui con ese grato sabor de boca hasta que leí La Jornada Aguascalientes, donde mi compañera Mónica Cerbón me ilustró. Resulta que la comitiva presidencial visitó la entidad porque se llevó a cabo un encuentro nacional de mujeres empresarias alusivo al día internacional de la mujer. Ya decía yo, tanta cultura para ser verdad.
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